
Verano
Multas de hasta 750 euros por hacer este gesto aparentemente inofensivo en las playas españolas
Cada vez más municipios sancionan esta costumbre por ocupar ilegalmente el espacio público

Con la llegada de agosto y la temporada alta de vacaciones, las playas españolas se llenan desde primera hora de la mañana. Para muchos, encontrar un buen sitio cerca del mar se convierte en misión prioritaria. Tanto es así, que algunos madrugadores optan por plantar su sombrilla en la arena a primera hora, o incluso de madrugada, y marcharse, dejando toallas, sillas o neveras como marcadores de territorio. Una práctica aparentemente inocente, pero que puede acarrear una multa de hasta 750 euros en varios municipios del litoral español.
Este gesto, que para algunos es tan solo una forma de “guardar sitio”, está considerado una infracción por parte de muchas ordenanzas municipales. Tal y como advierte el equipo jurídico de Legálitas, dejar objetos personales en la playa sin vigilancia, especialmente durante las horas en las que aún no está permitido su uso, se considera una ocupación indebida del dominio público marítimo-terrestre. Y como tal, puede ser sancionado.
Una infracción contra el uso común del litoral
Según la normativa que regula el uso de las playas, incluida la Ley de Costas, el litoral es un espacio público de uso libre y general. Es decir, nadie puede apropiarse de una parte de la playa para su uso exclusivo, ni siquiera de forma temporal. Dejar una sombrilla o una toalla sin que haya nadie presente impide que otros usuarios puedan ocupar ese espacio, lo que vulnera el principio de libre acceso.
Además, muchas ordenanzas locales han incorporado normas más estrictas en los últimos años para combatir esta práctica. Ciudades como Benidorm, Elche, Fuengirola o Torrox, entre otras, han aprobado reglamentos que prohíben expresamente colocar sombrillas, sillas o cualquier mobiliario playero antes de una hora determinada, normalmente las 8:00 h. Los servicios municipales, en estos casos, están autorizados para retirar el material abandonado y, en algunos casos, imponer multas de hasta 750 euros.
Las playas, al ser un espacio común, están sujetas a normas que buscan garantizar la convivencia, la seguridad y la preservación del entorno natural. Por eso, hay otras acciones cotidianas que también pueden derivar en sanciones si no se realizan con responsabilidad.
Un ejemplo es la construcción de hoyos profundos en la arena, una actividad frecuente entre niños y familias. Aunque cavar en la playa está permitido, dejar huecos grandes sin supervisión supone un riesgo de accidente, especialmente cuando otras personas caminan o corren sin verlos. Municipios como Nigrán, en Galicia, prohíben expresamente esta práctica.
Asimismo, el uso de balones o juegos de grupo como el vóley o el fútbol está limitado en muchas zonas concurridas. Aunque es habitual ver partidos improvisados en la arena, estos deben realizarse fuera de las zonas de baño o contar con autorización municipal si se organizan torneos o actividades de carácter colectivo. También se han registrado sanciones por formar grupos numerosos caminando por la orilla, que dificultan el paso de otros bañistas.

Recomendaciones para evitar problemas
Desde Legálitas y otras entidades legales se insiste en la importancia de consultar las ordenanzas locales de cada municipio antes de acudir a la playa. No todas las normativas son iguales: mientras que algunas solo advierten o retiran los objetos abandonados, otras contemplan multas económicas directas. Además, en muchas localidades costeras, las normas se refuerzan durante los meses de mayor afluencia turística, como julio y agosto.
También se recomienda respetar los accesos reservados para servicios de emergencia, las zonas adaptadas para personas con movilidad reducida y los espacios naturales protegidos, donde está prohibido colocar cualquier tipo de mobiliario o hacer fuego.
Ir a la playa sigue siendo uno de los mayores placeres del verano. Pero disfrutar del mar también implica ser responsable, convivir con respeto y pensar en el bienestar de todos. La costumbre de “reservar sitio” como si se tratara de una tumbona de hotel no solo está mal vista, sino que además puede salir muy cara. Evitar una multa y promover un uso justo del espacio común depende de todos.
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