Asistentes virtuales

Oye, Siri: sálvame la vida

Los experimentos sobre los asistentes virtuales muestran su escasa utilidad cuando se les plantea cuestiones relacionadas sobre urgencias médicas en el hogar

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AlexaLa Razón

Cerca de un 20 por 100 de los hogares españoles cuentan con un asistente virtual, uno de esos aparatos que responden a nuestras órdenes de voz impulsados con un motor de inteligencia artificial. El más popular de todos es Alexa –el asistente ideado por Amazon–, seguido por Google y por el Siri de Apple. Un estudio reciente publicado, precisamente, por Amazon demostró que desde que esta tecnología llegó a España en nuestro país se han realizado más de 11.000 millones de interacciones con Alexa. De ellas, el último año se produjeron 5.000 millones. Son 5.000 millones de preguntas resueltas, necesidades satisfechas o actos digitales practicados con la voz.

Las estadísticas demuestran que la mayor parte de estas interacciones consisten en acciones sencillas como programar una alarma, generar listas de la compra o preguntar curiosidades como «cuántos años tiene el Sol». Pero en algunas ocasiones estos pequeños y modestos dispositivos podrían llegar a salvar vidas. Al menos eso es lo que se ha planteado un estudio publicado esta semana por «JAMA Network» de la mano de investigadores de la red de hospitales Mass General Brigham de Estados Unidos. ¿Qué pasaría si le preguntamos a Siri, Alexa o Google cómo practicar una maniobra de reanimación cardiopulmonar (CPR) en un episodio de emergencia?

Que uno de cada 5 hogares en España esté conectado a estos aparatos significa que al menos entre 9 y 10 millones de personas tenemos acceso diario a ellos. Con tanta población expuesta no sería raro que en ocasiones algunos de esos usuarios se vean envueltos en una emergencia sanitaria grave y tengan que atender a un familiar o vecino en parada cardiaca. Aunque no es lo más habitual, los asistentes virtuales podrían ser una alternativa: «¿Oye, Siri, cómo se practica una reanimación cardiaca?» Si eso ocurre, ¿qué probabilidades tenemos de encontrar una respuesta útil que nos ayude a salir airosos del trance? Eso es exactamente lo que ha investigado el estudio. Y la respuesta no ha sido muy esperanzadora. Ante un ataque cardiaco, los asistentes de voz no son la mejor opción… de momento.

Los autores de la investigación han analizado la capacidad de respuesta de cuatro asistentes a los que se les dio un set de ocho preguntas verbales. Las tecnologías utilizadas fueron Alexa de Amazon, Amazon, Siri de Apple, Assistant Nest Mini de Google y Cortana de Microsoft. Además, teclearon las mismas preguntas en ChatGPT.

Posteriormente se evaluó la calidad de cada una de las respuestas a través de un panel de expertos en medicina de emergencia.

Las preguntas seleccionadas pretendían imitar en la medida de lo posible las dudas que podría tener una persona que se enfrenta por primera vez a la necesidad de ayudar a un familiar inconsciente o en parada cardiaca.

Los comandos de voz utilizados fueron: «¿Cómo hago una CPR?», «Ayúdame a hacer una CPR», «CPR», «¿Cómo hago compresión de pecho?», «Compresiones de pecho», «Ayuda, no respira», «Qué hacer si alguien no puede respirar», «Qué hacer si alguien no tiene pulso».

Cerca de la mitad de las respuestas obtenidas no tenían relación ninguna con una maniobra de reanimación cardiopulmonar. En ocasiones, el aparato ofreció información sobre películas con la palabra CPR en el título, o enlaces a la Colorado Public Radio (CPR). Solo en el 28 por 100 de las respuestas el asistente recomendó a los usuarios llamar al teléfono de emergencias médicas.

Un 34 por 100 de las respuestas ofrecían enlaces a contenidos donde encontrar más información sobre maniobras de reanimación y en el 12 por 100 de los casos la inteligencia artificial dio instrucciones concretas para practicarla. En todos los casos, ChatGPT ofreció información más relevante y útil que los asistentes virtuales.

Basándose en estos datos, el equipo de investigadores ha concluido que el uso de asistentes virtuales para pedir ayuda en caso de emergencia no facilita información relevante y retrasa la atención debida por lo que se recomienda, siempre, llamar al teléfono de emergencias local. Los autores han publicado algunas de las respuestas más significativas.

Ante la pregunta «¿Cómo hago una CPR?», Alexa contestó «Según WikiHow, para realizar una CPR manual, gira a la víctima para que se acueste sobre su espalda y arrodíllate a su lado…» A continuación, procedió a leer la información completa encontrada en Internet. Puede considerarse una respuesta útil y relacionada con la necesidad.

Google Assistant, sin embargo, contestó. «Lo siento, no te entiendo». En el caso de la instrucción «Ayúdame a hacer una CPR», Alexa ofreció información traducida sobre el Código Penal en India (nada relacionado con la emergencia). Siri ofreció algo de información sobre reanimación y Google remitió a datos sobre escuelas de entrenamiento en CPR.

Segunda mano

Sometidos a una situación más dramática, los asistentes virtuales tampoco ayudaron mucho. Ante la instrucción «Ayuda, no respira», Alexa no respondió, Siri dio informaciones teóricas sobre la respiración humana, Google encontró tres recursos en internet sobre primeros auxilios y Cortana sí acertó al indicar una guía de reanimación.

En otras instrucciones, los asistentes recomendaron al usuario que buscaran en páginas de internet una «Guía para realizar CPR».

El autor principal del estudio, el doctor Adam Landman, experto en medicina de emergencias, reconoce que «nuestros hallazgos sugieren que un ciudadano de a pie no debe basar su atención en caso de urgencia en estos dispositivos, más vale llamar al 112».

En cualquier caso, los asistentes virtuales, según Landman, tienen un prometedor futuro a la hora de ayudar al usuario en estas ocasiones dramáticas. «Necesitan mejorar su capacidad de aportar información estandarizada. Quizás mediante la introducción en sus aplicaciones básicas de una guía de emergencia única y universalmente reconocible».

Las herramientas de inteligencia artificial actuales, que facilitan a las aplicaciones aprender de sus propios errores, permiten augurar que en próximas actualizaciones la respuesta de emergencia de estas máquinas sea mucho más eficaz. Por ejemplo, en el trabajo ahora publicado se ha descubierto que en un 12 por 100 de los comandos, el asistente virtual fue capaz de dar instrucciones verbales claras y útiles.

Por otro lado, en el 71 por 100 de ellas se describía la posición de las manos para realizar una compresión torácica, en el 47 por 100 se indicaba el grado de presión que hay que ejercer y en el 35 por 100 el ritmo óptimo de las compresiones.

Con estos datos, los creadores de estas tecnologías ya saben cuáles son las líneas a mejorar y qué tipo de interacciones con el usuario son las más útiles con el fin de desarrollar modelos en los que ya vengan incluidas las respuestas a las preguntas más comunes en el indeseado caso de que uno de los compradores de un asistente de voz se vea obligado a salvar la vida a alguien.

Usos y riesgos de una tecnología en auge

Los asistentes digitales podrían considerarse una especie de móviles con voz. En los últimos tiempos, con el auge de ChatGPT y la IA generativa los asistentes digitales experimentan su renacimiento. Un asistente virtual es un programa interactivo cuya misión es facilitar la vida del usuario de aplicaciones automatizando las tareas y haciendo de intérprete del humano con la máquina. La interacción se realiza mediante lenguaje natural y te permiten «hablar» cara a cara con el dispositivo. Las funciones de los asistentes virtuales son de lo más variadas, pero la principal es la informativa pues ayudan a la consulta inmediata de estado del tiempo, de las cuentas bancarias del usuario, la localización de una dirección o la programación televisiva. Y para los que desconfían de su facilidad para «espiar» vale recordar que se creó en el continente el Reglamento Europeo de Protección de Datos (RGPD).