
Vaticano
El Papa que hizo historia incluso después de muerto: le explotó el cuerpo en la capilla ardiente
La grotesca situación motivó a que se establecieran normas más estrictas para el embalsamamiento papal en el futuro

Hace seis días desde que el mundo católico está de luto. A las 07:35 horas del pasado lunes el Papa Francisco falleció en su residencia oficial de Santa Marta, como consecuencia de un derrame cerebral, un coma y un colapso cardiovascular irreversible, sumado a los problemas derivados de la neumonía que le mantuvo hospitalizado durante semanas en el Hospital Gemelli de Roma.
Desde su fallecimiento muchas personas alrededor del mundo han comenzado a interesarse por los aspectos más íntimos y cotidianos de la vida de los Papas, pero sobre todo por las curiosidades que rodean a los Pontífices ya fallecidos.
Uno de estos aspectos que la sociedad se pregunta es cómo el cuerpo puede ser velado durante tanto tiempo sin descomponerse, y es que el la clave de cómo es posible que el cuerpo del Papa pueda ser velado en el Vaticano con el féretro abierto y sin mostrar ningún signo de descomposición, aún con las temperaturas y el clima húmedo que hay en Roma, tiene una explicación científica: un riguroso proceso de embalsamamiento tradicional junto a técnicas modernas. No obstante, este proceso no siempre ha salido bien, y prueba de ello es lo que le pasó al Papa Pío XII durante su capilla ardiente.
El trágico accidente de Pío XII en su capilla ardiente
Tras la muerte del Papa Pío XII el 9 de octubre de 1958, su cuerpo fue expuesto en capilla ardiente en Castel Gandolfo antes de ser trasladado a Roma. Como era costumbre con los Pontífices, su cadáver fue embalsamado, pero en su caso el proceso fue extremadamente deficiente.
El médico encargado, Galeazzi-Lisi, aplicó un método poco ortodoxo utilizando productos naturales como aceites y resinas, además de que envolvió el cuerpo en celofán, lo que provocó una rápida descomposición en lugar de preservación.
Al poco tiempo, el cadáver comenzó a hincharse de manera alarmante debido a los gases de la descomposición y durante el trayecto hacia Roma, y especialmente ya en la capilla ardiente en la Basílica de San Pedro, el cuerpo comenzó a emitir un hedor insoportable que generó incomodidad entre los presentes.
Los cambios visibles eran tan grotescos que muchos asistentes quedaron horrorizados: el rostro se deformó, la piel se tensó y oscureció, y el líquido corporal comenzó a filtrarse. Además, los informes indican que incluso los guardias suizos, incapaces de soportar el olor, se turnaban con frecuencia para poder respirar aire fresco.
Sin embargo, el momento más dramático ocurrió cuando el cuerpo, ya visiblemente hinchado, explotó debido a la acumulación de gases internos. Esta explosión ocurrió, según testimonios, durante la capilla ardiente, lo que provocó una escena caótica: los presentes huyeron, cubriéndose el rostro, mientras el hedor se volvía aún más insoportable. Así, la grotesca situación marcó un episodio sin precedentes en la historia moderna del Vaticano y motivó a que se establecieran normas más estrictas para el embalsamamiento papal en el futuro.
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