Eucarístía en San Pedro
Parolin, el papable de las quinielas, da un paso al frente
El cardenal secretario de Estado, el favorito en la carrera hacia la Sixtina, presidió ayer la segunda misa de luto por Bergoglio
Era una prueba de fuego para uno de los papables que parece jugar con ventaja en la Capilla Sixtina. El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, presidió ayer en la plaza de San Pedro la misa dentro de los novendiales por el alma del Papa Francisco, que coincidió con el Jubileo de los Adolescentes que se celebró, aunque sin la canonización prevista del joven italiano Carlo Acutis, que se ha pospuesto sin fecha para el próximo Papa.
Una masa de jóvenes católicos dominó este domingo entre los 200.000 fieles que abarrotaron la plaza San Pedro del Vaticano para la segunda eucaristía de luto por Jorge Mario Bergoglio. «Nuestro afecto por él, que se está manifestando en estas horas, no debe quedar como una simple emoción del momento, debemos acoger su legado y hacerlo vida, abriéndonos a la misericordia de Dios y siendo nosotros también misericordiosos los unos con los otros», dijo Parolin a los fieles, muchos de ellos jóvenes que estos días llegaron a Roma para participar también en el Jubileo de los Adolescentes.
Los novendiales o nueve días de luto tienen lugar durante el tiempo de transición hasta que se elige a un nuevo Papa. En este periodo se celebran nueve misas por el fallecido pontífice, y en este caso proseguirán cada día hasta el próximo domingo 4 de mayo. «El Pastor que el Señor donó a su pueblo, el Papa Francisco, terminó su vida terrena y nos ha dejado», exclamó Parolin, que destacó «el dolor» y «la tristeza» que suponen el fallecimiento del Obispo de Roma.
«El Evangelio nos dice que precisamente en estos momentos de oscuridad el Señor se presenta ante nosotros con la luz de la resurrección, para iluminar nuestros corazones. El Papa Francisco nos lo ha recordado desde su elección y lo ha repetido con frecuencia, poniendo en el centro de su pontificado esa alegría del Evangelio», agregó.
Parolin trasladó también un caluroso saludo a la gran multitud de fieles que se congregaron en la plaza: «Les dirijo un saludo especial, con el deseo de hacerles sentir el abrazo de la Iglesia y el afecto del Papa Francisco, que habría deseado encontrarles, mirándolos a los ojos, y pasando entre ustedes para saludarlos».
También quiso dirigirse a la gran cantidad de jóvenes asistentes a la misa, que estos días están en Roma para el Jubileo de los Adolescentes, a los que pidió «alimentar su vida con la verdadera esperanza» de Jesús, y mencionó algunos de los «desafíos» que tienen ante ellos, como «la tecnología y la Inteligencia Artificial».
«Francisco nos ha recordado que no puede haber paz sin que reconozcamos el valor del otro, sin la atención al que es más débil y, sobre todo, que no puede haber nunca paz si no aprendemos a perdonarnos», dijo.
El cardenal exhortó a los jóvenes a acoger la alegría de la Pascua, incluso en medio del dolor de la pérdida, recordándoles que Jesús siempre nos da el «valor para vivir». Además, puso el énfasis en la figura de Francisco y en su enseñanza.
Remarcó que solo la misericordia sana y crea un mundo nuevo, apagando los fuegos del odio y de la violencia. «El Papa Francisco fue un testigo luminoso de una Iglesia que se inclina con ternura hacia los heridos y cura con el bálsamo de la misericordia», concluyó, antes de remarcar que Francisco creía firmemente que la paz no es posible sin el reconocimiento mutuo y el perdón recíproco.
Pietro Parolin, hasta ahora un secretario de Estado discreto, pero incisivo en sus declaraciones, es el más importante diplomático del Vaticano con su experiencia en Oriente Medio y en Asia, pero también un gran conocedor de Latinoamérica al haber sido nuncio en Venezuela: podría ser una baza diplomática para el papado en estos momentos de crisis.
De 70 años, según comparte la agencia Efe, ha sido colaborador de Francisco en todo su pontificado, aunque no amigo debido a su carácter introvertido. Sustituto del potentísimo Tarciso Bertone, ejerció su cargo con discreción, pero sin esquivar nunca las preguntas de los periodistas sobre temas internacionales.
Está considerado un hombre de la misma «línea» de Francisco, con el que coincidió en la necesidad de realizar cambios en la Iglesia, aunque siempre ha expresado sus opiniones con mucha discreción debido a su talante reservado y adusto, típico del norte de Italia.
En estos años gozó del afecto de gran parte de la curia romana y también de muchos cardenales a quienes visitó en sus misiones diplomáticas, lo que seguramente podría empujar a su elección en un momento de división entre facciones sutiles.