Opinión

Proteger a la infancia y adolescencia en internet es una cuestión de salud pública

Tomás Cobo es presidente de la Organización Médica Colegial

El consumo de pornografía se inicia en España a los 8 años
El consumo de pornografía se inicia en España a los 8 añoslarazon

En la era digital en la que vivimos, el acceso a internet se ha convertido en una herramienta cotidiana en la vida de niños y adolescentes. Sin embargo, a medida que los jóvenes exploran el vasto mundo en línea, es crucial reconocer la necesidad de entornos seguros que fomenten su desarrollo saludable y protejan su bienestar emocionaly mental.

La primera infancia y la adolescencia son períodos críticos en la formación de la identidad y la adquisición de habilidades sociales. Los niños y adolescentes utilizan internet no solo como una fuente de información, sino también como un espacio para la interacción social, la creatividad y la exploración de sus propios intereses. Por lo tanto, la creación de entornos seguros en línea se vuelve esencial para salvaguardar su salud y bienestar. La exposición a contenidos inapropiados o perjudiciales en internet puede tener un impacto significativo en la salud mental y emocional de los jóvenes. La edad a la que los menores consumen pornografía en España por primera vez está comprendida entre los nueve y los 11 años según estudios, un contenido que no es únicamente sexual, ya que gran parte del contenido pornográfico al que tienen acceso contiene violencia que puede generar impacto en la conducta de los menores como la normalización de la violencia, falta de empatía, disfunciones sexuales o adicción. Los entornos virtuales pueden convertirse en terrenos propicios para el acoso cibernético, la intimidación y la exposición a material perjudicial. Un acceso no supervisado puede exponer a los niños a riesgos innecesarios, afectando su autoestima, confianza y, en última instancia, su salud emocional. La importancia de la educación digital y la promoción de prácticas seguras en línea no puede subestimarse. Los padres, educadores y la sociedad en general deben trabajar de la mano para equipar a los jóvenes con las habilidades necesarias para navegar de manera segura por internet. Esto incluye enseñarles a discernir entre contenido apropiado e inapropiado, fomentar la comunicación abierta sobre sus experiencias en línea y establecer límites de tiempo y acceso. Los entornos seguros en internet no solo protegen a los jóvenes de riesgos potenciales, sino que también fomentan un desarrollo saludable.

Plataformas diseñadas específicamente para niños, supervisadas y con contenido educativo, promueven la creatividad, el aprendizaje y la socialización positiva. Además, la promoción de la empatía y el respeto en línea contribuye a la formación de comunidades virtuales que reflejan los valores fundamentales de la sociedad. El impacto de los entornos seguros en internet se extiende más allá de la pantalla, influyendo en la salud física y emocional de los niños y adolescentes en su vida diaria. Un acceso responsable y supervisado contribuye a una relación equilibrada con la tecnología y a la construcción de una base sólida para su bienestar general. Garantizar entornos seguros en internet para niños y adolescentes es una responsabilidad compartida. Trabajar desde esta perspectiva de la educación digital de una manera transversal supone una clara inversión en la salud. Solo a través de un compromiso colectivo podemos construir un mundo digital donde los jóvenes prosperen, explorando de manera segura y construyendo las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Desde la Organización Médica Colegial junto con un agente clave como es la Agencia Española de Protección de Datos estamos inmersos junto con la administración en este compromiso para promover la protección de la infancia y adolescencia en internet a través de la estrategia y líneas de acción sobre menores, salud digital y privacidad, dada a conocer esta misma semana.

En términos de salud pública la salud digital supone un gigante desafío que requiere de unión, de sentido común, de compromiso y, sobre todo de acción para proteger a nuestros menores, en definitiva, para velar por su salud física y mental, nuestro deber.