Temperaturas

Por qué una ola de calor puede provocar el caos en tu cuerpo y en tu sueño

Cuando llegan las altas temperaturas y calor, nuestro cuerpo sabe que algo va a cambiar. No es solo una cuestión de sudar un poco más

Termómetro
Termómetro con altas temperaturasistock

Hay días en los que el sol no da tregua. El ambiente se espesa, el sudor no cesa y el cuerpo simplemente no responde igual. Aunque el calor puede ser bienvenido en ciertas circunstancias, como una mañana de playa o una tarde al aire libre—, cuando las altas temperaturas se prolongan, el organismo lo siente. Y no solo eso: también afecta una de las cosas más sagradas del día... el sueño.

Entender cómo el cuerpo reacciona al calor extremo es clave para no pagar las consecuencias, que van desde mareos y fatiga hasta noches eternas en las que simplemente no se duerme bien. Afortunadamente, hay formas de adaptarse y sobrevivir a la ola de calor sin perder el equilibrio (ni la cordura).

Cuando el cuerpo se sobrecalienta

Nuestro cuerpo tiene una especie de termostato interno que intenta mantenerse siempre en unos estables 37 °C. Pero cuando el ambiente sube la apuesta, como ocurre en los días más calurosos del verano, comienza una batalla interna por mantener ese equilibrio.

Lo primero que hace el organismo es sudar. La sudoración no es solo incómoda: es un recurso vital para enfriarnos. Pero si no reponemos líquidos, el resultado es claro: deshidratación, fatiga y, en muchos casos, esa sensación de inestabilidad que precede al mareo. También entra en juego la vasodilatación, que ayuda a disipar el calor pero puede llevar a una caída de la presión arterial. ¿El resultado? Te puedes marear en cualquier momento.

Y si el cuerpo no logra compensar… el peligro real aparece: el golpe de calor. Es una urgencia médica. Pérdida de conciencia, piel seca, confusión mental: señales claras de que el calor dejó de ser un inconveniente y pasó a ser una amenaza. Aquí, la hidratación constante, evitar el sol directo y vestir con telas ligeras y colores claros pueden marcar la diferencia.

Dormir en calor: una pelea que se pierde antes de empezar

El calor no solo nos agota durante el día, también nos roba el descanso. Dormir bien con temperaturas por encima de los 25 grados se convierte en un lujo. El cuerpo necesita enfriarse para iniciar el ciclo del sueño, y si el ambiente no ayuda, se vuelve una tortura.

El resultado más común es claro: no se duerme bien. Aparecen los despertares frecuentes, la sudoración nocturna y ese bucle en el que das vueltas sin pegar un ojo. Y claro, al día siguiente estás cansado, irritable, con el rendimiento por el suelo.

Por eso es vital preparar el entorno. Un buen ventilador, aire acondicionado, sábanas de algodón y una ducha tibia antes de dormir pueden marcar la diferencia. Nada de comidas pesadas ni bebidas con cafeína después de la tarde: el cuerpo necesita calma para lograr un sueño reparador.

Cómo sobrevivir al calor sin perder calidad de vida

El calor puede ser inevitable, pero sus efectos no lo son. Con algunos hábitos sencillos se puede convivir mejor con él:

  • Bebe más agua de lo que crees necesario. El cuerpo pierde mucho líquido intentando enfriarse.
  • Ropa fresca y transpirable. Olvida las prendas oscuras o ajustadas.
  • Ambientes ventilados. Si no hay aire acondicionado, los ventiladores, las corrientes de aire cruzado o incluso cerrar persianas durante el día pueden ayudar mucho.
  • Evita la actividad física intensa al sol. Si puedes mover tu rutina a la mañana temprano o al atardecer, mucho mejor.
  • Haz del sueño una prioridad. Prepara tu dormitorio como si fuera un refugio anticalor. Si hace falta invertir en un colchón que disipe el calor, hazlo. Tu descanso vale más.

Las altas temperaturas y calor son parte del clima, pero no tienen por qué arruinar tu bienestar. Si entiendes cómo reacciona tu cuerpo y cómo protegerlo, vas a poder seguir adelante sin que el calor te pase factura.