Investigación

¿Por qué las personas inteligentes viven más?

Según un reciente estudio la personalidad y la capacidad cognitiva contribuyen a la longevidad

La esperanza de vida actual en España ronda los 80 años, frente a los 40 de 1920
La esperanza de vida actual en España ronda los 80 años, frente a los 40 de 1920FreepikFreepik

En 1920, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, la esperanza de vida en nuestro país era de unos 40 años. Cuatro años después la cifra aumentó a los 45, en 1940 ya estaba por encima de los 55 y una década más tarde llegábamos a los 65 años de vida. Actualmente es de 80. ¿Qué ocurrió? Uno de los primeros cambios fue el descubrimiento de la penicilina y la insulina, en 1920. En los años 50, la cirugía dio pasos de gigantes con la llegada de los primeros trasplantes y operaciones en los órganos «mayores». Mejoraron las técnicas para combatir enfermedades propias del envejecimiento, como el cáncer, y se comenzó a investigar en el mecanismo celular implicado en el envejecimiento. Así, en unos 100 años, gracias a la ciencia, logramos duplicar la esperanza de vida.

Pero esto no siempre indica que lo hacemos mejor. La oferta de fármacos milagrosos, píldoras de la juventud y tratamientos rejuvenecedores es constante, a pesar de que la ciencia indica que la mayoría de estos «elixires» no funcionan. Un artículo del «Journal of the American Medical Association», determinó que «los estudios de suplementos dietéticos han arrojado resultados en su mayoría decepcionantes sobre los posibles beneficios para la salud, mientras que la evidencia de daño ha seguido acumulándose».

Lo que sí tendría un impacto positivo son recomendaciones muy sencillas, para las que no es necesario comprar nada ni modificar nuestro cuerpo. Por ejemplo, un estudio publicado en «American Journal of Public Health» demostró que la adopción de hábitos de vida saludables, como el ejercicio regular, una dieta sana y no fumar, puede aumentar la esperanza de vida en 11 años. Estos hallazgos se confirmaron con otra investigación (publicada en el «British Medical Journal») cuyos resultados mostraron que un estilo de vida saludable puede reducir la mortalidad en un 61 %. Otra rutina de vida saludable es la de dormir ocho horas (las siestas no cuentan). Durante este tipo de sueño, nuestro cerebro libera hormonas anabólicas como la testosterona y la hormona del crecimiento humano, que son cruciales para la salud física.

De hecho, según un estudio de la revista «Sleep», estas hormonas se liberan en mayor cantidad si el sueño excede los 90 minutos. Hay recomendaciones bastante lógicas para vivir más tiempo: no fumar, no consumir alcohol, hacer ejercicio de forma regular… Pero otras son menos intuitivas y hasta quizás más sencilla. Por ejemplo, un estudio publicado en «Nature» señala que bastan menos de 20 minutos diarios o 120 semanales en la naturaleza para aumentar la capacidad de nuestro sistema inmune, prevenir la depresión y mejorar nuestro estado de ánimo. No importa si se trata de caminatas o la simple contemplación del horizonte, el efecto, señalaron los autores, era similar.

La soledad

Otra sorpresa (o en realidad no tanto) tiene que ver con la soledad. En un estudio publicado en «PLOS Medicine», se analizó la rutina de 300.000 voluntarios durante un promedio de 7,5 años y se descubrió que aquellos que tenían un mayor contacto con amigos o familiares vivían más tiempo… De hecho, los riesgos de la soledad (la no voluntaria se entiende) eran similares a los relacionados con el tabaquismo. Todo esto demuestra la importancia de la salud física, es cierto, pero también el peso que tiene nuestra salud mental, el cerebro, en la longevidad.

Ahora otro estudio más, señala la importancia del cerebro en la esperanza de vida: las personas inteligentes viven más tiempo. De acuerdo con un equipo de expertos liderados por Claudia Fichtel, del German Primate Center, se espera que las personas más inteligentes vivan más tiempo, ya que es probable que tomen mejores decisiones con respecto a la selección de hábitat y alimentos, eludir a los depredadores y cuidar a su progenie.

Para investigar los factores que influyen en la esperanza de vida de los lémures de ratón gris salvajes, el equipo de Fichtel realizó un estudio a largo plazo, más de cinco años, en Madagascar. Administraron cuatro pruebas cognitivas diferentes y dos pruebas de personalidad a 198 animales, al tiempo que midieron su peso y rastrearon su supervivencia durante este periodo. Las pruebas cognitivas evaluaron la resolución de problemas, el control inhibitorio y la comprensión. Los resultados, publicados en «Science», demostraron que ser particularmente inteligente o particularmente explorador pueden conducir a una vida más larga.

Aprender del entorno

En el estudio, los individuos que se desempeñaron mejor en las pruebas cognitivas exhibieron un comportamiento menos exploratorio en comparación con sus congéneres con peor desempeño. Por el contrario, los individuos más exploradores tenían pesos más altos, probablemente debido a su capacidad para encontrar comida con mayor facilidad. El estudio también encontró que los animales con un mejor rendimiento cognitivo, mayor peso y un comportamiento exploratorio más fuerte tendían a tener una vida más larga.

«Estos resultados sugieren que ser inteligente o exhibir una buena condición física y un comportamiento exploratorio probablemente sean estrategias diferentes que pueden conducir a una vida más larga», concluye Fichtel . «En estudios futuros, nuestro objetivo es investigar cómo las habilidades cognitivas se traducen en estrategias de comportamiento para encontrar comida o pareja de apareamiento».

Es lícito pensar que este hallazgo se aplica a los lemures y aunque podamos compartir muchas características, la influencia no se aplica a los humanos. Pero no es tan así. El equipo de Fichtel evaluó la inteligencia en cuanto a la capacidad de los individuos para aprender de su experiencia y a explorar el mundo que les rodea. El contacto con la naturaleza, el intercambio con amigos y familiares que antes mencionábamos, son muestras de esto en humanos.

La exploración no es más que aprender del entorno y el contacto social es, si nos atrevemos, una forma muy eficaz de aprender de nuestros pares. Y así no solo extender nuestra esperanza de vida, sino ser más inteligentes… Lo que plantea la duda del huevo y la gallina: ¿vivimos más por ser más inteligentes o somos más inteligentes porque vivimos más tiempo?