Psicología
Qué significa hacer los corazones así según la psicología
Cada forma de representar este símbolo revela matices culturales y personales
Hacer un corazón con las manos se ha convertido en un gesto universal para expresar cariño, complicidad o amor. Sin embargo, no todos lo forman igual. Algunos alzan los dedos índice y corazón para trazar la curva superior, juntando los pulgares en el vértice inferior. Otros recurren a una versión más minimalista, popularizada en Corea, donde con solo juntar el pulgar y el índice se forma un diminuto corazón que cabe entre los dedos. También hay quienes estiran los dedos corazón y curvan los índices o quienes utilizan todo el puño, curvando las manos hasta dibujar una silueta más redonda.
Cada forma de representar este gesto revela matices culturales y personales. Los coreanos lo convirtieron en un símbolo pop gracias al auge del K-pop y las redes sociales; en cambio, la versión “clásica” con ambas manos recuerda más al corazón que dibujamos desde la infancia. Al final, todos estos modos de hacer un corazón con las manos hablan de cómo elegimos expresar emociones: unos prefieren lo explícito, otros lo sutil y otros lo más difícil.
Qué significa hacer el corazón al estilo coreano
Quienes hacen el corazón estilo coreano —con pulgar e índice cruzados en forma de mini corazón— suelen ser personas muy atentas a las tendencias y a la validación social. Desde la psicología social, este gesto puede reflejar una alta conformidad grupal: adoptan la moda tal cual porque desean sentirse parte de una corriente cultural (el K-pop, redes sociales, globalización). No necesariamente indica falta de personalidad, pero sí una inclinación a reforzar la identidad a través de lo colectivo.
El corazón clásico con pulgares e índices: claridad y tradición
El gesto más común, donde los pulgares forman la punta inferior y los índices y el resto de dedos las curvas superiores, refleja una personalidad más convencional y orientada a lo simbólico. Según la psicología de los símbolos, este tipo de personas tienden a expresarse con códigos compartidos y fácilmente reconocibles, valorando la comunicación clara y directa. Aquí se prioriza la intención emocional sobre la originalidad del gesto.
El corazón con dedos corazón e índices: creatividad y complejidad cognitiva
La versión menos habitual, donde los dedos corazón se convierten en la punta y los índices marcan la curva, exige más coordinación motora y rompe con la norma. Desde la psicología cognitiva, podría interpretarse como un signo de flexibilidad mental y pensamiento creativo. Quien elige esta forma muestra gusto por lo diferente, cierta complejidad en la autoexpresión y una inclinación a salirse de lo establecido.
¿Por qué, desde pequeños, dibujamos corazones con esa silueta característica en lugar de imitar la forma real del órgano?
El corazón humano, tal como lo conocemos en anatomía, está lejos de ser una figura simétrica y estilizada. Su aspecto es más parecido a un puño cerrado, inclinado hacia la izquierda y con cavidades irregulares. Nada que ver con las curvas limpias y el vértice puntiagudo del símbolo universal que hoy asociamos al amor.
La historia de este emblema se remonta a la Antigüedad. En cerámicas griegas y romanas aparecen formas similares a hojas, especialmente del silfio, una planta ya extinta que se usaba como especia y como anticonceptivo natural. Su semilla tenía una silueta que recuerda al corazón moderno, y con el tiempo adquirió un fuerte vínculo con la fertilidad y el amor.
Otros investigadores apuntan a que el corazón dibujado pudo inspirarse en hojas de hiedra o vid —símbolos de Dionisio y la fertilidad—, o incluso en la representación estilizada de partes del cuerpo humano, como los senos o las nalgas. Sea como fuere, en todos los casos aparece el mismo patrón: la idea de vida, unión y deseo.
No fue hasta el siglo XIII que el símbolo del corazón adoptó la forma que reconocemos hoy. En el manuscrito francés Roman de la poire (1344), se muestra por primera vez un corazón con los dos lóbulos superiores y la punta inferior, entregado como ofrenda de amor. Desde entonces, la imagen se difundió por Europa en manuscritos, pinturas religiosas y literatura cortesana.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, la Iglesia católica contribuyó a consolidar la imagen del “Sagrado Corazón”, rodeado de espinas o llamas, cargado de devoción. Paralelamente, en el juego de cartas francés, el corazón se convirtió en uno de los palos principales, expandiendo aún más su popularidad.
Hoy, el símbolo ha sobrevivido a la precisión científica: aunque conocemos perfectamente la anatomía real, seguimos eligiendo esa forma estilizada para representar sentimientos.