Delincuencia

Reinserción: El algoritmo imposible

¿Es posible saber si un delincuente va a delinquir en el futuro? La ciencia busca una respuesta. El margen de error de los test que se aplican en la actualidad es aún muy importante

Jordi Magentí, presunto autor de la muerte de una pareja en el embalse de Susqueda, y Félix Vidal Anido, quien violó a su víctima 57 el pasado enero en Oviedo.
Jordi Magentí, presunto autor de la muerte de una pareja en el embalse de Susqueda, y Félix Vidal Anido, quien violó a su víctima 57 el pasado enero en Oviedo.larazon

¿Es posible saber si un delincuente va a delinquir en el futuro? La ciencia busca una respuesta. El margen de error de los test que se aplican en la actualidad es aún muy importante.

Los algoritmos están por todas partes. Son cadenas de números y fórmulas que nos acompañan, de un tiempo a esta parte, durante todos los actos cotidianos de la vida. Están detrás de las recomendaciones musicales que nos hace el servicio de música online que tenemos contratado, detrás de los anuncios que nos sirve la web cuando leemos el periódico y que casualmente coinciden con nuestras necesidades y nuestros gustos en ese momento. Se utilizan para seleccionar perfiles profesionales que se ajusten a una oferta de trabajo, para predecir el ganador de la próxima copa de la «Champions» o para determinar el perfil de riesgo de un joven matrimonio que ha pedido una hipoteca para comprarse un piso.

Lo que quizás nos parezca más sorprendente es que la fría y mágica ley matemática de los algoritmos también se pueda aplicar en los despachos de una cárcel o en los juzgados para determinar si un criminal está plenamente reinsertado, para definir el riesgo objetivo de que vuelva a delinquir, para decir, al cabo, si puede salir de prisión.

Reinserción. Es la palabra fetiche, la base teórica de nuestro sistema penitenciario, el objetivo declarado de las penas que se imponen ante el delito. Reincidencia, el demonio que a todos nos atemoriza, la palabra de moda en los últimos meses de sentencias polémicas y excarcelaciones escandalosas. ¿Es posible saber si un criminal va a reincidir en su crimen? ¿Hay algún modo objetivo de establecer cuándo un delincuente está plenamente reinsertado? ¿Se puede conocer con datos fiables si la prisión permanente es necesaria en determinados delitos? La ciencia quiere salir al rescate. No está claro que pueda, en este caso, echar una mano.

Veamos algún ejemplo. Desde el año 1998 se ha utilizado en algunos países una herramienta matemática para conocer el riesgo de reincidencia de un criminal. Se llama COMPAS (Correctional Offender Management Profiling for Alternative Sanctions). Más de un millón de reos han sido evaluados con esta mecánica. El «software» empleado analiza 137 datos relacionados con la vida del criminal, sus acciones castigadas y su historial en los dos años anteriores a la comisión del delito. La filosofía del programa es sencilla: cuantos más datos maneje el algoritmo sobre una persona, mejor conocimiento tiene de su comportamiento, hasta el punto de que se podría predecir el riesgo futuro de volver a cometer un delito.

La última revisión de resultados de la tecnología COMPAS, llevada a cabo en mayo de 2016, fue, sin embargo, realmente descorazonadora. Se realizó en un grupo de 7.000 reos arrestados en Florida entre 2013 y 2014. Se apreció un grado de acierto de un 67 por 100 aproximadamente. Demasiado pequeño para ser utilizado como herramienta para tomar decisiones. Si un violador es declarado reinsertado mediante el sistema COMPAS en realidad tiene un 33 por 100 de posibilidades de volver a delinquir. ¿Alguien dejaría en la calle a un delincuente con esta probabilidad de error? Un estudio publicado en le revista «Science Advances» fue aún más lejos: tras comparar el grado de acierto de los algoritmos a la hora de predecir una reincidencia en el delito con la capacidad media de un ciudadano de la calle (lego en materias jurídicas) para determinar si un reo es de fiar, los ciudadanos anónimos lo hicieron mejor, determinaron mejor qué condenado no iba a volver a delinquir.

Hasta hoy, la ciencia no es suficiente para establecer si una persona puede volver a cometer un crimen. La psicología forense, la psiquiatría y otras disciplinas cuentan con conocimiento empírico abundante para determinar si un paciente aquejado de una psicopatología está curado. Pero es imposible conocer si un individuo con una filia sexual o una sociopatía diagnosticada volverá a delinquir. A pesar de ello, cuando los estamentos judiciales y legislativos fallan, la ciudadanía normalmente vuelve la mirada hacia la ciencia en busca de soluciones. Y la ciencia trata de darlas.

El psicólogo de la Universidad de Nuevo México Kent Khiehl lleva toda su carrera dedicada al estudio de la mente criminal. Quizás porque se crió en Tacoma, Washington, en la misma localidad en la que vivió uno de los peores asesinos en serie de la historia de Estados Unidos, Ted Bundy. Ha desarrollado junto a su maestro Robert Hare, un test de personalidad que se usa en todo el mundo para evaluar el grado de psicopatía de una persona. Se llama PCL-R. Cualquier lector medio y sano de este periódico arrojaría un resultado de 4 sobre 40 en el test. Un preso de cualquier cárcel del mundo podría arrojar 22 sobre 40. Si se supera la puntuación de 30 sobre 40 es que estamos ante un psicópata irreinsertable. Algunos trabajos de Kiehl han demostrado que los presos que muestran una menor actividad en la corteza cingulada anterior del cerebro tienen hasta el doble de probabilidades de reincidir en los cuatro años posteriores a su salida de la cárcel. ¿Quiere eso decir que habría que hacer un escáner cerebral a todos los presos antes de liberarlos para conocer su probabilidad de volver a cometer un crimen? Habrá que ser muy cautos porque estos estudios están plagados de posibles errores.

El término reincidencia es complejo. En principio se trata de una palabra que engloba una gran cantidad de acciones que pueden suponer la comisión del mismo delito, la comisión de otros delitos o simplemente haber sido acusado de otros delitos después de obtener la libertad. Parece obvio que la población reclusa es más propensa a reincidir por definición que la no reclusa. Pero eso no significa que esta población pueda ser estudiada neurológicamente de manera independiente.

El grado de reincidencia entre la población convicta es muy variable en el mundo. El país con una mayor tasa de repetición de crímenes es Estados Unidos, con un 70 por 100 de convictos que vuelven a ser acusados tras salir de la cárcel. En Noruega, la tasa es solo del 20 por 100. En España, la tasa de reincidencia penitenciaria ronda el 30 por 100, y ha bajado considerablemente en la última década.

Parece que la recaída en el crimen no tiene tanto que ver con la mente del criminal como con el sistema penitenciario. Los países con una distribución de la riqueza más equitativa (Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia) son los que menores tasas de reincidencia sufren. Los países con sistemas penales donde se aplican más años de cárcel e incluso la muerte a los delincuentes (Estados Unidos, Irlanda, Francia...) están a la cabeza de la reincidencia.

La propensión a delinquir es algo que escapa a la matemática. Los últimos estudios sobre violencia de género en España han demostrado que la tasa de reincidencia para este crimen está entre el 5 y el 10 por 100 dos años después de salir de la cárcel. El 80 por 100 de los que reinciden han sido diagnosticados de alguna filia (pederastas, depredadores sexuales...) Realizar un estudio clínico de los acusados podría ser muy útil a la hora de determinar si están plenamente reinsertados.

Aún así, una tasa de entre el 5 y el 10 por 100 de recaída no parece soportable, porque estamos hablando de delitos que en muchas ocasiones acaban en la muerte de las víctimas. ¿Podrían, entonces, asegurarse tasas menores? Algunos expertos han puesto ahora sus esperanzas en la Inteligencia Artificial. Ya hay en marcha programas que emplean esta tecnología para determinar el grado de reinserción de un preso que ha pasado por la cárcel. ¿Demasiado frío? ¿Demasiado futurista? ¿Demasiado peligroso? El tiempo dictará sentencia.