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Un bisturí inteligente capaz de «oler» el cáncer

El dispositivo, bautizado iKnife, diferencia tejidos sanos de cancerosos tras un análisis de apenas tres segundos

Los prototipos del iKnife cuestan hasta 300.000 euros
Los prototipos del iKnife cuestan hasta 300.000 euroslarazon

Un nuevo bisturí inteligente es capaz de decir, en apenas tres segundos, si el tejido que está sajando el cirujano es canceroso. El dispositivo, desarrollado por científicos europeos, puede mejorar el tratamiento quirúrgico de muchos tipos de cáncer, como el de mama. Actualmente, el 20% de las mujeres sometidas a una extirpación de un tumor en su pecho deben volver al quirófano para retirar restos de tejido canceroso que pasaron desapercibidos para el cirujano.

El nuevo bisturí, bautizado iKnife por sus creadores, es en realidad un electrobisturí, que transforma energía eléctrica en calor para cortar tejidos blandos. En este proceso, los tejidos alcanzan temperaturas muy elevadas y de ellos sale, literalmente, humo. El iKnife absorbe las moléculas de ese humo y las envía a un espectrómetro de masas, un aparato que analiza los ingredientes del humo, diferentes en función de si es un tejido sano o canceroso. Los vapores de cada tejido tienen una huella química aparentemente inconfundible.

"Todavía es un aparato experimental, pero creo que podría llegar a los hospitales en dos o tres años", explica el inventor de este bisturí inteligente, el químico húngaro Zoltán Takáts. Actualmente, los cirujanos extirpan el cáncer junto con un reborde de tejido sano para intentar garantizar la extracción total del tumor, pero los fallos son habituales. En caso de duda, el cirujano puede enviar el reborde de tejido a analizar en busca de células cancerosas, pero este proceso implica mantener al paciente bajo anestesia durante una media hora hasta que llegan los resultados.

3.000 tejidos humanos

El iKnife elimina todas estas complicaciones y reduce el proceso a un análisis de tres segundos. Los primeros prototipos cuestan entre 200.000 y 300.000 euros cada uno, según Takáts, de la Escuela Imperial de Londres, una de las mejores universidades del mundo. La patente pertenece a la empresa húngara MediMass.

La primera prueba del bisturí inteligente en seres humanos, cuyos resultados se publican en la revista Science Translational Medicine, ha conseguido diagnosticar tejidos de 91 pacientes con un 100% de precisión. En uno de los casos descritos, un hombre de 69 años entró en quirófano con un tumor sin clasificar en tráquea, bronquios y pulmones. En tres segundos, el iKnife diagnosticó un carcinoma de células escamosas, un tumor maligno y muy agresivo.

Antes del ensayo, los investigadores crearon una base de datos de los ingredientes moleculares del humo surgido al cortar con electrobisturí unos 3.000 tejidos humanos.

Detector de bacterias

"El cáncer no es la única aplicación del iKnife, también se podría utilizar en el campo de la seguridad alimentaria", advierte Takáts. Su grupo ya ha probado con éxito el bisturí inteligente para diferenciar carne de vaca de carne de potro, tras el escándalo vivido a principios de este año, cuando se supo que en varios países europeos se vendía caballo como si fuera ternera. "También se podría utilizar en enfermedades inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa", explica el químico, que también ha probado el bisturí para detectar bacterias.

En un comunicado, el ministro de Salud británico, Earl Howe, ha declarado que "el iKnife podría reducir el número de personas que necesitan una segunda operación contra el cáncer"y se ha vanagloriado de que "este proyecto muestra una vez más cómo la financiación del Gobierno está poniendo al Reino Unido en la vanguardia de la mejor investigación en salud del mundo". En 2011, Reino Unido dedicó casi 40.000 millones de dólares internacionales a I+D, aproximadamente el doble que España.

El iKnife todavía tiene un punto débil. Aunque se ha probado con éxito en humanos, los cirujanos no podían ver los resultados de sus análisis en tiempo real. Para el próximo año, el equipo de Takáts prepara un ensayo con entre 1.000 y 1.500 personas para comprobar si el hecho de que los cirujanos conozcan los análisis al instante mejora el tratamiento de los pacientes.

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