Jaime Mayor Oreja

Una nueva actitud

La Razón
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El relativismo, nuestro principal adversario, una moda dominante, necesita negar las referencias permanentes, niega la misma idea de la verdad. Necesita con histérica urgencia desmontar las verdades, las referencias sólidas que se han ido configurando en nuestra sociedad. Por ello, su principal aliado es la fuerza de la mentira. Precisa convertir esas mentiras en algo normal, sin importancia. Ésta es la causa primaria de la crisis, la causa de las causas: una crisis de conciencias, una crisis moral, una crisis de actitudes personales, una crisis de la verdad.

La misma crisis moral que nos ha hecho vivir por encima de nuestras posibilidades es la que, antes de eso y por encima de eso, lleva mucho tiempo causando la trágica realidad del desprecio a la vida. Y también la destrucción del equilibrio entre derechos y obligaciones, la agenda de nuevos y falsos derechos, la creciente expansión de la mentira enmascarada en lo políticamente correcto. La relativización del derecho a la vida está en la vanguardia de una agenda de nuevos y falsos derechos que, en realidad, significa el desprecio y la supresión de las obligaciones morales.

El derecho a la vida, la obligación de la defensa de la dignidad de la persona, es reemplazado por el aborto, por un supuesto y por ello falso derecho a decidir sobre la vida de un ser humano.

El aborto como derecho, que es la expresión más dañina de la actual regulación del mismo en la legislación española, constituye el hecho más grave de un proyecto político de ingeniería social, que se instaló en el Gobierno anterior.

Por todo ello, dentro de un indispensable cambio de actitud personal y colectiva, la iniciativa popular europea «One of us»(«Uno de nosotros») en defensa de la dignidad de la persona, que necesita un millón de firmas antes del uno de noviembre, nos marca un camino de rectificación. Estoy convencido de que la «dulce tiranía del relativismo» que sufrimos, pese a su avance implacable de hoy, está condenada al fracaso, como lo estuvieron desde su origen los totalitarismos de todo signo. Pero tenemos que saber cambiar de actitud porque no es lo mismo la resignación cómplice que ser capaces de ir poniendo los cimientos de un proyecto de regeneración.