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Salud

Una Sanidad en Mayúsculas

La ministra de Sanidad se ha visto claramente superada en su ámbito de responsabilidades y a la que políticamente se le suma la irrelevancia

La consejera de Sanidad, Fátima Matute, toma posesión de su cargo, durante la toma de posesión del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid en la XIII legislatura Alejandro Martínez VélezEuropa Press

¡¡Sanidad Pública Universal!! Este es el mantra favorito que emplean de manera constante los políticos de la izquierda, especialmente los madrileños. Como si los madrileños no supiesen qué sistema sanitario tienen fruto de la libertad y de la libre elección y que cuenta con los mejores profesionales sanitarios a su alcance. Una sanidad en mayúsculas.

Y es que a tenor de las últimas encuestas, que siguen refrendando, confiando y ampliando la buena gestión del Gobierno de Díaz Ayuso, no parece ya que eslóganes tan injustos sigan calando en la sociedad.

Durante estos últimos días hemos podido asistir al enésimo triple salto mortal de la ministra de Sanidad, Mónica García claramente superada en su ámbito de responsabilidades y a la que políticamente se le suma ahora la irrelevancia. Fue una profunda tristeza ver como el Sanchismo con tal de gobernar despreciaba y regalaba la sanidad a un socio minoritario como es Sumar y además no para mejorarla sino solo para atacar a la Comunidad de Madrid como único objetivo político.

En este buen ambiente García ha vuelto a hacer lo que mejor sabe hacer, el agit-prop, el trampantojo, el cartón piedra traducido en anuncios vacíos carentes de lo más básico como es su financiación y el cómo aterrizarlos en una sanidad tensionada por la falta de recursos humanos y económicos, algo que Consejo Interterritorial tras Consejo Interterritorial, todos los responsables autonómicos en materia sanitaria le hemos puesto encima de la mesa, junto con nuestra responsabilidad y disposición a trabajar.

Y es que la sanidad es el mayor tesoro que tenemos y se merece que todos nuestros esfuerzos vayan dirigidos a conservarla y mejorarla, necesitamos un Pacto de Estado con mayúsculas.

Sirva como último ejemplo el tan anunciado Plan de Salud Mental que las comunidades autónomas le devolvimos a los corrales por su falta de rigor y por no contar, como también es marca de la casa, con algo tan fundamental como es la participación de los profesionales y técnicos competentes para abordar algo tan serio y preocupante en estos momentos. Tras enmendar el plan técnicamente, no política, ni ideológicamente como ella señaló, y una vez aprobado, García sin sonrojarse se felicita por haber sido capaz de dotar a cada ciudadano de este país con 0,80 euros para desarrollarlo. Ver para creer.

Otra polémica más que se suma estos días al ya largo elenco de errores, es el Anteproyecto de Ley de Medicamentos y Productos Sanitarios, otro ejemplo del caos que reina en su ministerio, con posicionamientos en contra de los pacientes, de los colegios profesionales y de la industria farmacéutica, y de nuevo sin contar con los gobiernos regionales, una absoluta falta de lealtad institucional y otra demostración de cómo conseguir poner a todos en su contra con independencia del color político, otra muestra más de cómo construir la casa por el tejado que bien podría haber tenido como prioridad básica en sus cimientos, ya que hablamos de fármacos, abordar antes la financiación de muchos de ellos que permiten salvar vidas y que el Ministerio de Sanidad sencillamente no quiere financiar, tirando además la equidad y su tan manida universalidad por el desagüe.

Fármacos como es el Blinatumomab, para luchar contra la leucemia linfoblástica, el cáncer infantil más común, el Pluvicto, que permite tratar el cáncer de próstata metastásico que se suma al denegado del triple metastásico de mama, o el Skyclarys, para la ataxia de Friedreich, una enfermedad neurológica grave, no son materia de interés para una Mónica García a la que luego sí se le llena la boca, copiando eslóganes, de que entre todos tenemos que “ensanchar la sanidad”, pero mantener bien estrecha la financiación, que para pagar ya están las Comunidades Autónomas, especialmente la de Madrid, esa a la que no pierde un minuto en atacar siempre que puede, y especialmente a su presidenta, como recuerdo constante de aquel escaño que ocupó en Vallecas, un trauma que no supera tras ser vapuleada por los madrileños en mayo de 2023 y que otorgó a Díaz Ayuso una mayoría absoluta sin paliativos. García no ha levantado aún cabeza y eso se nota en su día a día.

A la reciente manifestación del pasado 5 de abril donde profesionales de toda España, de la sanidad pública y privada le afearon en Madrid el planteamiento restrictivo, regresivo y sectario de su reforma del Estatuto Marco, ese que cercena la libertad laboral de un colectivo profesional que siempre la ha tenido, se suma en el horizonte una inminente huelga de médicos el próximo 23 de mayo, que poco o nada parece importarle a Mónica García, que además de no poder sujetar más esa pancarta, ya solo piensa en refugiarse en la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando el castillo de naipes que ha construido en el ministerio se derrumbe por completo.

Desatiende sus labores como ministra de toda España para centrar su obsesión en hacer oposición a Madrid, porque como ella misma ha verbalizado es lo que mejor conoce, tras año y medio en el cargo más le valdría conocer y trabajar para todas las comunidades autónomas como por ejemplo son Ceuta y Melilla, que registra los peores indicadores sanitarios del país y que dependen única y exclusivamente de su gestión directa.

Los políticos, los sanitarios que tenemos una verdadera vocación de servicio, no nos desviaremos de nuestro único objetivo, que es mejorar la vida de los ciudadanos, por ello necesitamos un plan estatal de recursos humanos, necesitamos una financiación sociosanitaria adecuada, que con los presupuestos de Sánchez prorrogados hace insostenible este sistema, para ello nuestro trabajo, nuestro conocimiento, nuestros técnicos y la voz de los profesionales y de los pacientes siempre estarán al servicio de una Sanidad en mayúsculas.