Energía

Kosovo retrasa sus microondas seis minutos

El conflicto entre Serbia y Kosovo pone en peligro el suministro eléctrico europeo y, de momento, está provocando que todos los relojes del continente estén empezando a dar mal la hora

Kosovo retrasa sus microondas seis minutos
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El conflicto entre Serbia y Kosovo pone en peligro el suministro eléctrico europeo y, de momento, está provocando que todos los relojes del continente estén empezando a dar mal la hora.

Si esta semana ha llegado algún día tarde a trabajar puede echarle la culpa al conflicto entre Serbia y Kosovo. Es probable que no le crean, y que su jefe o jefa prefiera que le diga que se han pinchado las ruedas del tren, pero en este caso, la excusa sería científicamente demostrable. Y es que buena parte de los relojes de alimentación eléctrica de Europa han retrasado hasta seis minutos durante las últimas semanas. Sí: los relojes que están enchufados a la red eléctrica y no tienen otra fuente de alimentación, los de sobremesa, los de los microondas y hornos, entre otros, han empezado a dar mal la hora. Y el motivo es un déficit de suministro eléctrico en la red europea provocado por el conflicto de autoridades entre Serbia y Kosovo. Así lo ha afirmado la Red Europea de Sistemas de Transmisiones Eléctricas, el organismo que controla la sincronización de las redes eléctricas de una franja de mundo que va desde España a Turquía y de Holanda a Polonia. Una desviación en la frecuencia de corriente alterna ha afectado a millones de hogares continentales. El origen de la desviación está en el bloque SMM (Serbia, Macedonia, Montenegro) y más específicamente en la frontera entre Serbia y Kosovo.

Los relojes con alimentación en la red eléctrica miden el tiempo en función de la frecuencia de la corriente. Otros relojes tienen piezas de cuarzo, pilas o cuerdas para funcionar. Pero el despertador que enchufamos a la pared o el reloj de los electrodomésticos funciona a partir de la frecuencia de la corriente alterna. La frecuencia se mide en ciclos por segundo o hercios.

La corriente eléctrica en el sistema de suministro europeo circula a 50 hercios. Es decir, que cada segundo se producen 50 cambios de dirección en el flujo de electrones. De ese modo, un reloj enchufado a la red puede «saber» cuándo ha pasado un segundo. Pero desde mediados del mes pasado el suministro de electricidad ha variado su frecuencia. Lo ha hecho muy poco, quizás menos de 0,004 hercios, insuficiente para que se note en el suministro de luz, pero suficiente para volver locos a los relojes.

Esta desviación media de la frecuencia no tiene precedentes en Europa y ha alertado a las instituciones reguladoras de la materia.

El origen está lejos de España. Serbia y Kosovo forman parte de nuestra red eléctrica. Kosovo está obligado a mantener el equilibrio de la red a su paso por su territorio y Serbia debe ayudar a Kosovo técnicamente. Pero este acuerdo no termina de ser amistoso. De hecho Serbia se ha negado tradicionalmente a reconocer la autonomía kosovar también en materia energética. La disputa genera defectos en el sistema. Exactamente hay un déficit de 113 gigawatios horas en la demanda de Kosovo que, como una cascada, está afectando a toda la red.

La clave del problema está en la sincronización. Una red eléctrica debe elegir el voltaje y la frecuencia a la que opera. Todos sabemos que algunos aparatos comprados en otro continente no funcionan en Europa porque operan a voltajes o frecuencias diferentes (hay que usar un transformador). Por eso se establecen regulaciones que equiparan las condiciones de la corriente entre países.

La frecuencia de uso en esta zona de Europa es 50 hercios. 25 países de la Europa continental han sincronizado así su frecuencia. Durante las últimas semanas, sin embargo, los medidores de frecuencia de las compañías suministradoras han registrado valores algo inferiores. En el momento de escribir este artículo, por ejemplo, el medidor de Swissgrid arrojaba un total de 49,960 hercios.

Para mantener la frecuencia estable es necesario que exista equilibrio entre la demanda y la oferta de energía. Por eso, el decalaje de demanda kosovar ha afectado a toda la red.

El sistema de suministro de luz funciona correctamente entre 47,6 y 52,4 hercios. Si se alcanzan los límites inferior o superior, los generadores conectados deben desconectarse. Pero antes de llegar a ese extremo, hay medidas de seguridad que pueden adoptarse con antelación.

El problema es que, aunque el suministro de electricidad no se vea afectado dentro de esos límites, pequeñas desviaciones pueden afectar a los relojes.

El retraso del reloj de cocina puede ser un mal menor. Pero muchas máquinas de precisión en la industria también funcionan ajustadas a la frecuencia de la corriente y en este caso las imperfecciones pueden ser más graves.

¿Y puede hacerse algo para evitarlo? Lo primero que hay que hacer es compensar la desviación. Quizás a lo largo de esta semana, los ajustes en la red puedan lograr este objetivo. Pero la causa de origen (la pérdida de cantidad de energía por el desequilibrio en la demanda de Kosovo) permanecerá. Y su solución no es técnica, sino política.

El problema surgió cuando varias averías provocaron el desplome de algunos generadores en Kosovo. Según los acuerdos internacionales, Serbia debe suministrar ayuda técnica a su antigua provincia en estos casos (no en vano, la red eléctrica kosovar fue en su día serbia). Pero las autoridades de Serbia se han negado a cumplir este compromiso.

La disputa no es nueva, procede de antaño e incluso incluye conflictos graves sobre la titularidad de las empresas que deben suministrar luz en las zonas fronterizas entre ambos países.

Aunque la electricidad no conoce fronteras y cualquier desequilibrio que pueda producirse en un lado de la red afecta al resto del sistema.

Mientras el conflicto se resuelve, y puede ir para largo, lo mejor que podemos hacer es comprobar que los relojes están en hora o utilizar otro tipo de dispositivos (el reloj del teléfono móvil o relojes de cuarzo) que no se ven afectados de ninguna manera por la desviación de las corrientes.