Opinión

Tensión con Israel

El Papa, por su parte, no ha dejado pasar una sola ocasión para pedir que cese la escalada de violencias

Antonio Pelayo
Antonio PelayoLa RazónLa Razón

Las relaciones entre el Estado de Israel y la Santa Sede han sido siempre delicadas y complejas por razones políticas y religiosas. Desde las sucesivas visitas de los papas a Tierra Santa y a la Sinagoga de Roma la situación había mejorado pero la explosión bélica del 7 de octubre en Gaza ha suscitado un clima de recelos y sospechas.

El incidente más reciente lo ha creado el secretario de Estado. El cardenal Parolin declaró: «Pido que el derecho de Israel a su defensa, invocado para justificar esta operación, sea proporcional pero no es el caso con 30.000 muertos». El prelado añadió su «condena clara y sin reservas» del ataque de Hamás del 7 de octubre así como «de todo tipo de antisemitismo», sin dejar de señalar que «todos estamos indignados» con «esta carnicería». Horas después la Embajada de Israel ante la Santa Sede hacía público un comunicado considerando «deplorable» la declaración del cardenal. «Juzgar la legitimidad de una guerra –se decía– sin tener en cuenta todas las circunstancias y los hechos pertinentes lleva inevitablemente a conclusiones erróneas». Una primera reacción vaticana a esta protesta la dio un editorial en «L’ Osservatore Romano» con el título «Parar la carnicería» subrayando que «nadie puede definir lo que está sucediendo en Gaza como un ‘daño colateral’ de la lucha contra el terrorismo».

Al día siguiente el embajador israelí Raphael Schutz recogía velas y reconocía un error en la traducción de su comunicado sustituyendo la palabra «deplorable» por «desafortunada». Además afirmaba «no tener la más mínima duda sobre las buenas intenciones del Vaticano y comparto la invitación de Parolin a no perder la esperanza pero ahora no me siento cualificado para para determinar cual sería para la Santa Sede el modo más eficaz de canalizar su autoridad moral única».

El Papa, por su parte, no ha dejado pasar una sola ocasión para pedir que cese la escalada de violencias y las muertes de víctimas inocentes.