Alzheimer

Un solo gen puede determinar la gravedad de la enfermedad

El alzhéimer es la más común de las llamadas taupatías, y afecta a 10 de cada 100 personas mayores de 64 años. Entre otras taupatías conocidas están la encefalopatía traumática crónica, que afecta a boxeadores o profesionales de deportes de contacto

Un solo gen puede determinar la gravedad de la enfermedad
Un solo gen puede determinar la gravedad de la enfermedadlarazon

El alzhéimer es la más común de las llamadas taupatías, y afecta a 10 de cada 100 personas mayores de 64 años. Entre otras taupatías conocidas están la encefalopatía traumática crónica, que afecta a boxeadores o profesionales de deportes de contacto.

Llevamos más de 25 años estudiándola, pero aún no sabemos realmente por qué hace lo que hace. Se trata de una variación en el gen ApoE4 que está implicado en la aparición del alzhéimer. Las personas que portan esa variación tienes 12 veces más riesgo de padecer la enfermedad. De manera que el ApoE4 se ha convertido en el principal vector conocido del mal y, por lo tanto, un codiciado objetivo de la ciencia. Pero no se conocen cuáles son los mecanismos de actuación de este gen, la razón por la que su sola presencia es tan perjudicial.

Hay indicios que ayudan a entenderlo. Por ejemplo, cuando el gen modificado está presente, aumenta la acumulación de placas de proteína beta amiloide en el cerebro. Pero la simple acumulación no parece suficiente para matar a las células neuronales y activar el deterioro propio del alzhéimer. Ahora podemos estar un poco más cerca de entender el proceso y, quién sabe, si de encontrar una estrategia terapéutica para empezar a atracar al mal.

Un estudio de la Universidad de Washington ha demostrado que la presencia del ApoE4 modificado aumenta el deterioro del cerebro mediante la exposición tóxica a otra proteína que se conoce desde hace tiempo: la tau. Su acumulación en pacientes con ApoE4 variada genera daños. En pacientes que no tienen ese gen, el mal es menor. De ese modo, los autores de la investigación creen que es ese gen el que debe considerarse la prioridad médica para combatir el alzhéimer. La acumulación de tau está directamente relacionada con el deterioro del cerebro. Pero el estudio de Washington demuestra que ese daño aumenta cuando aparece la versión dañina del gen en cuestión. «Eso significa que si podemos reducir el nivel de incidencia del ApoE4, estaremos más cerca de detener el avance del mal», ha declarado David Holtzman, autor del estudio.

El alzhéimer es la más común de las llamadas taupatías, y afecta a 10 de cada 100 personas mayores de 64 años. Entre otras taupatías conocidas están la encefalopatía traumática crónica, que afecta a boxeadores o profesionales de deportes de contacto. Holtzman es experto en este tipo de enfermedades y ha querido estudiar las bases genéticas de algunas de ellas. Para ello ha generado una cohorte de ratones que tienen modificado el gen ApoE4 con una variable muy parecida a la que en humanos produce alzhéimer. A la edad de nueve meses, los que habían recibido esa variable mostraron claros síntomas de deterioro neuronal. El hipocampo y el cortex entorrinal de los animales redujeron su tamaño. Estas dos áreas son fundamentales para el desarrollo de la memoria. Los ratones que recibieron otra variante del gen ApoE2, que en humanos parece proteger contra la demencia, no sufrieron daño alguno. Pero lo que más interesó del resultado es que los animales dañados mostraron mayor tendencia a reacciones inflamatorias propias de la respuesta inmune.

Previamente, los autores habían realizado un extenso trabajo de campo con autopsias de cerebros humanos dañados para entender mejor la relación entre el gen y la respuesta patológica. El gen ApoE da instrucciones para el transporte de colesterol por la sangre. Hay algunas personas, muy pocas, que carecen de ese gen y están condenadas a vivir con altas tasas del colesterol que no se reducen a no ser que utilicen medicamentos de por vida. Pero cuando este gen deja de expresarse en el cerebro el efecto no es negativo. De alguna manera, la actividad de este gen, necesaria para el resto del organismo, deteriora las capacidades cognitivas.

De manera que la mejor opción para reducir los efectos del alzhéimer podría ser tratar de bloquear ese gen, incluso en personas en las que se ha acumulado la proteína Tau o la beta amiloide. Durante años, la ciencia ha enfocado sus trabajos hacia la reducción de esas dos proteínas dañinas, pero ahora puede que tengamos una nueva vía de acción delante de los ojos. No tratar de acabar con la acumulación proteínica sino atacar al gen que condiciona realmente la aparición de la enfermedad. El alzhéimer es todavía incurable, pero sin duda se abre una nueva ventana para la esperanza.