Estrecho de Gibraltar
Una vida al rescate en el Estrecho
Isarel Díaz es el patrón de la «Salvamar Alkaid», la embarcación de Salvamento Marítimo que más rescates hace de todas las desplegadas en España.
Israel Díaz ha rescatado en los últimos 20 años a miles de inmigrantes que tratan de alcanzar las costas españolas a través del Estrecho de Gibraltar y parece que aún tendrá que rescatar a muchos más: "Es prácticamente imposible hacer este tramo en las lanchas de juguete que ahora usan", dice.
Díaz es el patrón de la "Salvamar Alkaid", la embarcación de Salvamento Marítimo que más rescates hace de todas las desplegadas en España porque tiene su base en la "boca del lobo", el puerto de Tarifa (Cádiz), el punto más cercano a la costa española desde Marruecos, del que le separan sólo 14 kilómetros.
Fue por ello el lugar al que se dirigieron las primeras pateras y a día de hoy sigue siendo el objetivo al que se enfilan casi a diario subsaharianos que en muchos casos nunca antes de lanzarse a ese peligroso tramo han visto el mar.
"Antes se respetaba la climatología, con temporal no cruzaban, no arriesgaban sus vidas. Hoy eso no ocurre, se lanzan a la mar con lo que haya, hay veces que les encontramos con olas de cinco metros", explica Israel Díaz a Efe.
Él, que fue pescador, lleva la mitad de su vida salvando las vidas de muchos de estos inmigrantes, primero con Cruz Roja y desde hace nueve años como patrón de la Salvamar Alkaid, cuyo nombre es el de una de las estrellas de la Osa Mayor.
En este tiempo han sido muchos miles (en algunos años ha superado los 3.000) los inmigrantes que ha rescatado y llevado a tierra: "Sus caras no se pueden describir, son un cúmulo de sensaciones, desde el pánico a la alegría", cuenta.
La casi cotidiana maniobra para acudir a estos rescates marca su vida y la de las otras siete personas que con él se turnan, en equipos de cuatro, para trabajar semana sí y semana no en la Salvamar Alkaid, en un operativo que no descansa "las 24 horas del día de los 365 días del año".
"Prácticamente te vas a la cama sabiendo que vas a amanecer en el mar. Lo tienes todo organizado para cuando llega la llamada, a cualquier hora, empezar a correr. Tardo veinte minutos desde que estoy dormido en mi cama hasta que el barco sale".
Es entonces cuando la Salvamar Alkaid busca la patera, en ocasiones con la ayuda del helicóptero Helimer, "peinando"una zona en la que "la distancia es corta pero el mar se ve muy grande".
Cuando la localizan lo primero es "transmitir calma, porque están muy nerviosos, se quieren poner de pie y hacer señales con las manos, es un momento muy peligroso porque es facilísimo que vuelquen".
"Hasta que no están todos sentados no nos acercamos a ellos. Lo hacemos muy poco a poco, es una maniobra muy delicada porque con un pequeño golpe de las dos embarcaciones se podrían caer al agua", relata Díaz.
"Antes de tocar embarcación con embarcación echamos cabos y, una vez amarrados, los acercamos a nuestro costado y los embarcamos", una maniobra para la que se visten con monos, guantes y mascarillas blancas en prevención de riesgos sanitarios.
Hay quien hasta reza para agradecerles el rescate, aunque una vez en la cubierta de la Salvamar Alkaid "se quedan dormidos"por lo general en el trayecto hasta el puerto, en el que en alguna ocasión se tienen que detener para recoger otra "patera".
Ser rescatados por Salvamento Marítimo, que les lleva a la costa española donde primero les atiende Cruz Roja y después pasan a manos de la Policía y se inician los trámites para su repatriación o su ingreso en un Centro de Internamiento de Extranjeros, no es para ellos el fracaso de un viaje en el que algunos han invertido hasta cinco años y atravesado desiertos.
"Lo normal es que salgan de Marruecos por la noche y que a primera hora de la mañana llamen directamente a Salvamento Marítimo para que les localicemos y les rescatemos. Su intención no es llegar a nado o a remo a la costa española, saben que España les va a rescatar", dice el patrón, que sospecha que estas llamadas a veces se hacen incluso "en la misma orilla"antes de lanzarse al mar.
Antes lo hacían en embarcaciones de madera, después en zodiac, pero desde hace unos cinco años lo hacen, de forma más barata e independiente de redes, en unas lanchas de juguete "muy inseguras"y en las que "tardarían una eternidad"o "no lo conseguirían nunca"porque las corrientes y vientos acabarían conduciéndoles hacia el Mediterráneo o el Atlántico.
Sus miradas y gestos de agradecimiento son la mayor recompensa de un trabajo que tiene su peor cara cuando no han llegado a tiempo y, en lugar de rescatar una vida, han recogido cadáveres.
"Son muchísimas menos, pero a veces cuando te llaman ya ha ocurrido la desgracia y no puedes evitar pensar qué distinto hubiera sido si hubiéramos llegado minutos antes. Pero es inevitable, no podemos hacer nada porque tenemos los mejores barcos del mundo, los mejores medios están aquí en España, lo mejor del mercado, yo diría que incluso por encima de los guardacostas americanos. Y las mejores tripulaciones también, gente con mucha experiencia", asegura.
"A los hechos me remito. Aquí no se ve que esto tenga un final, por lo menos a corto plazo. Mientras haya necesidades en otros países existirá el impulso de cruzar el Estrecho", sentencia.
Y los tripulantes de la Salvamar Alkaid seguirán allí pendientes de que estos trayectos no acaben en desgracia. Casi como una forma de vida: "Tenemos que aprender a seguir una vida normal, pero es difícil desconectar totalmente", confiesa.
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