La Razón solidaria

Yulin, el último destino de millares de canes chinos

Esta ciudad china organiza, con la entrada del verano, el polémico Festival de Consumo de Carne de Perro bajo una fuerte ola de críticas

Un perro permanece enjaulado en Yulin durante el festival de 2013
Un perro permanece enjaulado en Yulin durante el festival de 2013larazon

La ciudad china de Yulin, situada en la región de Guangxi, al sur del país asiático, lleva semanas preparándose para el festival que va a dar comienzo con el solsticio de verano. Allí, decenas de miles de perros y gatos serán sacrificados en esta urbe de más de seis millones de habitantes para consumir su carne y así dar la bienvenida a la nueva estación.

El Festival de Consumo de Carne de Perro no se debe a ninguna tradición oriental. «Surgió hace escasos años a raíz de una iniciativa de los comerciantes de carne de perro para hacer más dinero», afirma Raúl Arce-Contreras, portavoz de Humane Society International (HSI), una de las ONG que más ha potenciado la campaña en contra del festival de Yulin.

Según las investigaciones que han hecho algunas organizaciones, estiman que en 2012 se sacrificaron unos 10.000 animales y el año pasado cerca de 40.000. Para esta edición esperan que, gracias a la presión internacional que han promovido, el número de perros y gatos muertos sea menor.

Y es que la celebración levanta especial polémica por las duras condiciones a las que se ven sometidos los animales desde que son capturados para su posterior consumo. «Los perros son comprados por los comerciantes a las tiendas de animales cuando ya no están en condiciones de ser mascotas, se los llevan de los albergues policiales, son perros callejeros que han sido cazados tanto en zonas urbanas como rurales e incluso son mascotas que han sido robadas a sus propietarios. Y todo esto ha sido documentado», sostiene Arce-Contreras. Una vez que la cadena de compra-venta pasa a determinar el futuro de los animales, el maltrato que sufren crece progresivamente. Al proceder de multitud de puntos del país, su transporte hasta la capital de la carne de perro implica recorrer cientos o miles de kilómetros -en ocasiones los trayectos superan el día de duración- subidos en camiones repletos de rudimentarias jaulas. Durante este tiempo, el hacinamiento dificulta a canes y felinos que apenas puedan moverse con un mínimo de libertad lo que, sumado al hecho de que raramente se les proporciona comida o agua, hace que lleguen al destino en penosas condiciones o incluso muertos.

La última esperanza de estos animales pasa por que organizaciones como la mencionada HSI o el Grupo de Protección Animal Guangyuan BoAi tengan éxito en sus acciones sobre el terreno. Plataformas como estas tratan de liberar de sus jaulas a los perros y gatos antes de que llegue su final. Aún así, algunos corren mejor suerte que otros. «De los que terminan siendo rescatados, muchos no consiguen ser rehabilitados. Los animales que son consumidos por su carne no tienen que sufrir tanto como estos. La manera en la que son sacrificados es, muchas veces, a golpes o a cuchillo. El maltrato no está permitido en China y por eso tenemos la oportunidad de actuar», defiende el portavoz animalista.

Los esfuerzos que han realizado durante los últimos años ya han dado sus frutos sobre el desarrollo del festival. Peter Li, observador en China de HSI, explica que ya en 2013 «no se hizo el despiece de los animales en público, no se veían perros esperando en la calle a ser sacrificados y se quitaron todos los carteles que anunciaban el festival». «Ahora está prohibido sacrificarlos a la luz del día, pero antes se hacía a la vista de cualquier persona y del resto de perros», añade su compañero Arce-Contreras. Sin embargo, el movimiento crítico con el Festival de Carne de Perro crece con cada edición que se celebra. Este año, la visibilidad se ha multiplicado gracias a la campaña en redes sociales con la etiqueta #StopYulin2015, a la que se han sumado celebridades como el actor estadounidense Ian Somerhalder o el comediante británico Ricky Gervais. En reconocimiento al apoyo público de éste último, la HSI ha bautizado como «Little Ricky» a un perro que dicha organización ha podido rescatar en Yulin y llevar a Estados Unidos.

A todas luces, no se trata de un problema que quiera criminalizar una cultura. Los países de Occidente no ven a perros y gatos como un manjar, pero de la misma forma, podrían ser criticados, en base a motivos religiosos, por los hindúes por el hecho de comer ternera o por los musulmanes por consumir cerdo. La crítica a Yulin se enfoca hacia el riesgo sanitario de ingerir carne de animales no controlados y, sobre todo, hacia la falta de respeto por los derechos de los animales como seres vivos. «Unos 10 millones de perros son sacrificados cada año en China para consumir su carne. Pero no es una costumbre propia de la mayoría de la población. La mayor parte de la sociedad está en contra de su consumo y cada vez se está saliendo más a la calle para protestar por esta situación. Últimamente se está organizando más el país y los perros y gatos se están considerando como mascotas que forman parte de las familias que los acogen en sus casas. Es una bondad de las nuevas generaciones de ciudadanos chinos», explica Arce-Contreras. Será esta evolución, junto con la presión del resto de países, lo único que pueda amenazar seriamente el festival de Yulin y así salvar la vida de tantos animales.