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Stephen Malkmus, el indie era esto

El músico de Portland visita España para presentar su nuevo disco

Stephen Malkmus, el indie era esto
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Nueve años al frente de Pavement, una de las bandas más representativas del indie rock yanqui de los noventa. Trece al frente de The Jicks, el proyecto que comparte en primer plano con un grupo de amigos. Stephen Malkmus es una institución de la música independiente estadounidense, y sigue tan activo como el primer día o, si me apuran, aún más. La prueba es su nuevo trabajo, «Wig Out at Jagbags», una lección de pop raro que combina frescura y estructuras complejas. Canciones que divierten con cabeza.

-Su nuevo trabajo, «Wig Out at Jagbags», es de largo su trabajo más accesible y pop. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?

-Sí, es divertido y posee mucha vida. Quería hacer un disco que fuera simple pero a la vez intelectual. No me apetecía hacer canciones pop como The Beatles, porque nadie puede superarlos, además hay un montón de canciones que se parecen a ellos. Quería salirme de la estructura de la canción pop clásica, pasármelo bien en la grabación.

-Hay una canción de su nuevo trabajo, «J Smoov», que tiene un aire a The Carpenters y al soft rock de los setenta, pasados, claro está, por la «túrmix» del indie rock más inquieto. ¿Que nos puede decir sobre ella?

-Estoy totalmente de acuerdo. Es mi tema favorito del disco. Esa canción es como una flor que se abre y a medida que avanza descubres cosas nuevas de ella. Además tiene un arreglo de trompeta que me daba miedo pero que el resultado ha sido estupendo. Tiene un aire de soft rock pero de una manera moderna, no es una copia de Burt Bacharach o Chicago, que eran bastante buenos en lo suyo. Copiar es fácil y es algo que no me interesa. Sonar retro, como otros grupos clásicos, resulta aburrido.

-¿Qué recuerda de los años en Pavement? ¿Se arrepiente de alguna decisión tomada en esa época?

-La verdad es que en los noventa tuve un papel secundario, fue divertido. Y no me arrepiento de nada, ni de los errores. Cada etapa tiene sus cosas buenas y otras que son peores.

-En 2011 dejó Estados Unidos y se marchó a vivir a Berlín con su familia. Ahora ha vuelto a Portland. ¿Cómo resultó la experiencia?

-Decidimos irnos de mi país porque mi familia y yo estábamos aburridos, había que hacer otras cosas. Queríamos poner en marcha un cambio. Al vivir de la música y no tener ataduras de casi ningún tipo decidimos que viajar a Europa era una muy buena opción. Han sido tres años muy locos y divertidos

-¿Por qué ha vuelto a Portland?

-Echaba de menos mis cuarenta guitarras, mis aparatejos de música... Los tenía todos en mi casa de Estados Unidos. La verdad es que nos asustamos como americanos que somos y decidimos volver a lo que conocíamos mejor (risas).

-Es padre de dos hijos. ¿Es difícil conciliar la vida familiar con el rock?

-La verdad es que sí, pero de igual forma que lo es para padres que trabajan en oficios normales alejados de la música. En el fondo, es lo mismo. Es difícil pero te acabas arreglando.

-Lleva más de treinta años en el mundo de la música. ¿Qué consejo daría a una banda que ahora empieza a dar sus primeros pasos?

-Les diría que empiecen con su visión, a tener confianza en sí mismos, que no abandonen aquello en lo que creen. Que graben sus canciones sin productor y se autoediten sus primeros discos. Que intenten mantener su integridad artística y quie no se adulteren. Después, más adelante, pueden intentar fichar por un sello y trabajar con productores famosos, pero al principio tienen que mantenerse fieles a ellos mismos, ser verdaderamente independientes. Yo no abandonaría esa filosofía.

-¿Qué es lo que le sigue motivando para escribir canciones?

-Una compulsión. No puedo parar de escribir canciones. Quiero conectar con el mundo a través de ellas, de sus letras, de lo que son capaces de inspirarme. En mi vida normal soy incapaz, pero con mi música puedo dejar huella en este mundo, puedo hacer feliz a la gente, influir de alguna manera en la vida de las personas. Eso es algo maravilloso.

La sombra alargada de Pavement

Malkmus lleva más años compartiendo esfuerzos con The Jicks de los que pasó al frente de Pavement. Con todo, sus seguidores lo asocian con el segundo, una leyenda del pop indie americano de los años 90. El grupo de California nunca alcanzó las cuotas de popularidad que sí tuvieron en su momento otros compañeros de generación, pero dejó al menos tres obras maestras: «Slanted And Echanted» (1992), «Crooked Rain, Crooked Rain» (1994) y «Wowee Zowee» (1995), un terceto que les hizo ser valorados por la crítica como un grupo con posibilidades y un enorme futuro por delante. Tras disolverse en 1999, Pavement volvió a los festivales como cabeza de cartel en 2010, una de las mejores noticias que se podían dar en el panorama musical. El éxito de su regreso fue abrumador. Ironías del destino.