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Ni brujería ni mito: un estudio sugiere que el móvil y las luces LED están rompiendo el antiguo vínculo entre la Luna y la menstruación

Un estudio reciente examina registros menstruales de mujeres durante 24 años y apunta a una variación atribuida a la luz artificial nocturna frente al influjo de la Luna

El móvil y las luces LED interfieren en la relación entre la Luna y la menstruación
El móvil y las luces LED interfieren en la relación entre la Luna y la menstruaciónUnsplash

La naturaleza, en su infinita sabiduría, a menudo muestra una sincronización precisa de los procesos biológicos de diversas especies con fases particulares del ciclo lunar para optimizar su éxito reproductivo. En el caso del ser humano, el ciclo menstrual tiene una duración que se aproxima a la del ciclo de la Luna, un hecho que ha alimentado un debate persistente sobre una posible influencia lunar en la fisiología reproductiva humana, aunque siempre abierta a debate.

Igual que existen estudios que avisan de la nula conveniencia de que los menores de 13 años usen pantallas también los hay sobre la influencia que en el ciclo menstrual tienen tanto los teléfonos inteligentes como las luces LED en la alteración vista en la sincronía con las fases lunares durante los últimos quince años.

La luz artificial altera la conexión lunar del ciclo menstrual

En este sentido, un reciente análisis publicado en el medio especializado Science Advanced ha examinado los registros menstruales de mujeres a lo largo de los últimos veinticuatro años, contrastándolos con datos históricos del siglo pasado. Los hallazgos de esta investigación son importantes y están ampliamente respaldados: antes del año 2010, época que precede a la generalización de los diodos emisores de luz (LED) y el uso extendido de teléfonos inteligentes, los ciclos menstruales de las participantes mostraron una sincronía importante con las fases lunares.

No obstante, esta pauta parece haber cambiado ya que los datos posteriores a 2010 revelan que el acoplamiento entre el ciclo menstrual y la Luna se produce de forma destacada solo en el mes de enero. La hipótesis central de los investigadores es que las elevadas fuerzas gravimétricas existentes entre la Luna, el Sol y la Tierra durante el primer mes del año son suficientes para mantener esta conexión, mientras que la influencia creciente de la luz artificial nocturna ha mermado la sincronía en el resto de los meses.

El pormenorizado estudio evidencia cómo la conexión biológica antes de 2010 era una constante. Los registros analizados, que abarcan un periodo considerable, permiten trazar una clara distinción entre dos eras: una dominada por la exposición a la luz natural del firmamento nocturno y otra caracterizada por una iluminación artificial cada vez más omnipresente, un factor que ha podido incidir en el ritmo biológico.

Por otro lado, la investigación apunta a que la persistencia de la sincronía en enero se debería a un factor puramente astronómico. Las interacciones entre la Luna, el Sol y nuestro planeta generarían en ese mes unas fuerzas gravimétricas de consideración, lo que sería suficiente para que el organismo mantuviera, al menos puntualmente, el ritmo ancestral de acoplamiento con el ciclo lunar, a pesar de las interferencias lumínicas.

Además, la hipótesis planteada subraya que la exposición a la luz artificial durante la noche se ha convertido en un disruptor de este ritmo natural. La constante presencia de fuentes luminosas, provenientes de pantallas de dispositivos móviles y la iluminación urbana moderna, podría estar interfiriendo en los mecanismos fisiológicos que antaño permitían una armonización más generalizada del ciclo menstrual femenino con las fases de nuestro satélite natural a lo largo de todo el año.