Sostenibilidad

Google quiere acabar con los retos energéticos que plantea la IA llevando la infraestructura de sus centros de datos al espacio

Escapar al consumo masivo de recursos terrestres para alimentar la inteligencia artificial es el ambicioso objetivo de Google al explorar la construcción de centros de datos en órbita que funcionarían con la energía del sol

Las instalaciones de Google son escenario de diversas investigaciones en paralelo
Las instalaciones de Google son escenario de diversas investigaciones en paraleloGreg Bulla / Unsplash

Resulta que enviar un centro de datos al espacio podría ser, a medio plazo, más económico que construirlo en la Tierra. Esta es la sorprendente conclusión a la que ha llegado Google y la premisa que impulsa uno de sus proyectos más ambiciosos.

El gigante tecnológico hace tiempo que muestra una particular preocupación por cuanto lleva aparejado la inteligencia artificial en materia energética. Así, en verano, la compañía con sede en Mountain View presentó un proyecto para ayudar a la red eléctrica apagando tareas no esenciales o urgentes en sus centros de datos para ajustar o reducir el consumo eléctrico durante periodos específicos.

Pero sus planes no se quedan ahí ni en la reapertura de una planta nuclear en Iowa. La firma que lidera Sundar Pichai presentó en las últimas horas una investigación en su blog corporativo en la que calcula que, para mediados de la década de 2030, el abaratamiento de los costes de lanzamiento de infraestructuras al espacio, espoleado por empresas como SpaceX, hará que la balanza se incline a favor de las soluciones orbitales.

Una ambición que choca con la física del espacio

Esta apuesta futurista nace para solventar un problema muy terrenal y que Google ha demostrado tener muy presente: el ingente consumo de recursos que exige el desarrollo de la inteligencia artificial. La compañía estadounidense busca una alternativa a su dependencia de la red eléctrica y, sobre todo, del agua, un bien cada vez más preciado.

La solución que han diseñado se llama "Project Suncatcher" y su objetivo es crear potentes sistemas de computación en el espacio que se alimenten exclusivamente de energía solar.

Para ello, el plan contempla el despliegue de flotas enteras de satélites equipados con sus Unidades de Procesamiento Tensorial (TPU), los cerebros de su inteligencia artificial. Lejos de ser una simple idea, la iniciativa ya tiene una hoja de ruta. La compañía tecnológica planea lanzar dos satélites prototipo en 2027 que operarán en la órbita terrestre baja, el primer paso para comprobar si el concepto es viable más allá de los laboratorios.

Sin embargo, el camino hacia las estrellas no está ni mucho menos despejado. Los ingenieros del proyecto se enfrentan a obstáculos técnicos de primera magnitud, especialmente en lo que respecta a la gestión térmica y la fiabilidad de los componentes.

Disipar el calor que generan los procesadores en el vacío, donde no hay aire para la convección, es un desafío complejo. Garantizar que la electrónica soporte la radiación cósmica y las temperaturas extremas es otro reto de primer orden y que va a exigir un estudio más profundo para calibrar la verdadera viabilidad de "Project Suncatcher".

Por otro lado, Google no está sola en esta nueva carrera espacial. Otras compañías, desde la propia SpaceX hasta la startup Starcloud, también trabajan en proyectos similares para alojar la computación del mañana.

Con esta investigación se vislumbra un nuevo escenario de competición tecnológica, una nueva conquista del cosmos que ya no se libra en la superficie de nuestro planeta, sino en la última frontera, donde los datos podrían acabar, literalmente, orbitando sobre nuestras cabezas.

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