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qué fue del Walkman y por qué sigue siendo culturalmente relevante

¿Qué fue del walkman y por qué su legado sigue vivo?

Hace 45 años, el Walkman cambió para siempre la forma en que escuchamos música. Su legado sigue vivo en cada playlist y cada auricular. Así empezó todo

¿Qué fue del walkman y por qué su legado sigue vivo? GQ

Hace la friolera de 45 años que un pequeño aparato gris y azul cambió radicalmente nuestra relación con la música. Estamos hablando del Sony Walkman TPS-L2, el primer reproductor de cassettes portátil y unipersonal.

Lanzado el 1 de julio de 1979 —en poco más de un mes cumplirá los 46, se nos hace mayor el concepto—, no sólo permitió llevar canciones a cualquier lugar: creó un concepto nuevo de intimidad sonora que hoy damos por sentado y que podría volver visto el revival del cassette, aunque sólo sea a nichos.

Los walkman tradicionales, los de cinta de toda la vida fabricados por Sony, dejaron de producirse en 2010. Y sin embargo, su legado pervive en todos los smartphones y servicios modernos de streaming que usamos a diario.

La revolución cabe en un bolsillo: la era dorada de la música portátil

Una grabadora similar a esta fue el origen del WalkmaneBay

Como casi todos los grandes inventos, todo comienza con una necesidad personal. Masaru Ibuka, cofundador de Sony, quería escuchar sus discos de ópera durante sus viajes de negocios sin cargar con equipos voluminosos.

A raíz de esto, el equipo de ingenieros de la marca modificó una grabadora periodística llamada Pressman, añadiéndole una salida estéreo y unos auriculares ligeros. El resultado fue un dispositivo de 390 gramos que usaba dos pilas AA y podía mover cassettes de hasta 60 minutos de duración.

La mayoría de los grandes nombres de la fábrica no lo vieron claro. Muchos en Sony dudaban que el público estuviera dispuesto a pagar el equivalente a 400 euros actuales por algo que sólo reproducía música… y se equivocaban. Y de qué manera.

En dos meses se vendieron 50.000 unidades. Durante su primer año se vendieron 220 millones de reproductores portátiles. Su secreto no fue otro que abrir el acceso a todo el mundo a las bandas sonoras personales. Cualquiera podía crear su propio universo musical y vivir en un videoclip en la calle, en el transporte público o haciendo deporte.

A partir de aquí, durante buena parte de los años 80 y 90 el Walkman se convirtió en un incono pop. Los diseños coloridos de Sony —como el Walkman Sports resistente al agua de color amarillo de 1983— y funciones como el auto-reverse —que cambiaba automáticamente la cara de la cinta sin que tuvieras que abrir el reproductor; esto, jóvenes, era tecnología puntísima— hicieron que el pequeño aparato se volviera omnipresente.

Además, artistas como Michael Jackson lo usaban en sus vídeos musicales. Nuevas corrientes musicales se gestaron a raíz de circuitos de intercambio de cintas que, después, se consumían de forma privada usando un Walkman. Grupos tan distintos como Spandau Ballet o Metallica salen de sus respectivos circuitos de intercambio.

El llamado "efecto Walkman" generó intensos debates sociales. Los más críticos decían que la juventud se aislaba con sus auriculares —¿vale la pena recordar que en esta época la cancelación activa de ruido ni siquiera se vislumbraba?—, mientras que los usuarios valoraban poder elegir su ambiente sonoro en entornos muy ruidosos.

Entre 1987 y 1997, la existencia del Walkman y otros reproductores portátiles —que o bien lo imitaban, o bien reproducían otros formatos— provocaron un enorme auge de practicantes del running. Entonces y ahora la música se usaba para mantener la concentración, eso no ha cambiado. Y a todos nos es familiar la imagen de un runner con auriculares.

El ocaso del cassette y el legado digital invisible

El Sony CD D-50 fue el primer reproductor portátil de CDsWikipedia

Cuando el Discman apareció en 1984 y permitía llevarse CDs a todas partes se produjo la primera transición. Sony siguió usando para estos reproductores el nombre Walkman hasta que dejó de producirlos, y el primero de ellos —el CD D-50— era más compacto y ofrecía mejor calidad de sonido que el Walkman de cassette.

El golpe definitivo al formato llegó con el nuevo milenio, el iPod y el MP3. En 2008 se vendían sólo 1.000 cassettes según los registros oficiales, lo que llevó a Sony a detener la producción primero del modelo de cintas, y del reproductor portátil de CDs posteriormente.

Y ahora llega la paradoja: en pleno 2025 la marca japonesa sigue lanzando dispositivos con la marca Walkman, pero son reproductores como el FiiO JM21: con Android, dirigidos a audiófilos e increíblemente caros —aunque el JM21 es bastante asequible—.

Hoy en día su principal heredero es el smartphone. Cada móvil moderno cumple la promesa que hacía el Walkman de tener nuestra banda sonora particular en cualquier parte; tenemos un ordenador en el bolsillo que, además, funciona como una suerte de DAP, aunque ese concepto tiene casi 46 años.

Por otro lado, y esto lo mencioné ya en el artículo de las cassettes, quienes ya tenemos una edad nos hacíamos nuestras propias playlists usando el rudimentario método de grabar canciones de distintos artistas en una cinta virgen. Hoy en día, en medio del revival casetero, esto se conoce como "hacer mixtapes"; antes lo llamábamos "hacer cintas de varios".

Y hablando del revival que ya desgrané en otro artículo al que ya he hecho referencia varias veces… Sony sigue vendiendo reproductores cassette vintage… aunque para el mercado japonés. En territorio nipón las ventas de Walkman crecieron un 1.100% en 2023.

La batalla legal que casi borra su historia

Andreas Pavel con su Stereobelt y un diseño esquemático del mismoIndie Hoy

La historia del Walkman no está exenta de controversia. Andreas Pavel, un inventor alemán-brasileño con formación en filosofía en comunicación, patentaba en 1977 un dispositivo al que llamó Stereobelt. Este aparato permitía escuchar música en estéreo mientras se caminaba, anticipándose al Walkman de Sony dos años.

Cuando Pavel vio el Walkman en las tiendas, reconoció inmediatamente similitudes con su invento. Aquel momento comenzó una batalla legal que duraría 25 años. Sony rechazó inicialmente cualquier relación entre ambos dispositivos, argumentando que su idea había surgido de forma independiente con la premisa que comentamos al princpio del artículo.

La cosa no tuvo un desarrollo fácil. El caso se complicó debido a las diferentes leyes de patentes que tiene cada país, y Pavel aún hizo más nudos en la madeja al presentar demandas en Reino Unido, Estados Unidos, Alemania e Italia entre otros territorios.

La historia habla de Pavel como un hombre que vivía prácticamente en la ruina, dedicando todos sus recursos a los litigios mientras Sony usaba su poder económico para alargar los procesos judiciales.

En 2003, después de que Pavel lograra varios fallos judiciales favorables, Sony decidió llegar a un acuerdo. Se le reconoció al inventor del Stereobelt ser el desarrollador original del concepto del reproductor portátil estéreo, y la marca pagó una compensación estimada en 10 millones de euros —y regalías por ventas futuras—.

Como puedes ver, la innovación rara vez es obra de una sola persona o empresa. Andreas Pavel dijo en una entrevista para The New York Times que "las ideas flotan en el aire. Lo importante es quién las captura primero y las convierte en realidad".

El Walkman en la cultura popular: de icono generacional a símbolo nostálgico

En los años 80 del siglo pasado, el Walkman trascendió su función como reproductor para convertirse en un símbolo cultural que representaba libertad, individualidad y modernidad. Su presencia en el cine fue inmediata: puede verse a Michael J. Fox intepretando a Marty McFly en Regreso al Futuro (1985) llevando uno y convirtiéndolo en un adolescente de su tiempo.

La publicidad de Sony también hizo por que se lograra esta percepción. Sus anuncios mostraban a jóvenes activos mientras escuchaban música, transmitiendo el mensaje de que el Walkman era un sinónimo de vitalidad y libertad personal. La campaña My First Sony creó, además, una conexión emocional con toda una generación que creció asociando la marca con sus primeras experiencias musicales. Y pocas formas de fidelizar a un cliente existen que sean más potentes que la nostalgia.

En Japón incluso se creó una tribu urbana, la walkman-zoku. Este término servía para describir a jóvenes de ciudad constantemente conectados a sus auriculares, anticipando comportamientos sociales que hoy en día nos son muy familiares —y que no son exclusivos de los adolescentes—.

Gracias a producciones como Stranger Things o Guardianes de la Galaxia el Walkman ha vuelto a ganar relevancia cultural en pleno siglo XXI y en plena era del streaming o lo digital: presentan al reproductor de cassettes como un elemento de autenticidad histórica y conexión emocional.

Este revivir cultural ha impulsado incluso reediciones de modelos clásicos. En 2019, Sony lanzó una edición conmemorativa del TPS-L2 por el 40 aniversario del Walkman, que se agotó en días pese a su precio de 500 euros. Museos como el de Diseño de Londres o el MoMA de Nueva York exhiben permanentemente el Walkman como ejemplo de diseño industrial revolucionario.

El cassette resurge en plena era del streaming

Uno de los álbumes de Billie Eilish en cassetteBillie Eilish

Sí, ya lo sé, tengo un artículo mucho más extenso tocando este mismo tema, así que voy a pasar por aquí de puntillas —aunque puedes ir a leerlo cuando termines aquí si quieres profundizar, que está bien escrito y está hecho con mucho cariño—.

Bien, estábamos en el retorno del cassette. Hay diversas razones que lo explican:

  • Artistas consagrados que lanzan sus trabajos en cinta y en tiradas limitadas, convirtiéndolas en objetos de colección.

  • Los artistas independientes han vuelto a la maqueta tradicional a la hora de autoeditarse, además de que hay sellos que han descubierto que editar cassettes es muy rentable.

  • Tienen valor como merchandising distintivo. Quienes las sufrimos no las recordamos con cariño, esto ya lo he dicho en otras ocasiones. Y, sin embargo, tener una cinta de uno de tus grupos favoritos —sobre todo si ya tiene unos años— es algo especial para cualquier fan.

A estas razones más cuantificables podemos añadir que hay un ritual con el cassette, igual que lo hay en el vinilo. El aspecto táctil y la experiencia de insertar la cinta, darle la vuelta y escuchar un disco completo sin la posibilidad de saltarse canciones, aunque parezca increíble, atrae a públicos nacidos en la era digital.

La eterna banda sonora personal empezó hace 45 años

El espírituo del Walkman sigue vivoUnsplash

El Walkman puede tener ya una edad respetable —a pesar de estar en la flor de la vida, qué voy a decir yo—, pero seguimos sintiendo sus contribuciones a diario. Transformó nuestra relación con la música, convirtiéndola en algo íntimo y portátil que podía acompañarnos a cualquier parte. Algunos estamos muy agradecidos por algo así.

La influencia de las "cintas de varios" sigue vigente a día de hoy, y ya lo dije antes: eran nuestras listas de reproducción en el Pleistoceno. Hoy en día millones de usuarios crean versiones de estas cintas en plataformas como Spotify, Tidal o Apple Music, siguiendo el camino que abrió el Walkman: la música como extensión de nuestra identidad y como forma de expresión personal.

Para muchos DJs que comenzaron sus carreras en la década de 1980, el Walkman fue una herramienta transformadora: les permitía escuchar sus mezclas en cualquier lugar y entender cómo sonarían para su público en los clubs. Yo no soy DJ, pero me llevo mis mezclas en el móvil para escuchar de camino a mi casa cuando salgo de mi estudio. Y eso me ayuda a entender cómo las percibirá el cliente y cómo sonarán en equipos domésticos. El resultado no es el mismo, pero la base sí.

El Walkman también nos permitió crear ambientes sonoros para nuestra vida cotidiana. Es quizá la herencia más duradera del pequeño reproductor portátil de Sony, ese que está peligrosamente cerca del medio siglo de existencia. Porque sí, sigue existiendo, aunque ahora no se llame Walkman y sean otros fabricantes quienes los lanzan.

En definitiva, el Walkman no fue sólo un hito tecnológico: fue el detonante de una revolución silenciosa. Puso el poder de la música —y del silencio elegido— en manos de cada individuo, marcando el comienzo de esa banda sonora personal que hoy consideramos un derecho y no un privilegio.

Puede que el cassette haya sido desplazado por lo digital y que el propio Walkman sea, para muchos, un objeto de museo o de coleccionista. Pero su verdadero legado vive cada vez que alguien escoge una canción para acompañar un momento concreto, se aísla en su propio universo con unos auriculares o crea una lista de reproducción que solo tiene sentido para él.

Cuarenta y cinco años después, la idea sigue intacta: la música es nuestra, y cada cual la vive como quiere. El pequeño aparato gris y azul sólo fue el principio. Lo que vino después, lo seguimos escuchando a diario. Y es que no hay nada más grande que la música.