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No usar mascarillas y hacer vida normal: la polémica recomendación de unos expertos sobre el COVID-19

Se trata de la Declaración Barrington, firmada por decenas de científicos y que ha levantado ampollas por su contenido

La Declaración Barrington sobre el COVID-19 ha levantado ampollas por su contenido
La Declaración Barrington sobre el COVID-19 ha levantado ampollas por su contenidoCristina BejaranoLa Razón

Pese al avance constante en el conocimiento del virus SARS-CoV-2, se trata de una epidemia muy reciente y las reacciones no siempre son las más adecuadas. Principalmente porque hay mucho que se desconoce. Pero al igual que ocurre en otros campos, ciertas decisiones de expertos levantan algunas cejas y también ampollas. La más reciente es la conocida como Declaración de Great Barrington, un documento que pide que la vida se reanude con normalidad en un intento por desarrollar la inmunidad colectiva contra el COVID-19.

La carta, firmada por unos 50 expertos de diferentes campos señala que “las actuales políticas de confinamiento están produciendo efectos devastadores en la salud pública a corto y largo plazo. Los efectos conducirán a una mayor tasa de mortalidad en los próximos años, siendo la clase trabajadora y los miembros más jóvenes de la sociedad aquellos sobre los que recaerá el peso más grande de estas medidas. Dejar a los niños sin escuelas es una grave injusticia. Mantener estas medidas en pie hasta que haya una vacuna disponible causará un daño irreparable en los menos privilegiados, quienes terminarán siendo afectados de manera desproporcionada”.

“A medida que se desarrolla la inmunidad, el riesgo que todos tienen de infectarse (incluyendo los vulnerables) desciende", continúa. "La manera más humana de abordarlo es la de permitir a aquellos que están bajo un mínimo riesgo de muerte, vivir sus vidas con normalidad para alcanzar la inmunidad al virus a través de la infección natural, mientras se protege mejor a aquellos que se encuentran en mayor riesgo. Esto lo llamamos Protección Enfocada”.

La carta es obra de Martin Kulldorf, experto en bioestadística de la Universidad de Harvard, Jay Bhattacharya, profesor de medicina en la Universidad de Stanford e investigador asociado de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas, y Sunetra Gupta, experta en evolución de patógenos de la universidad de Oxford.

La declaración no habla de uso de mascarillas, sólo de la higiene y de quedarse en casa si estamos enfermos. Sí señala que “las escuelas y universidades deberían abrir para una enseñanza presencial. Las actividades extracurriculares, como los deportes, deberían reanudarse. Los adultos jóvenes de bajo riesgo deberían trabajar con normalidad, en lugar de hacerlo desde casa. Los restaurantes y otros negocios deberían abrir. Las artes, la música, los deportes y otras actividades culturales deberían reanudarse”.

Objeto de críticas

A Kulldorf, Bhattacharya y Guptase se unieron decenas de expertos que concuerdan con este punto de vista. Pero apenas fue publicada, en más de 20 idiomas, la declaración comenzó a ser objeto de críticas importantes y de fuentes también reputadas.

La Asociación de Salud Pública Americana (APHA) también publicó su opinión, firmada por unas 20 organizaciones y universidades. De acuerdo con la publicación, “la Declaración de Barrington no se basa en la ciencia y es peligrosa. Si se siguieran sacrificarían vidas al azar e innecesariamente. La declaración no es una estrategia, es una declaración política. Ignora una sólida experiencia en salud pública y se alimenta de una población frustrada. En lugar de vender falsas esperanzas que previsiblemente serán contraproducentes, debemos centrarnos en cómo manejar esta pandemia de una manera segura, responsable y equitativa”.

También se han manifestado en contra de la Declaración de Barrington más de 60 científicos que han publicado otra carta, esta vez en The Lancet en donde afirman que “intentar establecer la inmunidad colectiva como una estrategia pandémica causaría un daño severo y es casi seguro que fracasaría. Además del costo humano, esto afectaría a la fuerza laboral en su conjunto y abrumaría la capacidad de los sistemas de atención médica para brindar atención aguda y de rutina. Además, no hay evidencia de una inmunidad protectora duradera contra el SARS-CoV-2 después de una infección natural, y la transmisión endémica que sería la consecuencia de una inmunidad menguante presentaría un riesgo para las poblaciones vulnerables en un futuro indefinido”.

Independientemente de la opinión de cada vertiente y de cuál tiene razón, es el momento para que los expertos cooperen y den un mensaje consensuado.