La estafa detrás de Rosalía y Ana Rosa Quintana: así van a intentar robar tu dinero

El famoseo nos encanta. Y los hackers lo saben. Por eso, entre sus estratagemas para acceder a nuestros datos se encuentran diversos tipos de malware que se esconden tras nombres propios y que buscan infectar nuestros dispositivos. Así lo recoge, por decimocuarta ocasión, el estudio que McAfee realiza cada año sobre nuestra conducta en internet. especialmente, en este último, en el que el consumo de contenidos se ha disparado por culpa del confinamiento provocado por el COVID-19.

“Los ciberdelincuentes utilizan la fascinación de los usuarios por los famosos para conducir a los seguidores desprevenidos a sitios web maliciosos que instalan programas secretos en sus dispositivos, poniendo potencialmente en manos equivocadas su información personal y sus cuentas”, afirma Francisco Sancho, product manager consumer y mobile de McAfee. “Durante la cuarentena, todos hemos buscado más entretenimiento gratuito online que nunca y, como los criminales continúan utilizando prácticas engañosas para robar sus credenciales, es crucial que los fans estén atentos para proteger sus vidas digitales y piensen dos veces antes de hacer click”.

Las conclusiones que ha aportado este estudio dejan claro que los personajes más populares de los últimos meses son los que pueden ocasionar problemas a quienes naveguen por internet y busquen sus nombres. Entre ellos, aparecen Rosalía, Jedet o Ana Rosa Quintana, tres famosos que han sonado bastante durante 2020. “Los hackers se centraron en esta tendencia, siguiendo el comportamiento de los usuarios para desarrollar sus estrategias de estafa”, explica el estudio. La lista la completan: Alfonso Merlos, Dua Lipa, Becky G, Alba Flores, Alaska, Jorge López y Georgina Amorós.

Los más ‘peligrosos’ a nivel internacional

• Taylor Swift
• Mariah Carey
• Julia Roberts
• Jason Derulo
• Justin Timberlake
• Katy Perry

El número de ciberamenazas no deja de crecer en nuestro país. De acuerdo con datos de Kaspersky, durante 2019, España fue objeto de más de 73 millones de intentos de malware, lo que supone 1,57 ataques por ciudadano. De todos ellos, cabe destacar el phishing sobre un 19% de los usuarios. Esta cifra sitúa a España en el top 10 de los territorios con mayor incidencia de este tipo de asaltos.

Phising

Es una de las agresiones más comunes en internet. De hecho, es la que más se produce durante los periodos de compras masivas como los de los últimos días. ¿Cómo funciona? Los hackers suplantan la identidad de alguna autoridad o persona cercana para que, aprovechándose de ese status, puedan acceder a tus datos y contraseñas.

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Es la peor contraseña de 2020: ha sido empleada por más de 2,5 millones de internautas y se ha expuesto cerca de 24 millones de veces. Le siguen otras como ‘picture1’, ‘senha’ o ‘password’.

El primer ciberataque de la historia

Más de 200 años han pasado desde que se detectó el primer ciberataque de la historia y que tuvo lugar en Francia. Por aquel entonces, Claude Chappe había creado el telégrafo óptico. Este sistema consistía en unas cadenas de torres que poseían un sistema de brazos móviles en su parte superior y que eran los encargados de recrear diferentes signos que representaban las distintas letras del abecedario. En 1834, los banqueros François y Joseph Blanc encontraron la forma de utilizarla para sus propios fines: incluyeron símbolos de retrocesos para indicar que los mensajes anteriores debían ser ignorados.

China

China es el rey del virus a nivel mundial: más del 2% de los sitios web alojados en este país poseen algún tipo de malware, lo que se traduce en cerca de un millón y medio de páginas. Si bien hay más sitios infectados en otros países, muchas veces estos programas tienen origen en el gigante asiático.

Creeper

En los 70, la computación vivía una etapa de esplendor que dio lugar a la creación de Arpanet, la precursora de internet. Unos años más tarde, nació el primer virus informático: Creeper, aunque su rol no es el que todos estamos pensando. Su objetivo era simplemente experimentar para ver cómo se extendía de ordenador a ordenador ya que no provocaba ningún daño.