Ciencia y Tecnología
Dani Pacha, el campeón español de drones
Es uno de los pilotos más conocidos a nivel internacional. Compite por ganar 226.000 euros
Su alías es Pacha, se llama Dani Pachón y es el piloto español de drones más conocido en el concierto mundial, una aventura que empezó hace ahora diez años, siguiendo vídeos por Youtube en los que alguien tuneaba el mando de la consola Wii y ahora vuela su dron en carreras donde el ganador se puede llevar hasta 250.000 dólares (unos 226.000 euros).
«Tienes razón, los drones son feos» cuenta Pacha a EFE en el box que su equipo, el Nexxblades freeflow, tiene en Station Berlín, una antigua estación de trenes y autobuses, hoy transformada en un gran instalación de más de 23.000 metros cuadrados y que acoge la última prueba de la DCL, la Drone Champions League.
Esta competición, que integra cinco pruebas (Francia, Liechtenstein, Bélgica, Rumanía y Alemania), está organizada por WWP, una multinacional austríaca especializada en mercadotecnia deportiva.
Con precisión quirúrgica, revisa los cuatro motorcillos de la mininave -que pesa entre 700 y 800 gramos sin contar la cámara y puede alcanzar los 130 kilómetros por hora-, comprueba el cableado, mima las baterías, supervisa el estado de los leds y se entretiene con el pequeño soldador.
«Veía en las pelis americanas a los niños manejando aparatos de radiocontrol y me marcó aquella escena de ‘Solo en casa’ en la que el protagonista utilizaba un helicóptero para molestar al malo. Siempre quise tener uno», asegura.
Después, cuando tenía quince años presenció en Almendralejo, donde vive, una exhibición de aeromodelismo y se sintió atrapado por este mundo.
Con una de sus primeros sueldos como técnico de ascensores, ya con dieciocho años, Pacha empezó a invertir en modelos de radiocontrol. La semilla ya había germinado.
«Empecé con los helicópteros, contacté con un grupo cerca de casa. Me pasé diez años volando helicópteros, fui campeón de España y fue magnífico. Pero el mundo de los helicópteros empezó a caer en picado», cuenta.
Cuenta que el panorama cambió con la aparición en 2006 de la consola Wii, que revolucionó el mundo de los drones. «A alguien se le ocurrió utilizar los giroscopios y acelerómetros del mando con una placa arduino. Así se construyó el primero», recuerda.
«Mi percepción cambió cuando descubrí el mundo del FPV (Visión en primera persona, o sea conducir el aparato como si estuviera en su interior), unos vídeos de tipos que volaban sus artilugios en aparcamientos o que instalaban luces en los aparatos y hacían carreras en medio del bosque», comenta.
El recuerdo de la mítica persecución de motos en el bosque como se vio en ‘El retorno del Jedi’ era una realidad. El entusiasmo de Pacha le llevo a comprar y ensamblar componentes, pero sobre todo «a pegarnos porrazos con los cacharros», porque «a esto se aprende pegándote porrazos».
«Las imágenes eran increíbles, ver por medio de las gafas de realidad virtual cómo dos modelos se persiguen por medio de la inmersión de las gafas... Eso lo cambió todo, ya se había acabado lo de mirar hacia el cielo, viendo cómo volaban los aparatos», rememora.
El universo de los drones de carreras fue el siguiente paso, un mundo que nació hace un par de años. «Creo que puede ser un deporte de masas, aunque el inconveniente que veo es que todo hasta la fecha se enfoca hacia la mejora en el pilotaje y no para el seguimiento del público», indica.
Dani Pacha espera que en el futuro se mejore en la vida útil de las baterías, que apenas duran 1:30 minutos, por lo que las carreras no pueden ser más largas. «Se necesitan baterías más potentes y ligeras», dice.
El extremeño vive en un mundo en el destacan cada vez más chicos jóvenes. Una de las estrellas de su equipo es el estadounidense Aston Gamble, un chico de 11 años de Los Ángeles, en España, una de las figuras emergentes es Álex Zamora, que ha sido batido este fin de semana por Erick Carratalá, en la prueba del campeonato de España disputada en Valencia. Zamora y Carratalá tienen diez años cada uno.
«Los niños no tienen la carga mental de pensar que si los rompen, el precio es elevado o les va a llevar un tiempo arreglarlo, porque ellos no los arreglan. Solo piensan en seguir hacia adelante, sentirse libres y volar, no piensan en los premios ni nada de todo esto. Evidentemente, esto está hecho para ellos», insiste.
Los críos tienen «una facilidad increíble» para adaptarse a los circuitos y a los aparatos. «A mí, por ejemplo, me gusta que todos mis drones sean exactos, funcionen a la perfección, pero a ellos les dan un dron que no va muy bien y les da igual», indica.
Desde el verano pasado, Dani se entrena en la ciudad deportiva del Extremadura. Tiene las llaves de la instalación y vuela sus drones allí.
«¿Por qué entrenó en la zona del campo de césped natural? Muy fácil, si te das un golpe, la hierba lo amortigua. Me permite volar más, rompiendo menos componentes y tengo que invertir menos tiempo en las reparaciones», asegura.
Cree que los drones son «una cosa del presente» y que «han venido para quedarse», aunque advierte de las restricciones legales existentes en España.
«Esto cada vez va ir a más, empezamos a ver grandes empresas que quieren llevar paquetes (Amazon) o pizzas en drones, pero yo eso no lo veo posible. Desde el desconocimiento del sector es algo totalmente inviable. ¿Crees que un aparato puede estar rondando solo por el cielo para llevarte algo de escaso valor (una carcasa de móvil) cuando el dron vale 10.000 euros? Además todo está muy limitado tanto en distancia como en radiofrecuencias», insiste.
Dani Pacheco, Pacha en el mundo de los drones, admite que podría dejar su trabajo como técnico para ascensores y dedicarse profesionalmente a volar este tipo de artilugios.
«Lo podría hacer, pero tengo una familia y este mundo no lo concibo como una vida para mí. Es muy chulo viajar, pero viajar una vez al mes, no todos los días» insiste. EFE
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