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El gadget del sábado: Asus Rog Ally, la consola que quiere competir con los más grandes

Si en diseño no tiene inconvenientes y en potencia asume los riesgos… ¿Cuál es el problema?

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Rog Ally, lo tiene casi todo, pero lo que no tiene...AsusAsus

Se acercan los reyes y el mercado de los videojuegos se frota las manos. Móviles, consolas (portátiles y de sobremesa) y, obviamente, los nuevos juegos que se esperan para este año. En este entorno, algunas consolas tienen un sitio labrado a lo largo de años. La Nintendo Switch es una y Steam Deck también ocupa una posición de privilegio. Una que el bien conocido Asus busca ocupar con su Rog Ally. Estos son sus argumentos para conseguirlo.

En apenas poco más de 600 gramos, la Rog Ally guarda muchas claves. La primera es una ergonomía muy estudiada. En primera instancia no parece tan cómoda como su competencia, pero tras un par de horas de juego, la distancia de ciertos botones de control, más el tamaño del joystick que inicialmente parece mínimo, se hacen con el uso habitual y prueban ser muy eficientes. Es interesante enfrentarse a una consola que se ha probado durante cientos de horas para cuidar este tipo de detalles.

Plagada de ventiladores y ranuras para garantizar que no haya calentamiento (o que este pueda disiparse), con unos perfiles en plástico de calidad y bordes metalizados, esta consola portátil se ve trabajada. Tiene un tacto rugoso que facilita el agarre. Lo mismo podemos decir de la pantalla. Muy buena resolución, respuesta táctil (120 Hz) veloz y un brillo (500 nits) que se comporta bastante bien (8,5 le daríamos) en condiciones exteriores. Si tuviera control de brillo automático subiría su puntaje.

Teniendo en cuenta que estamos ante una experiencia audiovisual, el sonido también se ha trabajado y, sin cascos, se escucha muy bien y la ubicación de los altavoces se ha trabajado para no ser obstruida por las manos al jugar.

En lo que a compatibilidad de juegos también da la cara y la posibilidad de conectarse en línea para experiencias multijugador funciona muy bien. De hecho, está diseñada para el sistema operativo Windows 11, lo que implica que se puede acceder a todos los servicios de streaming de videojuegos, compatibilidad completa con Steam, con la aplicación de EA, Xbox Game Pass y gran parte de las bibliotecas de juegos.

En el cerebro contamos con una AMD Ryzen Z1 Extreme, de cuatro nanómetros. No es un PC, pero tiene mucha potencia y aun en los juegos más exigentes, se comporta de modo más que adecuado y saca pecho ante la competencia. Eso sí, tiene diferentes potencias que van de los 9 W a los 30 W. En la primera los juegos más demandantes de procesamiento se ven penalizados y se nota. Y en la potencia máxima sí responden, aunque con una condición. Y esta es quizás una de las más importantes. Entre la potencia mínima y la máxima, hay modos de rendimiento (15 W) y modo Turbo (25 W). El problema es que el gasto energético si subimos de los 9 W es alto, muy alto. Y la batería comienza a agonziar a la hora y muere por completo antes de llegar a las 2 horas. Un lapso que se disfruta mucho, pero que, valga la redundancia, no es mucho. Si a eso le sumamos que los tiempos de carga tampoco sobresalen (necesitamos una hora para pasar de 0 a 90) y casi hora y media para alcanzar los 100, nos damos cuenta muy pronto que la potencia, en este caso, no va acompañada de una fuente de energía acorde a la demanda.

Lógicamente, el peso hubiera aumentado mucho con una batería mayor y con un sistema de carga más rápido también hubiera sido necesario hacer ajustes… en la consola y en el precio. Y aquí vamos con el último obstáculo en el camino de Rog Ally: su precio. Si tanto la Steam Deck como la Nintendo Switch están en los 300 y medio, la consola de Asus se planta en los 700 euros, sin ofrecer ya no el doble de las prestaciones, pero sí exponiendo diferencias claras.

Veredicto:

Asus ha apuntado claramente a un producto de calidad y eso tiene un precio. ¿Hay alternativas mejores? Puede ser, lo que también hay son opciones igual de buenas, por menos precio.