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Satlantis: “No vamos a cumplir los objetivos de calentamiento global si no ponemos remedio al metano”
Entrevista a Juan Tomás Hernani, CEO de la compañía vasca que acaba de poner en órbita un nuevo satélite con capacidad de medir estas emisiones
La empresa vizcaína Satlantis continúa al alza. Con una plantilla de 100 personas repartidas entre Bilbao, Cambridge y Florida, una facturación de 12 millones de euros en 2022 y la perspectiva de alcanzar los 20 este año y los 60 en 2026, momento en el que saldrá a bolsa, y planes para instalarse también en Bayona, Satlantis debe su éxito a las cámaras de observación multiespectrales miniaturizadas que ha desarrollado en los últimos años y han llegado a lugares como la Estación Espacial Internacional. El año pasado lanzó al espacio Urdaneta, el primer satélite del tipo cubesat desarrollado por la compañía vasca y el pasado 12 de junio lanzó el GEI-SAT Precursor desde el Falcon 9 de SpaceX. Sobre este satélite, con capacidad para medir las emisiones de metano, cómo le va a Urdaneta en órbita, su planeada constelación de, inicialmente, 4 satélites y la misión Arrakihs, la primera de la Agencia Espacial Europea liderada por España, entre otros temas, LA RAZÓN ha hablado con Juan Tomás Hernani, CEO de Satlantis.
El principal objetivo de este satélite es realizar mediciones sobre el metano. ¿Por qué es importante medir el metano?
Hace poco que hemos descubierto que el metano es un gas que es responsable de casi 1/3 del calentamiento por los gases de efecto invernadero. Le estamos culpando al CO2 de todo. Y nos habíamos olvidado del metano y esto ha sido una cosa que ha surgido en los últimos 4 años, ¿no? Entonces hemos visto que el metano tiene una capacidad de absorción de calor 80 veces superior al CO2 por molécula, y entonces, aunque hay poca emisión comparada con la de CO2, pues multiplicado por 80 nos da una cifra que puede estar en la órbita de entre 1/4 y 1/3 del efecto global del calentamiento. Tiene una ventaja a largo plazo, que es que el metano termina por desintegrarse 15 años después, en la atmósfera, cosa que el CO2 es estable. Pero no vamos a poder cumplir los objetivos, digamos de calentamiento global, si no ponemos remedio a las emisiones de metano. O sea, que ese es el problema.
¿Cómo se producen las emisiones de metano?
Las emisiones de metano se producen desde la Tierra a la atmósfera y tenemos que preguntarnos quién las emite, ¿no? Básicamente tenemos el sector del oil and gas que, sobre todo en la parte de extracción, pues cuando hace las perforaciones y cuando tiene las máquinas, los compresores de extracción, pues ahí tiene un origen de emisión, pero también toda la infraestructura industrial porque necesita venteos, necesita limpiarse. Las tuberías tienen fugas, las estaciones de regasificación en puertos, pues son instalaciones más críticas... Hay puntos especiales donde eso surge y eso puede ser del orden de un veintitantos por ciento de la emisión total. Hay un segundo emisor importante que son los vertederos. O sea, todos los landfills, todos los vertederos de grandes ciudades tienen procesos de descomposición de la materia orgánica y generan, por la fermentación, metano de forma natural. Y, además de tener peligro porque puede generar explosiones, pues tiene esa emisión a la atmósfera. Todos recordaremos Valdemingómez en Madrid y como la opinión pública, de repente, pues se desayunó con que había emisiones de metano importantes en los vertederos. Y luego el tercer gran sector es la agricultura y ganadería. Todo el mundo de los purines, todo lo que tiene que ver con materia orgánica, su fermentación y el mundo de las vacas en directo, pues tiene una generación de metano que también puede estar ahí en un veintitantos por ciento. Este último mundo, yo creo que lo que nos está pidiendo a gritos es una política de biogás. O sea, que mientras en Alemania, pues puede estar habiendo más de 150 plantas importantes, plantas grandes de procesamiento de biogás, en España creo que hace 2 años teníamos una y ahora tenemos 2 o 3. Sobre todo a los precios a los que está el gas, esta empieza a ser una actividad además muy rentable. Esos son un poco los 3 frentes, agricultura, vertederos y el sector del oil and gas, a los que hay que atacar. Lo que el satélite puede proporcionar es la medida, porque lo que no se mide no avanza.
¿Qué otras aplicaciones tiene el GEI-SAT?
Bueno, pues GEI-SAT es el hermano moderno de Urdaneta, que lanzamos exactamente ahora hace un año, y entonces sigue teniendo las capacidades visibles, incluso es un satélite mejorado, y yo creo que es el mejor del mundo en su dimensión, en sus 20 kg. O sea, si hay algún satélite que sea capaz de dar 2 metros de resolución, multiespectral en 5 bandas con la calidad de imágenes que da GEI-SAT o Urdaneta que levante la mano y lo diga. Yo creo que está muy en solitario esta tecnología disruptiva que ha lanzado Satlantis. Entonces esto nos vale, pues para la medición de biomasa y predicción de incendios, para el análisis de contaminación de aguas, fitoplancton o posibles manchas de petróleo en el mar, en las trayectorias de barcos, escorrentías en costas. Por supuesto, el mundo de la agricultura de precisión, porque con 2 metros pues ya puedes empezar a meterte no solamente en la soja o en el maíz, son plantaciones extensísimas en el mundo, sino también en el naranjo, en la viña, los frutales, en general... Digamos, en extensiones donde necesitas más resolución para ver cada árbol y poder definir si hay algún agente, alguna patología, enfermedad, bacteria o hongo que pueda estar atacando a una determinada plantación. Y hacerlo de manera selectiva. Todo el mundo de la sobrefertilización. Y también está, pues muy controlado, cada vez más, por ley, que es el causante del fitoplancton final en el mar. El mundo del movimiento, todo lo que sucede en el planeta de movimientos de barcos, de mercancías, trenes. Realmente podríamos estar hablando, en fin, con pasión durante horas. Al final si tú tienes un ojo ahí arriba que te está mirando a lo que pasa en el territorio con atención a distintos fenómenos, pues lo que lo que descubres es que es una herramienta increíble. Y que pasa todos los días y que sin esfuerzo mayor que el de haber puesto eso en órbita, puedes empezar a tener gemelos digitales y un montón de aplicaciones en el territorio.
En la entrevista que realizamos en febrero del año pasado comentaste que, te cito, “estamos a un factor competitivo con nuestra competencia del orden de dos, tres veces. Para conseguir nuestra resolución tienes que irte a cámaras de grandes multinacionales que igual están hablando de 100 kg contra los 6 kg de nuestra pequeña cámara” y que “el sweet spot, en este momento, es el nuestro”. Dada la velocidad a la que avanza la tecnología, ¿sigue siéndolo?
Bueno, pues sigue siéndolo, pero... La mejor manera de que siga siéndolo es continuar corriendo, ¿no? Entonces esta cámara ya tiene otro ojo que es infrarrojo. Ya no solamente tenemos un ojo visible, sino que podemos colocar otro ojo encima que atraviesa el humo y te dé un punto caliente, que ve algo que el ojo no ve que es una emisión de metano. En esta zona de la luz, después del rojo, pues hay un montón de fenómenos que son muy interesantes y que el satélite anterior no lo tenía, lo tenemos ahí. Los siguientes satélites además verán otras características complementarias en la luz que podrían ser, pues en una tormenta del desierto ser capaz de ver con nitidez que está pasando ahí porque me quito todo el fondo de la tormenta y me quedo con los objetos que están ahí detrás, eso será la siguiente. Iremos viendo un infrarrojo cada vez más duro que significa nos vamos acercando a la temperatura. Firmamos una alianza con Super Sharp, compramos el 51% de la empresa. Es una empresa spin off de la Universidad de Cambridge que es, en cierta medida, similar a Satlantis dentro de un ámbito un poco distinto de cámaras, que son las cámaras que ven la temperatura, ven el infrarrojo duro. Y esto es, digamos, una nueva adición a nuestro porfolio, hay una dinámica de no parar. Haces bien en preguntarme esto porque no estamos fumándonos un puro mientras la competencia se va aproximando, sino que intentamos correr más que nuestra competencia y continuar aumentando el gap. LockHeed Martin, por ejemplo, ha anunciado una tecnología de ultraresolución que es parecida a la de Satlantis. Bueno, todavía le quedarán... nosotros lo anunciamos en el 2013 y la volamos en 2020. Pero LockHeed la ha anunciado, yo creo que tendrá muchos recursos para ir rápido pues es una gran compañía. Hay que moverse muy rápido en el mercado para mantener y aumentar esta ventaja competitiva, pues a base de continuar la inversión en I+D e ir colocando todas estas nuevas tecnologías de entender la luz.
¿Qué coste tiene, tanto en tiempo como económico, construir y poner en órbita el GEI-SAT?
Hemos tardado 2 años desde el arranque del proyecto hasta el vuelo. Y después, los 4 años siguientes de vida, pues también van a tener un mundo de continuar el desarrollo de aplicaciones. Sobre el satélite se pueden ir haciendo mejoras solamente de software, pero tenemos un hardware de procesamiento muy potente embarcado. Entonces continuaremos ese desarrollo, no es que el satélite se congele una vez que se lanza. Y además hay desarrollos en tierra que son muy interesantes. Para poder parar el satélite encima de una estación de regasificación durante 2 minutos o encima de una ciudad o para poder salirte de tu órbita y seguir unas tuberías durante 2.000 km. Estos son, digamos, desarrollos muy potentes que multiplican la capacidad de impacto que puede tener tu tecnología de observación. Sobre el cuánto, pues no vamos a publicar una cifra en un artículo periodístico, pero sí te digo que son ya cantidades asequibles al bolsillo de la compañía. Una compañía de gas puede tener un satélite propio para tener un ojo sobre su infraestructura y, por cierto, sobre la de la competencia, para tener también recursos ante la regulación y poder argumentar qué está emitiendo o dejando de emitir. Con el satélite no va a hacer unas catas de 3 puntos al mes como puede estar haciendo ahora con un camión o el esfuerzo gigantesco de volar 50.000 km con aviones para recorrer sus tuberías. Eso es un servicio que encaja en el vuelo de satélite, pues lo puede dar, vamos a decir, mensualmente, puede certificar cuáles han sido las emisiones de una determinada compañía de oil and gas. Entonces, estos presupuestos están ya perfectamente al alcance, no son los presupuestos de muchas decenas de millones y 5 o 7 años de desarrollo, sino que son presupuestos de un dígito y además con la estrategia de Satlantis, que es anticipar satélites. Ahora, por ejemplo, arrancamos Copérnico [programa de la Agencia Espacial Europea]en la Comisión Europea que es el, digamos, el primer cliente de GEI-SAT para el territorio europeo y también vamos a arrancar con un cliente americano de gas para las órbitas americanas. O sea, que también estamos en una posición muy rápida porque los clientes, de la firma al vuelo, pues han pasado dos semanas, no años.
En el pasado habéis hablado de democratizar los satélites al hacerlos más accesibles, más económicos ¿Qué tipo de clientes contratan estos satélites? ¿Me puedes dar algún ejemplo que de la medida de para quién es accesible este servicio?
Tienes desde grandes compañías de agricultura que tienen extensiones de miles de hectáreas y, muchas veces, miles de hectáreas en el planeta. Esta es una pieza que lo que les proporciona es el estado y posible evolución de sus cosechas. Para medir la higrometría, para hacer un riego inteligente, para hacer una fertilización inteligente, para atacar problemas de enfermedades que pueda tener la planta de forma selectiva. Desde compañías gigantescas tipo Monsanto o Unilever a compañías más medianas que pueden estar en el mundo del vino e incluso el vino en España. Hay muchos perfiles de empresas que se están dando cuenta de que esto es una herramienta crucial para saber cómo evoluciona su producción. La cultura de la agricultura se va tecnificando, porque venía de mirar al cielo, y ahora está muchísimo industrializada. Entonces este es un tipo de cliente bastante, bastante clásico. Están, por supuesto, las compañías de oil que tienen la problemática de extracción, la problemática de protección de sus productos, pues para que no se los pinchen y roben. La propia, digamos, ingeniería de despliegue de los mismos que no les permite monitorizar la construcción o la medición del stock de petróleo en tiempo real. El satélite puede ver los grandes depósitos de petróleo que están al aire desde Middle East a Estados Unidos y tener unas predicciones de cuánto petróleo puede estar produciéndose o cuánto petróleo está almacenado. Tenemos otra misión que no es nuestra, es una misión inglesa en la que Satlantis ha puesto la cámara que está precisamente destinada a la medición de la actividad de pozos petrolíferos. Para saber cuántos pozos están hoy en operación, están parados, en mantenimiento, abandonados... Tener un modelo que prediga mucho mejor esa producción. Esto es, digamos, como más existente, más caliente. Luego hay otros sectores en la economía que estoy convencido que se van a incorporar.
¿Por ejemplo?
Todo el mundo financiero, los hedge funds, todo el mundo de la financiación de futuros relacionado con la agricultura, que es un poco lo mismo. Pero no tanto desde el punto de vista de explotación, sino desde el punto de vista de predicción, de cuál va a ser el precio del café en función de qué está pasando con las cosechas en el mundo. Como hay un mercado de futuros, para este tipo de compañías es muy importante esa información real. Las compañías de seguros, igualmente, a la hora de poder peritar daños en particular, daños importantes de incendios, de crecidas de ríos... pues van a tener también herramientas de cuantificación muy precisas. Por supuesto, el sector público. Tenemos la defensa que es el mercado más importante y ahora en especial, ¿no?, pues a ver qué está pasando ahí abajo, ¿dónde están los tanques o dónde están las centrales prohibidas nucleares?, hasta necesidades más operativas también. Hoy los satélites también pueden estar dando en observación funciones de tiempo real y por supuesto, todo el servicio público que proporciona un gobierno con los satélites. En España tenemos el Plan Nacional de Observación de la Tierra que lo lleva el Instituto Geográfico Nacional y proporciona ese servicio de cartografía digital a todo el Estado. Y en todos los países más o menos tienen fórmulas parecidas, Estados Unidos también lo tiene. Donde hay un fuerte consumo o una fuerte necesidad de observación del territorio. Lo que pasa es que los pequeños, cuando decimos lo de democratizar, lo que nos permite es que una región pueda tener un gemelo digital. Que un país pequeño, desde Honduras hasta Uzbekistán, dos países con rentas per cápita y PIB muy bajos, tengan un presupuesto asequible para poder tener la información del territorio. Para catastro, para carreteras o para agricultura. El mercado está en boom y yo creo que estos nuevos paradigmas de precios y plazos están haciendo que muchas más compañías y estados se animen. Un estado como Armenia, con un PIB de unos 15.000 millones de dólares, imagínate, es como la cuarta parte de Euskadi, sería una región pequeñísima en España, compró a Satlantis un satélite de observación. Por eso estamos en este proceso de crecimiento fortísimo de nuestro sector.
GEI-SAT fue lanzado con el Falcon 9 y desplegado con un sistema llamado cubesat deployer. ¿Cómo es el proceso de lanzar el satélite desde el Falcon 9?
El cohete es, digamos, una pared hueca en la que se van colocando satélites como un árbol de Navidad. Entonces los agarras a la pared, normalmente por un anillo que son unas garras. Se van colocando, satélite a satélite, con un estudio que balancea masas para que el cohete vaya equilibrado, etcétera. De hecho, si no proporcionas el satélite para el lanzamiento, estás obligado a proporcionar un dummy que sea sustituto, porque han hecho un cálculo concreto de lo que va. Sin embargo, los satélites muy pequeños no se pueden pegar a la pared del cohete. Entonces van en unas cajas que sí van pegadas a la pared y esas cajas llevan muchos satélites. Estas cajas se llaman deployers y entonces el cubesat, que es un satélite pequeño que tiene forma de cubo, es un 10 por 10 por 10, más o menos el formato de un cubo de Rubik...
¿Ese es el tamaño del GEI-SAT?
El nuestro es un 20 por 20 por 40 centímetros, es como una caja de vino. Es de los más grandes entre los cubesats y, de hecho, nosotros ocupamos todo el deployer. Entonces, bueno, eso son los deployers, contenedores de cajas más pequeñas que están todas estandarizadas y formateadas a ese formato u. Se lanza el deployer y luego el deployer lanza los satélites.
¿Cuántos satélites se pueden lanzar en una de estas misiones?
Este, que ha sido un récord, ha lanzado 79. Al principio están todos apelotonados, se lanzan cada 20 segundos. Para empezar a identificarlos, es un proceso complejo. Pero eso ya lo superamos, ya hemos localizado a GEI-SAT y ya estamos comunicándonos con él.
En nuestra conversación anterior señalaste que “estas tecnologías van a ser clave para la regulación responsable, para poder tener una regulación ambiental más responsable pero más cerca a la realidad”. ¿Crees que los actuales objetivos medio ambientales son realistas?
Primero sería en relación a qué, dado que hay muchos objetivos. La regulación del metano está todavía en ciernes, no hay una regulación definitiva. El tema es que, por un lado, se basa en predicciones muy optimistas proporcionadas por las compañías de oil and gas. La manera que tienen de medirlo es solamente con catas de n puntos, no tienen una manera de certificar la infraestructura completa cada cierto tiempo, entonces hay un inventario de emisiones en general bastante bajo. El usuario está midiendo poco y se reporta poco. Si de repente se monta una regulación que es exigente, en base a pocas emisiones, y empezamos a medir infraestructuras completas y con mucha frecuencia, pues es posible que nos encontremos que la detección es más alta. Entonces, yo creo que la regulación debería esperar o acusar recibo de lo que dicen los satélites en esa medición. ¿Qué dice? ¿Qué está viendo? No nos sirve de nada una regulación muy exigente que no se puede llegar a medir porque nadie podrá demostrar que incumplo. Por eso creo que debe confiarse bastante en el satélite, en los dos lados. El regulador para que tenga una tecnología contrastada que le permita tener series temporales, siempre construidas con la misma metodología, sobre muchísimos kilómetros cuadrados cada mes. Y también para la compañía para que sepa, digamos, cuál es su compliance. Enagás tiene 14.000 kilómetros de tubo, Williams 50.000, entonces no hay otra manera de hacerlo más que por satélite.
Ha transcurrido un año desde el lanzamiento de Urdaneta. ¿Cómo valoráis ahora el proyecto y sus resultados?
Ha sido nuestro primer proyecto de misión completa. Nuestro equipo suele decir que hemos aprendido más en un año de operaciones que en 10 años de desarrollo en la compañía. Hemos tenido que desarrollar un know-how complementario para hacer, por ejemplo, que el satélite se frene un poco porque lo que estamos viendo allí es muy interesante, o incluso que se pare por completo, que haga un vídeo, que siga una frontera. Se han ido desarrollando modos de operación muy interesantes que yo creo que se pueden hacer porque tenemos la perspectiva de un fabricante. Como somos, digamos, ingenieros mirando la sala de operaciones, estamos viendo todo el potencial de mejora. Este año ha sido uno con muchísimos retos y ha sido un año fabuloso. La posición con la que salíamos era de muy alta ventaja por la resolución y ahora es de todavía más ventaja por la operación, porque ahí no hay tantas experiencias de satélites pequeños que estén trabajando 24/7 en captura de objetivos. Estamos muy contentos.
¿Qué diferencias hay entre Urdaneta y GEI-SAT?
Desde el punto de vista de la plataforma es muy parecida. La forma exterior es muy similar, es 16 u. Urdaneta es un poco más ligero, con GEI-SAT estamos en 22 kg, 2 kilos más. La diferencia más importante es que tiene un ojo infrarrojo. Urdaneta tiene dos ojos y los dos son visibles. En uno ve en azul y verde y en el otro ve rojo e infrarrojo cercano. Entonces, esos dos ojos de Urdaneta se han concentrado en uno solo en GEI-SAT. Hay un ojo que ve rojo, verde, azul e infrarrojo cercano y hemos dejado libre otro ojo para ver infrarrojo SWIR que es aquel ojo que puede ver el metano y más gases y más fenómenos relacionados con la agricultura. El primer ojo es ya mejor que Urdaneta. La cámara es muy parecida pero la computación tiene un upgrade de un año en el que hemos pasado a 52 imágenes por segundo que es un plus de calidad en las imágenes recibidas. Y además tenemos el metano. Hemos multiplicado la capacidad de la radio por tres, podemos trabajar tres veces más territorio en GEI-SAT que en Urdaneta y estamos a punto de anunciar una nueva mejora en ese campo que tendrá otro factor multiplicador que será software y que, por lo tanto, lo podremos embarcar en GEI-SAT. Parecen dos cajas muy similares, pero ha habido un upgrade de tecnología muy importante.
Pero en ambos casos se utiliza la misma cámara, una iSIM-90.
Sí, pero las tripas por dentro están cambiadas. Es como si en uno tenemos un BMV Serie 3, pues en este es un 3 pero tiene un motor deportivo. Entonces tiene una capacidad de muchas más imágenes por segundo, transmite mucho más rápido y ve infrarrojo. Tiene mejor capacidad de observación.
Tenéis un plan para poner en órbita una constelación de 4 satélites de los que GEI-SAT ha sido el primero. ¿Cuál es el propósito de esta constelación y cuáles son sus plazos?
A GEI-SAT lo llamamos GEI-SAT Precursor porque es el primer satélite de la saga del metano. Esa saga tiene hoy un horizonte a corto plazo de 4 satélites, pero tendrá una perspectiva a largo plazo de muchos más. El modelo de Satlantis no es tener una constelación propia para dar servicios, a diferencia de la competencia. Lo que pretendemos es vender estos satélites a nuestros clientes e intentar federarlos. O sea, que si hay capacidad sobrante en un cliente o en otro, poder federarlos, complementar servicios a esos clientes con los satélites de otros y recomercializar eventualmente esa capacidad sobrante. El siguiente satélite de la constelación, llamado Horacio, lo lanzaremos en diciembre y será muy parecido al GEI-SAT. Tenemos una reserva con un cliente del sudeste asiático, no está vendido pero sí ha habido una especie de contrato de arras para reservarlo. Tenemos 2 satélites más para el 24 que son los Juan de Garay, más grandes, de 115 kilos. En estos satélites ya embarcamos cuatro cámaras, o sea, de cuatro canales. Entonces tenemos ya resoluciones por debajo de 1 metro, que eso es altísima resolución multiespectral. No son los 2 metros de Urdaneta o GEI-SAT sino que son 80 cm. Tenemos capacidad de video, también tenemos el canal del metano y tendremos un nuevo canal experimental del que hablaremos, que es una nueva tecnología que creemos que va a revolucionar la forma de observar, pero es experimental. Estos son los dos satélites grandes que se volarán hacia el final del año que viene.
¿Qué cámaras utilizarán los Juan de Garay 1 y 2?
Cada uno tienen una iSIM-170 y una iSIM-90, eso son cuatro canales.
Tenéis otro proyecto que es la misión Arrakihs.
La misión Arrakihs es muy importante para Satlantis. Es la primera vez que España lidera, en el área de ciencia en la Agencia Espacial Europea, una misión. Es la primera vez en 40 años y estamos muy orgullosos de capitanear este proyecto porque es el proyecto de vida de Rafa Guzmán, que es nuestro CTO. Rafa es un astrofísico, ha creado Satlantis como una compañía de astrofísica para la exploración de la Tierra. Después de este desarrollo volvemos a mirar para arriba y es una compañía espacial con astrofísica. Es una misión que pretende entender mejor la materia oscura. Ha habido 19 proyectos y la ESA ha seleccionado a Arrakihs. Estamos contentísimos de tener esta oportunidad de desarrollo para esta misión que volará en 2030. Es un orgullo ser el líder tecnológico y científico de esta misión. La misión Arrakihs es una misión científica y tiene que ver con retos científicos. Esta misión pretende observar cómo se comporta la materia oscura. La materia oscura, que es el 80% de la materia, no se puede observar porque no interacciona con la luz, pero se sabe que existe porque cuando medimos la velocidad de las partículas y medimos la gravedad estamos viendo cuanta materia hay que es la que determina esas aceleraciones. Eso está muy bien medido, pero no lo entendemos muy bien. Para un mejor entendimiento de ese modelo y ver si las predicciones de Einstein eran ciertas, lo que se ha definido es alrededor de 100 puntos, de galaxias lo más cercanas a la Tierra, que son galaxias satélites de otras galaxias, medimos la cola de la galaxia, digamos el halo de la galaxia. Entonces estamos quietos, quietos midiendo esos 100 puntos concretos del firmamento. Aunque el satélite está dando vueltas alrededor de la tierra tiene que corregir su ángulo para estar mirando siempre a la misma estrella. Esa captación de fotones va a permitir entender a qué velocidad se mueven esos halos de galaxias, cómo se comportan y entonces proporcionar a los científicos esta información para validar sus modelos cosmológicos. La parte científica del proyecto tiene sospechas de que no se van a comportar como el modelo predice y, por tanto, habrá que generar un nuevo modelo de cosmología. Podría ser, en fin, algo que pudiera estar no lejos de un premio Nobel. Se trata de un grandísimo reto de exploración científica.
¿Hay algo más que te gustaría añadir?
Hablando de España, confiamos que la agencia espacial pase el régimen transitorio de lanzamiento, que está siendo difícil, y que consiga cuando se abra el nuevo periodo legislativo estabilidad, foco y ayude con intensidad al desarrollo de la industria espacial española, que lo necesitamos mucho, es una pieza importante. Nuestro negocio en España es muy pequeño en el total de cifras. Estamos en el mundo y nos gustaría que España comience a tener una actividad potente pues a través de la agencia.
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