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A bote pronto, el conocimiento medio de la cultura turca en España a mediados de la década pasada pasaba por una ristra de tópicos indecentes. A la sazón, el Galatasaray, el Gobierno de Erdogan y aquello que rápidamente empezó a conocerse como “el milagro del Bósforo” y hacía referencia a los infames injertos capilares. Murat Evgin (Estambul, 1977) es bien consciente de ello, pero también del éxito que de unos años a esta parte han provocado series como “Fatmagul”,“Mujer” o “Elif”, que se puede seguir en exclusiva en Atresplayer TV. Copadas las cadenas de corte “rosa” de los dos monstruos del audiovisual español con la música que escribe y canta para eso que no duda en llamar “telenovelas” en perfecto español, Evgin contempla su éxito y sube la apuesta: ha aprendido nuestra lengua para hacer frente al fenómeno desatado a este y al otro lado del charco.
“Es algo muy nuevo en España, sí. De hecho nos enteramos hace poco de lo bien que estaban funcionando estas series allí. Fue un poco extraño desde mi perspectiva, sobre todo respecto a Latinoamérica, porque era en Turquía donde crecimos viendo este tipo de series”, explica desde su salón a través de videollamada, antes de continuar: “De hecho, una de las más famosas era “Los ricos también lloran” y estrellas como Eduardo Capitillo podían verse a todas horas en televisión. Creo recordar incluso que él vino a Estambul en los ochenta a promocionar sus series. Años después, ya en los noventa, nos llegaban ecos de que en Latinoamérica se nos veía y fue muy bonito, porque yo creo que tiene que ver con la subida de calidad de las mismas. Los productores comenzaron a hacer mejores series, por supuesto, pero también contaron con más y mejores partidas presupuestarias”.
La Turquía típica, la tópica y todo lo de en medio
Evgin, que acaba de lanzar la banda sonora de “Omer, sueños robados” con dos canciones traducidas curatorialmente al español, es consciente de la realidad que muestran las telenovelas del Bósforo, pero no cree que haya que caer en engaños: “Un buen amigo me mandó una vez una crítica de un periodista español que afirmaba que las series turcas estaban financiadas por Erdogan, porque no reflejan el modo de vida real de Turquía. Y eso no es cierto en absoluto. Cuando hablamos de un país, sea Turquía, Irak o Australia, es difícil que nuestra visión del país pueda ser acertada sin haber vivido durante años en él. Igual que en Australia no hay canguros saltando por las calles de Sidney, en Turquía no todo son mezquitas y bazares infinitos. Cuando yo pensaba en Irak, por ejemplo, lo hacía con las imágenes de la guerra en mente, de un país destrozado y destruido, que puede ser cierto, pero no en todas las ciudades. Es un país muy moderno en algunas partes”, explica vehemente. Y sigue: “Turquía es una república secular. Es un país muy moderno y, como en todos, hay quien está de acuerdo con ello y quien no. Siempre que un director extranjero viene a Estambul, se dedica a grabar el Gran Bazar, las mezquitas y, en realidad, lo que ellos quieren ver más que lo que la realidad es. Van a los sitios históricos, y tampoco les culpo, pero es que la realidad turca es mucho más compleja que eso”.
¿Y no hay, siquiera, un ápice de idealización o de lavado de cara en esa exportación masiva de ficción, tal y como hace Hollywood o la industria francesa, por otra parte? Evgin se moja: “En Turquía hay una parte muy importante de la población que quiere vivir al modo europeo, con sus libertades y sus derechos adquiridos. ¿Existe una sobrerrepresentación de esa otra Turquía en las telenovelas? Puede, pero ambas son parte de nuestra realidad. Es un país libre, todo el mundo hace lo que quiere y viste lo quiere. Si sales de las grandes ciudades, por supuesto, hay mucho conservadurismo, por lo que cualquier representación se quedará corta. Tampoco soy ajeno a ese mundo de ricos que muestran las series y a esa estilización de los actores, pero creo que todas las ficciones del mundo suelen hacerlo. Al menos las dirigidas a las grandes masas”, remata.
La promesa de una carrera en español
Más allá del éxito de las “dizi”, ese género propio tan melodramático como un filme de Almodóvar y tan barroco en lo estético como un episodio de “Alerta cobra”, Evgin sabe que el éxito de las novelas turcas ha significado una exposición tremenda para actores y directores, pero también para oficios más técnicos como el suyo. Por eso, empezó a aprender español antes de la pandemia, pero el trasvase de las clases a Zoom, reconoce, le ha “desmotivado” un poco. La promesa de una carrera en nuestra lengua, eso sí, ilumina la cara del músico, que se explica: “Estudié cine en la universidad, casi por obligación, por si lo de la música no tenía un recorrido muy largo en lo económico. Por tener un diploma más que nada. No quería hacerlo, pero lo hice a modo de garantía en la vida. Según pasaron los años, comencé a aportar mi música para documentales y “sitcoms”, y me di cuenta de que era una buena manera de ganarse la vida. Era independiente y, gracias a estos proyectos, podía acceder a los mejores medios para expresarme a través de mi música. Igual que no tenía intención de cantar en español… A veces la vida te sorprende y tienes que ser flexible. Confío en el destino y estoy muy ilusionado por lo que pueda venir”.
Después de publicar su primer álbum en solitario a los 12 y empezar a probar suerte en la composición televisiva con apenas 26, el nuevo reto de Evgin (”Pájaros Heridos”, “Amor A Pesar De Todo”) es el “más difícil todavía” de una carrera musical que, lamenta, “tenga que ocurrir en un tiempo en el que la música comercial es cada vez más simple y estúpida”.