Estreno

«Spaceship Earth», ni ciencia ni ficción

Filmin estrena el documental sobre el proyecto Biosphere 2, un experimento en 1991 que buscaba un ecosistema autosostenible

Imagen del proyecto Biosphere2
Imagen del proyecto Biosphere2Peter Menzel

Más de una vez habrá pinchado en alguna noticia sobre que se buscan voluntarios para experimentos en viajes sin retorno a Marte o aventuras espaciales así. Con informaciones de este tipo resulta normal plantearse que se le pasará a alguien por la cabeza para apuntarse a un desafío así. Pero hace justo tres décadas 8 atrevidos, o mejor dicho temerarios, voluntarios se apuntaron al programa Biosphere2.

Conocido posteriormente como el Gran Hermano ecológico, los ocho participantes aspiraban a comprobar si era viable construir un ecosistema aislado y autosostenible, sin apoyo de ninguna fuente externa ni de agua ni alimenticia ni energética. Con ello intentaban demostrar que la supervivencia a largo plazo en un sistema como la luna o Marte era viable. Sin embargo, los primeros problemas no tardarían en aparecer. Los animales y las plantas con las que comenzaron el experimento morirían al cabo de las primeras semanas, pasando a ser los plátanos y los frijoles la base de su alimentación. En cambio, al principio nada hacía presagiar que fuesen a pasar semejantes penurias. Lo que se puede entender como el plató más grande de la historia, contando con su propio desierto, huerto y hasta un arrecife de coral, acabaría siendo una prisión donde hubo hasta carencias de oxígeno.

Este documental, que ha contado con un material inédito de 600 horas de grabación, reducidas a menos de dos, profundiza en la historia de esos ocho voluntarios, los antecedentes que les llevaron a tomar esa drástica decisión y qué ha sido de ellos treinta años después. Además la pieza audiovisual revela otros imprevistos como la fragilidad de la estructura en la que vivían herméticamente aislados o las secuelas psicológicas y físicas que han tenido que soportar después de tantos meses en aislamiento.

En varias ocasiones en el documental se puede apreciar como los protagonistas llegan a vivir una experiencia similar a estar presos, aunque fuese por voluntad propia. «Cuando vi por primera vez una fotografía de los integrantes de Biosphere 2, pensé que era una película de ciencia ficción», comenta el director Matt Wolf, quién usa material de archivo y entrevistas inéditas con los participantes del proyecto. «Lo grabaron todo, desde sus primeros días hasta el mediático final. Teníamos 600 horas de vídeo. Es increíble tener todo ese material que te revela cada una de las partes de la historia, repleta de giros inesperados», añade Wolf.

Pero en una experiencia así, la convivencia resulta clave y éste fue uno de los principales obstáculos. Todos apuntan a que el principal responsable sería al que los participantes reconocen como «líder». Y es que a la opinión pública de la época muchos de los elementos que definían el experimento les resultaban cercanos a una secta. En el documental se muestra como empiezan a afianzarse costumbres y ritos extraños, que incrementan el sentimiento de pertenencia. Aunque para muchos expertos, este fenómeno es «normal» otros ven que el experimento tiene más carácter social que científico.