El Hormiguero

Pérez-Reverte: “Estuve en el atraco a un banco en el que mataron a todo el mundo”

El escritor acudió a “El Hormiguero 3.0″ para presentar su última novela “Revolución”

Arturo Pérez Reverte, en "El Hormiguero 3.0"
Arturo Pérez Reverte, en "El Hormiguero 3.0"7 y Acción

Sin la presencia de las míticas hormigas, Trancas y Barrancas y sin los fuegos artificiales de la ciencia, Arturo Pérez-Reverte se apoderó de “El Hormiguero 3.0″ en su paso este martes por el programa de Antena 3 para presentar su última novela “Revolución”. Y pasa ya la treintena. No hubo lugar al aburrimiento con las múltiples anécdotas del escritor, que definía así el contenido de su última obra: «Es un ingeniero de minas español que está en México en 1911 y se ve envuelto sin quererlo en la revolución mexicana». Una historia que nace de la de un amigo de su abuelo. «Soy escritor cazador. Está el escritor que se queda en casa creando un mundo interior y el cazador, que es el que sale fuera a cazar piezas para su zurrón. Y un día todo eso toma forma en torno a una novela», contó.

Pablo Motos, antes de irse a publicidad ya tiró el anzuelo para hablar sobre la participación de Pérez-Reverte en un atraco. Historia que contaría justo después. «Ocurrió el 4 de abril del 77, yo tenía 25 años. En un lugar que se llama Teseney, en Eritrea. Yo estaba con los guerrilleros eritreos que tomaron la ciudad. Y después de eso atracaron el Banco Comercial de Etiopía y fui con ellos. Volaron la caja, mataron a todo el mundo y sacaron el dinero», contó sin dar mucha importancia. Pablo, en cambio se quedó impactado con la frase, “mataron a todo el mundo”. «Es que en la guerra matan a la gente», replicó Arturo.

“A qué huele la guerra”, preguntó Pablo Motos. “A plástico quemado y a gente que se pudre. Además, es un olor que se te queda, no se va», dijo Arturo mientras recordaba aquellos momentos, «Después hubo una ofensiva etíope y había que huir hacia Sudán. Me dieron un kalashnikov y me dijeron que me buscara la vida. Fuimos hacia la frontera y ahí nos dieron, pero bien. Y cuando la crucé me confundieron con un mercenario y me metieron a la cárcel. Estuve una noche y un día con disentería. Creía que me quedaba ahí», evocaba.

«Estábamos adiestrados para eso, era nuestro trabajo y éramos profesionales», refiriéndose a su etapa como reportero de guerra. «El mundo es un lugar peligroso en el que cuanto más formado estas, más posibilidades tienes de sobrevivir. Cuando te quitas la máscara, te quitas el barniz civilizado y te enfrentas a la ambición, a la crueldad, el salvajismo, la venganza o la lujuria, el ser humano se comporta en lo bueno y en lo malo de una forma fascinante. Nosotros también podemos ser el monstruo debidamente condicionados», recordaba.

Pérez-Reverte recordó a sus compañeros de guerra que perdieron la vida trabajando. «A un periodista lo matan en la guerra trabajando, no le asesinan. Ellos sabían lo que hacían allí», denunciaba. Y atacaba entonces al sistema educativo. «Estamos criando generaciones de jóvenes que no están preparados para cuando venga el iceberg del Titánic. Los criamos sobreprotegidos y es un error porque les hemos quitado los mecanismos defensivos. Están confortablemente instalados en un mundo ideal. Eso nos hace muy vulnerables», aseguraba.