
Entrevista
Matt Baker: «No se trataba de añadir ‘síntomas’, sino de entender su mundo»
El creador de «Patience», la serie de Cosmo, explica cómo construir ficción desde la experiencia real

En un panorama televisivo saturado de procedimentales policiales convencionales, «Patience», la nueva serie de Cosmo, destaca por su sensibilidad y su apuesta por la representación auténtica. Inspirada en la serie francesa «Astrid et Raphaëlle», esta producción británico-alemana gira en torno a Patience Evans, una joven autista con hiperlexia que se convierte en pieza clave para resolver crímenes. Su creador, Matt Baker, conversa con LA RAZÓN sobre el proceso creativo, la importancia del casting inclusivo y el compromiso de evitar clichés en una ficción que, más allá del crimen, apuesta por una mirada transformadora.
¿Cómo construyó el personaje de Patience Evans evitando los estereotipos habituales?
Todo comenzó con el equipo de guionistas. Aunque yo fui el escritor principal, trabajé con otras personas que sí eran neurodivergentes o tenían vínculos cercanos con el autismo. Queríamos que la experiencia estuviera presente desde la escritura. Estudiamos muchos aspectos del autismo: el hiperfoco, los intereses especiales, la sensibilidad sensorial, las dificultades en entornos sociales, la forma distinta de procesar emociones. Hablamos mucho sobre cómo todo eso podía manifestarse en la vida cotidiana de Patience y también en su trabajo resolviendo crímenes. No se trataba de añadir «síntomas», sino de entender su mundo.
En estas circunstancias, el humor es un arma de doble filo. ¿Dónde estaba el límite?
Desde el principio supimos que había momentos cómicos, porque vivir en un mundo diseñado para neurotípicos genera tensiones, malentendidos. Pero fue clave que los personajes neurodivergentes no fueran el chiste, sino quienes identificaban el absurdo. Nos interesaba que el humor naciera de la situación, no de ellos como sujetos de burla. En la serie, son los personajes neurotípicos quienes muchas veces no entienden lo que sucede, y eso también da lugar a momentos de risa, pero con empatía.
Ella Maisy Purvis, que interpreta a Patience, es neurodivergente. ¿Cómo influyó eso en el proceso creativo?
Muchísimo. Es una actriz excelente y aportó su experiencia de forma muy activa. Le dimos libertad en el guion para decidir cómo expresar ciertas emociones o reacciones. Por ejemplo, al principio escribimos una historia de atracción romántica para su personaje que quedaba un poco en el aire. Ella nos desafió: «¿Por qué no desarrollarlo?». Así lo hicimos, y ese vínculo crece durante la serie e incluso en la segunda temporada. Su participación ayudó a romper ideas preconcebidas, como que una persona autista no puede tener relaciones afectivas. Ella demostró que no solo puede, sino que merece representarlo en pantalla.
¿Este proyecto lo cambió como creador?
Sí, sin duda. No solo por Ella, sino por todo el proceso. Trabajar con un equipo donde muchos tenían vínculos personales con el autismo me abrió los ojos. Desde los guionistas hasta el jefe de localizaciones, muchos compartieron experiencias que me hicieron ver lo presente que está la neurodivergencia, aunque rara vez aparezca en pantalla. Me di cuenta de lo mucho que damos por hecho como creadores. Lo que para una persona neurotípica es una escena cualquiera, una reunión, una conversación cruzada, para alguien neurodivergente puede ser un desafío enorme. Como narrador, eso te obliga a observar más, a escribir mejor, a dejar espacio para otras formas de estar en el mundo.
¿Hubo alguna escena que lo conmoviera especialmente?
Sí, varias. Una que me marcó está en el primer episodio: Patience entra en una reunión policial y empieza a abrumarse. En el guion ya estaba planteado como un momento tenso, pero cuando Ella lo interpretó, todo cobró otra dimensión. Se volvió real. Te hace entender cómo algo normal para ti puede ser inabordable para otra persona. Ese tipo de escenas no solo tienen carga emocional, también generan una forma de empatía que no es forzada, sino intuitiva. Porque no es que te lo expliquen: lo ves, lo sientes. Y ahí es donde la ficción, creo, se vuelve transformadora.
¿En qué momento decidió que la neurodivergencia no sería el conflicto, sino una forma distinta de percibir el mundo?
Era algo que ya estaba presente en la serie original francesa, «Astrid et Raphaëlle», pero quisimos reforzarlo. La neurodivergencia no debía ser un obstáculo dramático, sino una forma distinta de ver el mundo. Claro que presenta desafíos, pero también capacidades únicas. No queríamos hacer una serie «sobre el autismo», sino un policial que, desde ese formato, mostrara otra forma de estar en el mundo. Y ahí está lo especial.
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