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«Heridas»: el club de las malas madres

Antena 3 estrena hoy en prime time esta serie original de Atresplayer Premium basada en la japonesa «Mother»

Adriana Ugarte y Cosette Silguero llevan el peso narrativo de la serie
Adriana Ugarte y Cosette Silguero llevan el peso narrativo de la serieAtresmedia

Teóricamente una «malamadre», y que me perdonen «ellas» la licencia, es aquella que hace lo posible por sobrellevar la crianza de los hijos, pero con resultados que distan mucho de la icónica madre perfecta, siempre acertando en qué hacer, decir y hasta ponerse. Y aunque lleve el adjetivo de «mala» podría ser «real». «Heridas», la serie original de Atresplayer Premium que hoy estrena en abierto y prime time Antena 3, es un club de malas madres, que han tomado decisiones, no todas malas y que se enfrentan a los bandazos de la vida. Basada en la serie japonesa «Mother» y su posterior remake turco, ambos éxitos internacionales, cuenta con 13 episodios de 50 minutos producida por Atresmedia TV en colaboración con Buendía Estudios y protagonizada por Adriana Ugarte, Cosette Silguero y María León.

En el trasfondo de la historia vive Alba (Silguero), una niña de siete años que vive en el sur de España con su madre, Yolanda (León), que malnutre y se desocupa de su hija por cumplir como bailarina de pole dance y su novio, Lucho (Javier Collado), peor compañía imposible. Manuela (Ugarte), una joven que huyó de su casa para refugiarse en los humedales andaluces, conoce a la niña y entre ellas surge una conexión que hace saltar todo por los aires. La serie adaptada ha conseguido coger una dimensión propia y más amplia que la de sus predecesoras y la historia crece a una velocidad vertiginosa en la que el espectador se embarca desde el primer capítulo, que pasa de drama, casi a thriller. Las interpretaciones de las dos primeras malas madres, Yolanda y Manuela, también nos cuentan cosas de sus vidas, anhelos y esperanzas. De cómo nada es suficiente para cuidar de un hijo. Pero una decisión llama a otra y la pequeña también quiere tomar sus propias elecciones, lo que provoca un cúmulo incesante de despropósitos que lleva a la desesperación a todos los implicados. Cuyo número aumenta con cada persona que se cruza en sus vidas, la Prensa, la familia, los desconocidos, todos son actores de este drama que habla de lo mala que puede ser una infancia, pero que también nos recuerda que no juzguemos sin conocer. Que las decisiones que se toman por salvaguardar la vida de una niña, buenas o malas, tomadas están.

No hay que decir que los secundarios hacen un trabajo sobresaliente, ya sea fingiendo ser una familia sin secretos o una relación tóxica. Sublime la labor de Isabel Gelabert como Rocío, la madre biológica de la protagonista, que aporta verdad y profundidad a la historia. Porque «Heridas» hace su propio camino alejándose de las telenovelas y creando personajes profundos, maltratados con crueldad, pero a los que se les oye llorar y respirar como si los tuviese al lado. He ahí el éxito de la adaptación española, como nos cuenta Montse García, directora de ficción de Atresmedia TV: «Es inteligente adaptar series internacionales de gran éxito y que encierran historias que son universales; es decir, que emocionen al espectador sean de donde sean. En el extranjero lo han hecho con series originales nuestras como con ‘‘Gran Hotel’’, ‘‘El Barco’’ o con ‘‘La Casa de Papel’’. Y nosotros lo hemos hecho recientemente con ‘‘Alba’’». En el caso de «Heridas», «tomamos un punto de partida de una historia universal como es la de ‘‘Mother’’ y la adaptamos a la cultura y sociedad española, otorgándole nuestro sello propio diferencial». El éxito de la serie es tan fácil de entender, como matiza García: «La clave es que trata un tema tan universal como es la maternidad, el sentimiento de una madre hacia su hija. No solo desde una perspectiva y desde un mismo concepto de maternidad. En ‘‘Heridas’’ encontramos una madre biológica, en un contexto muy complicado, que lucha por su hija y también vemos en otro de los personajes cómo ese sentimiento de maternidad puede ser igual de fuerte o más aunque no se trate de una madre biológica».

El interés por el desenlace de la historia hace que se consuman minutos de metraje como si fueran segundos, y que las dudas sobre todo aparezcan una y otra vez hasta que el argumento converge en un solo hilo que remate el telar en el que se puede leer: «Al final, una madre siempre es una madre».