Teatro

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Titirimundi, el mundo está en sus manos

Ilka Schönbein, alma de la compañía alemana Theater Messchuge, presenta en Titirimundi «The Old Lady And The Beast», un montaje que el Festival de Otoño trae también a Madrid, a la Sala Cuarta Pared (del 24 al 26 de mayo)
Ilka Schönbein, alma de la compañía alemana Theater Messchuge, presenta en Titirimundi «The Old Lady And The Beast», un montaje que el Festival de Otoño trae también a Madrid, a la Sala Cuarta Pared (del 24 al 26 de mayo)larazon

Preparen sus maletas y detengan sus relojes. Nos vamos muy lejos: a una galera, en alta mar, donde un prisionero convive con corsarios; o a un mundo de nubes de azúcar; o quizá prefieran adentrarse en una historia de dragones y princesas, en el cuento del bandido Cucaracha, en la venganza de Don Mendo o en la historia del licenciado Vidriera. En realidad, todo es más sencillo de lo que parece: basta con que se acerquen a cualquiera de los espectáculos de la 27 edición de Titirimundi. El veterano festival de marionetas y teatro de objetos se celebra como cada año en Segovia, aunque también tiene programación en Burgos, Ávila, Sabero (León), Salamanca, Soria, Valladolid y colaboraciones con Zamora y Barañáin (Navarra), y en Madrid, donde colabora con el CDN y de La Abadía, así como en varios pueblos de la sierra de la comunidad y Alcalá de Henares. Este año habrá 309 funciones, 200 de ellas en la ciudad de Segovia, a cargo de 31 compañías de nueve países. Habrá propuestas españolas, alemanas, argentinas, checas, británicas, danesas y malienses. Pero el protagonismo es francófono, con hasta ocho espectáculos franceses, principalmente, y belgas.

Magos de los objetos

Aunque este año el certamen ha querido subrayar esa presencia, el director de Titirimundi, Julio Michel, explica que en realidad el protagonismo francófono no es casual: «Es la zona europea que más produce, donde surgen más compañías de teatro de títeres. En Francia, concretamente, además hay una escuela. Es la gran referencia actualmente y por eso tienen una en creación contemporánea de títeres». Por los teatros de Segovia pasarán formaciones francesas como La Compagnie A, con «Ma foi», y Bakélite, que ya estuvieron en 2011 y ahora presentan «La Galère», una narración unipersonal con un vanguardista y divertido teatro de objetos para contar una historia de lobos de mar solitarios. «Son dos compañías de referencia, magos de la utilización de los objetos; los convierten en instrumentos para contar historias –explica Michel–. Cualquier cosa, desde un zapato o un teléfono, les sirve en busca de su objetivo: contar una historia». También Clair de Lune Théâtre, con su juego de sombras en «Omelette», y la belga Michéle Nguyen, con sus pequeñas marionetas con las que se asoma, acaso, a su autobiografía, un relato entre lo melancólico y lo divertido. «Ella es más bien contadora, procede del mundo de los cuentos, de la narración, pero se apoya en una marioneta delicada, bellísima, que es su álter ego».

El peso específico del país vecino en este terreno tiene explicaciones históricas, según Michel: «Francia tiene una tradición viva, unas raíces, como el guiñol, que es un personaje que se crea en Lyon, aunque también los hay en París, y que se remonta a hace 200 años. Existe una tradición vigente, cosa que no hay en España; no hay ningun espectáculo tradicional que haya llegado hasta nosotros vivo. A partir de ahí, tienen los cimientos para construir algo nuevo. Es también un país con una gran tradición de cabaret. En los años 40 y 50 surgió un marionetista que fue un auténtico genio, Yves Joly. Fue un precursor: el primero que dejó de utilizar figuras; lo primero que descubrió es la mano desnuda; y continuó con paraguas y otros objetos». Además, añade, «a mediados de los años 60, en el norte, en Charleville -Mézières, a una compañía aficionada de títeres se les ocurrió convocar un festival internacional». Aquella semilla, celebrada cada cuatro años, se convirtió con el tiempo en el actual Festival Mondial des Théâtres de Marionettes, una cita bienal de referencia. Aunque Titirimundi ya puede sacar pecho: son 27 años de buen hacer a sus espaldas. «Titirimundi en España ha sido una especie de escuela, una referencia importante; se venía a ver qué se hacía en el resto del mundo: eso ha influido en las producciones que se hacen en el resto de España», cuenta Michel, que explica que la crisis, como a todos, les ha afectado, y lo vienen notando. Su presupuesto, menguante en los últimos cuatro años, es de 255.000 euros y surge principalmente del Ayuntamiento de Segovia y la Junta de Castilla-León, con aportaciones además de la Diputación, el Ministerio de Cultura, Bankia y tierra de Sabor. El certamen, pese a los malos tiempos para la lírica, resiste a los vaivenes. «Aunque nos afecta, un festival como éste es capaz de sobrevivir a la crisis. Una compañía de títeres tiene costes muy inferiores a los de una de teatro. Y, con marionetas, se puede contar todo, gozas de una enorme libertad, incluso para narrar el diluvio universal», cuenta el director, que reconoce que entre las fórmulas de austeridad está el contratar propuestas con menos actores. Así, abundan este año espectáculos con uno o dos intérpretes.

No sólo para niños

La prueba de lo anterior son montajes como «Gaudeamus», una adaptación al teatro de objetos de la cervantina «El licenciado Vidriera», a cargo de los salmantinos La Chana –«divertidísima, digna de cualquier festival mundial», explica Michel– o «La venganza de Don Mendo», versión en marionetas del astracán de Muñoz Seca por los malagueños Espejo Negro. Los dos premios Max que esta compañía atesora son sintomáticos, añade Michel, de lo que ocurre en España con los títeres: pese a ser montajes para adultos, se los cataloga generalmente como teatro infantil. Titirimundi, de hecho, no es una cita exclusivamente para los más pequeños, aunque también éstos tienen propuestas sólo para ellos, como «Besos», de Teloncillo. En los teatros, patios y calles de Segovia y el resto de sedes se pueden encontrar montajes para un público adulto, como los sorprendentes cuentos de hadas con estética de cabaret de la compañía alemana Theater Meschugge, que es tanto como decir la actriz y bailarina Ilka Schönbein. Meschugge presenta en Titirimundi «La vieja dama y la bestia». «Esta mujer ha sido bailarina, pero también marionetista: trabajó con Albrecht Roser, uno de los grandes marionetistas de hilos de Alemania. Tiene una estética fantástica: se desdobla, se quita el rostro de una manera fascinante». Y añade: «la obra trata de los temas de la vejez y la muerte. Mezcla diferentes cuentos clásicos para hablarnos de de la decadencia del cuerpo».

En Segovia se van derrumbando barreras: «Son 27 años educando al público. Ésa ha sido la función de Titirimundi: mostrar la tradición, las raíces, de dónde vienen las formas actuales y las vanguardias», celebra el director. Pero aún quedan algunas. Prejuicios motivados por una única causa: «Desconocimiento absoluto».

Autómatas de museo

Cuesta decidirse en el programa de Titirimundi. Si propuestas como la de los franceses Bakelite o la de la belga Michéle Nguyen (abajo, ambas) son tentadoras, la nómina española es de primera. Habrá veteranos como los Titiriteros de Binéfar, que presentan «El bandido Cucaracha» y «Dragoncio», o Tantxarina, con su «titiricircus». Dos propuestas tienen sabor especial: Aitor Sanz Juanez, un actor madrileño, descubrió el mundo de los títeres en Segovia y decidió dedicarse a él. «Suspiro», su primer espectáculo, habla sobre el horror de las guerras. El festival además rinde homenaje a Gonzalo Cañas, titiritero fallecido recientemente, con su barraca de autómatas, originaria de los años 40 y reconstruida por Cañas, un teatrillo en movimiento único en el mundo que aún funciona.

Cuándo: desde hoy hasta el 15 de mayo. Dónde: Segovia, Madrid y otras ciudades. Varios espacios. Cuánto: de 1 a 13 euros. Tel. 921.466.720.