Goyesca de Ronda
Roca Rey se crece en la tarde de los Ordóñez
El de Perú cortó cuatro orejas en una tarde importante y el sevillano sumó tres trofeos en el festejo rondeño
Pablo Aguado brindó a Cayetano, que estaba con su hijo en brazos. A él le tocaba estar en el ruedo, también. Las cosas del destino son así, y más cuando se debaten en la incertidumbre del ruedo cada tarde. Hacía más de quince días que un animal le provocó una lesión de costillas que le ha quitado de las plazas. Y no pudo ser. Ni en su casa, con su hermano de empresario, y donde descansan las cenizas del abuelo: Antonio Ordóñez, que además se cumplen los 70 años de alternativa. Pasar por Ronda es otra cosa y más para esta saga de toreros. Aguado se acordó. Luego el toro tuvo nobleza y las fuerzas contenidas y más allá de la suavidad de las formas, llegaría poco.
Roca Rey abrió plaza con un Jandilla de buen ritmo. La faena tuvo temple, sin más. Lo importante vino después. En el tercero. Ya el quite recordó a lo de antes, aquellos que amagaban con infartar cada vez que el peruano citaba al toro. Hubo una chicuelina que de tan cerca casi se lo lleva por delante.
Un aperitivo de lo que vino después. Muy confiado, seguro, con estatuarios y la mirada fija en la arena, comenzó la faena. El toro, que pareció que tenía lo justo, sacó genio y se revolvió en la muleta raudo y sin humillar. No fueron una ni dos las veces que estuvo a punto de coger a Roca Rey. Cada muletazo era un puñetero equilibrismo para no caer derecho al infierno. (Cuando el toro hace presa y ya... A saber los caprichosos caminos del pitón del toro en el cuerpo). Lo sabía él. Se tragó el miedo, de tenerlo, y dio una buena versión, por el pitón izquierdo, por donde era algo más decente el ejemplar y ya con la faena hecha también con la diestra. Cuestión de honor, esas cosas que en otro escenario no se entenderían. Por derecho mató al toro y el doble premio. No habían sido de un paseo, desde luego.
Aguado y el temple
Si algo tiene Aguado es un temple sobrenatural. Detiene el tiempo y la embestida del toro. La ralentiza y el muletazo dura más en sus manos o nos detiene a todos, lo que ustedes prefieran. Pero ocurre. No siempre. Pero ocurre. Y ayer ocurrió. Con el cuarto, noble y justo de poder. La cadencia lo presidió todo y entre una cosa y la otra, algún muletazo que era puro fogonazo.
La otra cara pudo vivir Roca con el quinto, que tuvo cosas tan buenas como la nobleza y repetición en una muleta que quiso ser armonía, cadencia, que buscó torear con los vuelos y llevarse el toro atrás, no allá sino a la cadera. Un regusto, con mejor final y una estocada que le puso en la mano de nuevo el doble trofeo. El dulce después del tragantón inicial.
Acudía al engaño entregado el sexto, aunque le costaba empujar hasta el final. A Pablo también obligarle a ir. La faena fue liviana, cortando las series y sin compactar, a pesar de que de vez en cuando los muletazos (y olés) fluían. Roca Rey se había llevado de largo la tarde de los Ordóñez, su plaza, su casa.
Ficha del festejo
Ronda. Tradicional Corrida Goyesca. Se lidiaron toros de Jandilla y Vegahermosa. 1º, noble; 2º, a menos; 3º, complicado y con genio; 4º, noble y con el motor justo; 5º, muy bueno, 6º, noblón y de corta arrancada. Lleno.
Roca Rey, de verde botella, pinchazo, media (saludos); estocada (dos orejas); estocada (dos orejas).
Pablo Aguado, de negro, estocada caída (saludos); pinchazo, estocada caída (oreja); buena estocada (dos orejas).
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