Feria de Málaga
Al final esperanza
Varea sale a hombros y corta un rabo en la penúltima función de Algemesí
Algemesí, octava de feria. Lleno de «no hay billetes».
Novillos de Núñez del Cuvillo, muy bien presentados pero sin fuerza ni fondo. El cuarto fue el de más gas.
Álvaro Lorenzo (de grana y oro), media y descabello, oreja; pinchazo hondo y descabello, ovación.
Varea (de sangre de toro y oro), pinchazo y estocada, oreja; pinchazo y estocada, dos orejas y rabo.
De las cuadrillas destacaron Raúl Martí y El Puchi.
La aparición de las figuras trajo aparejada la llegada de novillos si bien excelentemente presentados, hueros totalmente de fuerza, haciendo que la labor de los novilleros consistiese, básicamente, en conseguir mantener en pie a sus oponentes, siendo la lidia y su reducción algo absolutamente fuera de lugar y puede que de planteamiento.
La esperanza de que estos nuevos valores, promesa de futuro, sean revulsivo y relevo efectivo en el escalafón quedaba así bastante velada y puesta en cuarentena.
Pero como esta virtud es lo último que se pierde, la gente que llenó a rebosar el singular trapezoide algemesinense se entusiasmó con la salida del último novillo de la tarde. Un astado pronto y con tranco, que se arrancaba con alegría y desde lejos y con el que Varea se hizo ovacionar con las navarras con que le saludó de capa. La gente se fue arriba y se entregó al novillero castellonense, que firmó una faena de tanta garra como calidad en su primera mitad. Luego el animal se fue apagando y fue el torero quien tiró siempre de él para, sobre el pitón derecho, terminar apurando hasta la última embestida. El público, ya volcado, no quiso que se pusiese en duda su proverbial generosidad y premió su labor con un rabo bastante exagerado.
Hasta entonces la función no había dado mucho de sí. Habían saltado tres novillos con volumen, cuajo, pitones y plaza... pero sin apenas fuerza para desenvolverse. Fueron sólo fachada.
Varea había paseado otra oreja de su primero por un trasteo nada más que esforzado ante un novillo muy a la defensiva y Álvaro Lorenzo dejó claro que está muy hecho, muy puesto, que sabe lo que lleva entre manos y que le funciona la cabeza. Pero necesita material adecuado y conforme para que sus aptitudes brillen y sus actitudes sean percibidas. Su primero embistió con dulzura y nobleza pero sin empuje alguno, dosificando el toledano su energía para poder sacar un quehacer aseado y correcto, en tanto que el tercero no pudo apenas desplazarse e hizo imposible cualquier lucimiento..
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