Sevilla
Alternativa con triunfo para Jiménez en el regreso de Ponce
El sevillano aprovechó un sobrero de Parladé que salvó in extremis la mala condición de una corrida que dejó sin opciones al valenciano y a El Cid
La Maestranza (Sevilla). Tercera de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq y Parladé (2º, 3º, 6º, devuelto, y 6º bis), bien presentados. Resultaron deslucidos por su falta de raza. Todos con sosería, salvo el sobrero que cerró plaza. Casi tres cuartos de entrada.
Enrique Ponce, de gris plomo y oro, media estocada, dos descabellos (silencio); estocada (silencio). El Cid, de verde esperanza y oro, estocada (silencio); pinchazo, estocada (silencio). Javier Jiménez, de blanco y oro, que tomó la alternativa, estocada que hace guardia, pinchazo, estocada (saludos); pinchazo, estocada (oreja).
Uno de los festejos más esperados, pese a los apenas tres cuartos de entrada, de la pobre cartelería de esta Feria de Abril se saldó con suerte dispar para sus protagonistas. Doctorado con oreja para Javier Jiménez, que sorprendió gratamente; mientras Enrique Ponce unió regreso a Sevilla y reaparición tras la grave cornada de Fallas, en una tarde en plenitud de condiciones que se estrelló con la adversidad de su lote.
Javier Jiménez cumplió con el trámite de la alternativa soñada. En su tierra, en un cartel incrustado en plena Feria de Abril, con dos figuras del toreo como padrinos y, encima, con un «Duque» de Juan Pedro Domecq que mostró nobleza y buen son. El nuevo matador de toros aprovechó estas virtudes y estuvo airoso con el capote en los de recibo. Se lució después en sendos quites. Uno, precioso por tafalleras, seis, cerrado con un par de saltilleras. Tuvo continuidad en dos verónicas más abrochadas con la media y una posterior réplica por chicuelinas al quite por delantales de Ponce. Tras la ceremonia, compuso una estimable faena en la que hubo temple y ritmo. Muy centrado y sereno sobre la diestra, siguió al natural con tandas largas. Todo iba encarrilado, pero este feliz guión no tuvo el desenlace previsto. El noble animal acabó rajándose en busca de la querencia y deslució el tramo final. Quizás sobró la última serie al abrigo de las tablas y lo empeoró con la espada. Buena impresión, pese a todo.
La suerte sí se alió con el toricantano en el sexto. El titular fue devuelto tras lesionarse una pata y saltó un sobrero de buen juego de Parladé. El destino quiso que no volviera al campo y Jiménez aprovechó sus condiciones para brillar desde el saludo con el percal. En el último tercio, el de Espartinas trazó tandas largas con muletazos hondos y bien trenzados sobre ambas manos. Caló en el tendido. Muy centrado, ahora sí, hubo final feliz. Oreja para abrir el nuevo camino en el escalafón superior.
Ponce no acusó la inactividad desde marzo y buscó las vueltas a su lote, a pesar de las complicaciones propias de su poco juego. Pese a ello, porfió y trató de rascar algo entre la casi nada. El valenciano cumplió en los de recibo a un animal corto en el viaje y que comenzó a atisbar las pocas opciones de triunfo que llevaba dentro. A poco de tomar la muleta el de Chiva, el burel buscó terrenos de tablas y dejó claro que no quería embestir. Lo intentó Ponce tirando de su amplio oficio: le tapó la cara en la salida de los muletazos, probó terrenos y distancias... Pero su magisterio fue inútil y abrevió.
Buenísimas fueron las verónicas con las que saludó al cuarto, que tuvo calidad, buen son y clase. Le gustó al torero e incluso lo brindó al público. Inició bien la faena hasta que una voltereta del toro provocó que perdiese demasiadas energías. A menos, se fue diluyendo su bondad. El torero lo llevó con suavidad y buenas maneras, pero era imposible que rompiera la faena.
El Cid se encontró con un primero de su lote que dejó la impresión de que podía embestir con calidad. Su lidia fue de más a menos. Ya con la franela en la mano, el de Salteras, que brindó a Enrique Ponce, compuso una primera tanda en redondo de buena factura. Comienzo prometedor. A las puertas de la esperanza. Un espejismo. Bajó la intensidad en la serie siguiente y, sobre la zurda, ya resultó mucho más deslucida. Todo a medida que el toro se iba apagando. Cada vez con menos raza hasta echarse en medio de la desilusión del torero y desesperación del público.
El quinto sacó nobleza, pero se unió a la sosería de sus hermanos y se vino a menos. Comportamiento anodino. Escasa transmisión. Lo intentó El Cid en una tanda prometedora de derechazos, pero el astado perdió pronto las manos y cantó su decadencia. Peor la segunda tanda y ya sin emoción cuando lo probó por la izquierda. Nuevo desencanto. Suerte que saltó «Faltón» para entenderse con Jiménez y salvar la tarde. Oreja para hacer camino.
Agridulce vuelta de Ponce
Acababa de romperse el paseíllo. Sevilla tuvo memoria y agradeció el gesto. Rompió la ovación. Ponce, impulsado por las palmas al tercio. Dos años ausente sin pisar La Maestranza. Un mes y medio después de la grave cornada en la axila derecha con fractura de clavícula izquierda en la Feria de Fallas. Ponce, al que El Cid brindó el tercero, hizo el esfuerzo y no volvió la cara. Trabajó a destajo para cumplir con su doble compromiso en la Feria de Abril. La responsabilidad de las figuras. Luego, el ganado se convirtió en un muro imposible de salvar. El viernes, junto a Castella y Adame, la segunda oportunidad.
✕
Accede a tu cuenta para comentar