Brasil
El Chano: «Un día salí de casa para torear y volví al año en silla de ruedas»
El sábado las figuras torearán en Vistalegre para sufragar su carrera deportiva
Un golpe seco, certero, maldito, sin cornada ni sangre que saltaran las alarmas del miedo le acechó una noche de agosto de 2012 en la plaza de toros de Ávila.
Un golpe seco, certero, maldito, sin cornada ni sangre que saltaran las alarmas del miedo le acechó una noche de agosto de 2012 en la plaza de toros de Ávila. A pesar del optimismo general, él lo supo desde el primer momento: «El novillo me había partido la médula, noté un chasquido y fui consciente de todo». Lo dice Vicente Yángüez, apodado «El Chano» y banderillero de profesión. No cayó en el desánimo a pesar de la extrema dureza de la situación. «Yo lo asumí antes que mi mujer». Y tanto fue así que recién padecida la cogida ya manifestó que si no volviera a andar se prepararía para los Paralímpicos. Y así ha sido. No tiene ni una palabra de rencor hacia el toro, a pesar de que le ha postrado en una silla de ruedas y entrena con nuevos retos. El sábado 22, en Vistalegre (Madrid), se celebrará un festival de lujo para colaborar en la carrera deportiva de Vicente. El rejoneador Diego Ventura, que abrirá plaza, Enrique Ponce, El Juli, Manzanares, Perera, Talavante y el novillero Álvaro Lorenzo con reses de distintas ganaderías, y alguna sorpresa...
–Mientras tanto, entrena.
–Sí, llevo once meses usando la handbike. El ciclismo es duro, pero esto tiene el plus de la lesión y es muy exigente para los brazos. Además, entrenar es peligroso. En Madrid no hay sitios que estén habilitados y por carretera te juegas la vida.
–¿Dónde entrena?
–En el polígono de Parla, se pasa muy mal por el viento, pero no hay otra.
–¿Y sus otros compañeros?
–Por lo que sé, hay más que se preparan en plan lúdico, pero de alta competición sólo estoy yo.
–¿Cómo es el mundo en el que se está adentrando ahora?
–Cuando nos juntamos los compañeros en sillas de ruedas es una lucha contra todos los elementos. Y es increíble ver cómo las personas se vienen arriba. Te das cuenta de que cada uno tiene una historia parecida y los entiendes a la perfección.
–¿Nos queda mucho camino por recorrer para la adaptación?
–Hay muy poco adaptado. Yo me fijo en cómo se apañan los demás y voy aprendiendo y al final llegas a un hotel y aunque no está adaptado te haces a la situación.
–¿Cómo se supera una prueba así?
–Por el instinto de supervivencia y por la familia, nunca he estado solo, les he tenido a ellos.
–Mantuvo la compostura desde el primer momento.
–Esa noche estaba con Miguel Ángel Sánchez y como yo hacía atletismo le dije que no había hecho mi última carrera y se emocionó mucho.
–A esa noche le siguió un calvario.
–Los dos primeros meses la gente te apoya muchísimo, pero después cada uno vuelve a su vida y los ocho meses que estuve en el hospital de Parapléjicos de Toledo fueron muy duros. Al final me sentí un poco abandonado. Ésa ha sido la etapa más difícil.
–En ese hospital hacía rehabilitación y adaptación a la silla de ruedas...
–Sí, te preparan para salir a la calle.
–¿Necesitó ayuda psicológica?
–Una mañana mi mujer me dijo que una de las pastillas era para la cabeza y llamé a la doctora y le pregunté si de verdad creía que la necesitaba. Tiré la pastilla. Y nunca he tomado. Creo que fue una terapia de choque.
–¿Lo peor había pasado?
–Estuve dos semanas sin dormir. En la UVI se me juntaba la noche con el día y temía que anocheciera porque no volvía a ver a mi mujer hasta el día siguiente y se me hacía eterno. Me entraba mucha angustia y tenía muchos dolores.
–¿Dolores?
–Horribles. La primera noche, la del percance, pensé que me moría del dolor. Era tan intenso que me sentía agotado y a la vez tenía la sensación de que si me dormía era para siempre. Después me dijeron que esos son los síntomas de morirte de dolor.
–¿En qué pensaba?
–Ahí no podía pensar, se me amontonaba el tiempo.
–¿Y ahora tiene dolores?
–Pues sí, y para toda la vida. Me dan unos calambres tremendos en las piernas y no se puede hacer nada. Esto no avisa. Una lesión medular es una crueldad.
–¿Le guarda rencor al toro?
–Ninguno.
–¿Se puede superar una situación así?
–Es muy duro, pero se puede. Un día salí con una maleta de casa para torear y volví a mi casa casi un año después en una silla de ruedas. El primer año es crítico. En todos los sentidos. El económico ha sido muy complicado.
–¿Cuál es la situación?
–Ahora ya está estabilizada con la pensión, pero durante un año no llegaba y nos planteamos vender la casa, porque no podíamos afrontar los gastos. Por eso David Mora tiró para adelante con la corrida. En ese momento nuestra situación era crítica.
–¿Cómo han vivido sus hijas la experiencia?
–Han madurado mucho en poco tiempo. Han estado casi un año sin ver a sus padres y con muchos cambios.
–Cristina Sánchez y Martín de Vidales son los principales organizadores del festival de lujo que se celebrará el sábado en Vistalegre para apoyarle en su carrera deportiva. ¿Nervioso?
–No, contento. Estoy muy centrado en entrenar y dar todo de mí. Mi sueño es llegar a los Juegos Paralímpicos de 2016 de Brasil, pero antes tengo que cumplir muchas metas.
–El otro día ya le pusieron la camiseta de España.
-Sí, pero ahora tengo que ganármela.
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