Toros
Entrevista a Tomás Campos: «Para inspirarme en la plaza recurro a los malos momentos»
El de Llerena, a caballo entre La Rioja y Badajoz, está anunciado el próximo 14 de agosto en Cenicientos junto a Octavio Chacón y Andrés Palacios ante astados de El Torero
El de Llerena, a caballo entre La Rioja y Badajoz, está anunciado el próximo 14 de agosto en Cenicientos junto a Octavio Chacón y Andrés Palacios ante astados de El Torero.
El verano acelera y se acerca una de las citas «toristas» por excelencia, la mítica Feria de Cenicientos (Madrid), y sus imponentes bravos. Tomás Campos es uno de los espadas que ha aceptado el reto que el «Valle del terror» propone a aquellos toreros que muestran condiciones durante su paso por Las Ventas. El pacense, por lo civil y lo criminal, dejó en junio una gran muestra de su entrega, que a punto estuvo de costarle una terrible cornada tras dos espantosos enganchones. A pesar de las escasas oportunidades con las que ha contado en su primer lustro como matador, no hay nada que le quite de la boca la palabra ‘felicidad’.
– ¿Siente la tarde de Cenicientos como una segunda oportunidad para conquistar al público de Madrid?
– Sí, lo afronto con gran ilusión porque sé que muchos aficionados quieren volver a verme y será con un hierro (El Torero) que me transmite sensaciones positivas. Además, desde San Isidro estoy deseando volver a Madrid. Aunque la corrida no dio opciones fue una de esas tardes en las que uno sale satisfecho y convencido de entregar su vida al toreo.
– ¿Le inspiran ejemplos como los de Emilio de Justo u Octavio Chacón?
– Es cierto que hay similitudes, pero cada carrera es un mundo. Aún así, sí que es evidente que está surgiendo una baraja de toreros con un concepto con el que me identifico y distinto al que estábamos viendo en los últimos años.
– ¿Lo clásico nunca pasa de moda?
– Nunca, en lo clásico reside lo fundamental y eso es lo que más permanece en el recuerdo de la gente. Es donde se encierra el mayor contenido artístico.
– ¿Qué significa profesionalmente para usted Francia?
- Todo. Mis temporadas se han basado en ella y ha sido donde me han ido abriendo las puertas. Es donde me he sentido realizado y donde he comprobado que el esfuerzo puede tener recompensa.
– ¿Qué balance hace de estos cinco años de alternativa?
– Muy positivo, todo lo que he pasado me ha hecho crecer como torero y como persona. En algunos momentos no he estado donde hubiese querido, pero creo que hasta los malos momentos son necesarios. Yo recurro a ellos para inspirarme en la plaza. Cuando nos preguntan por el momento de forma que atravesamos, los toreros siempre decimos que estamos en el mejor momento de nuestra carrera o en el «típico periodo de madurez», pero somos personas y no todos los días nos levantamos igual.
– ¿Ha sido feliz cuando ha estado durante varios meses sin torear?
– Sí. Llega un punto en el que asumes tu situación y te mentalizas para disfrutar de cada momento. En el número de corridas no reside la felicidad.
– Si el diseño de su propia temporada dependiese solo de usted, ¿cómo sería?
– Nunca me lo he plantado, pero no me convencen las temporadas largas. Me obsesiona no masificar. No va acorde con mi concepto. Cuando vacías tu alma por completo necesitas un tiempo para volver a alimentarla. Si no, todo se vuelve mecánico y técnico, y se olvida la naturaleza visceral del espectáculo.
– ¿Le parece justo que se le identifique solo como un torero de riesgo y valor?
– No, pero hay tardes que tienes que actuar así. Creo que en realidad mi punto fuerte se ve con un toro que te permita veinte pases.
– ¿Qué significa en su vida el maestro Diego Urdiales?
– Ha sido un punto de inflexión para poder seguir en esta profesión. Es quien me ha hecho recobrar la fe en mí mismo para poder aguantar los momentos de amargura que hay que superar para poder alcanzar la felicidad.
– Más allá de la falta de oportunidades, ¿es uno también autocrítico?
– Por supuesto, eso es imprescindible si quieres seguir evolucionando.
– ¿Se arrepiente de algo?
– De nada. Pienso que todo lo que ocurre tiene un sentido, y si me he equivocado en alguna decisión lo asumo con naturalidad.
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