Ferias taurinas
Feriando que es gerundio
A las 13:42 de la tarde llegó vía teléfono móvil el "cable"de la Delegación de la Junta anunciando que cinco toros de "Garcigrande-Domingo Hernández"habían pasado el corte del reconocimiento. Noticia salvífica para la empresa de la plaza de Sevilla, que evitó en el descuento enfrentarse a una enmienda ganadera a la totalidad y a la consiguiente cruenta devolución de entradas. Así que la corrida ya empezó con el remendón del baile de corrales, por donde pasaron en 24 horas 22 toros del ganadero Justo Hernández. Lo que mal empieza no tiene por qué acabar mal, por mucho que haya empapado el refrán. No fue el encierro de Garcigrande, zurcido con un primer toro de Jandilla, la causa principal del magro resultado artístico de ayer en La Maestranza. Ni fue el baile de corrales lo que provocó que otra vez la plaza se quedara a la mitad.
Leerán hoy a los "destroyer"del negro negrísimo decir que si el baño de mansedumbre, que si el toro aquel hacía esto y el de más acá miraba así. Bien. A riesgo de lapidación en plaza pública diré que fue una corrida difícil, con teclas, pero interesante, que se movió, y con varios toros que debieron irse con una o hasta dos orejas pasadas a cuchillo.
El Cid, rey de la potra y antiguo rey de la zocata, se llevó el lote. Su primero tenía el premio en el pitó derecho. El cuarto fue el mejor toro de la corrida. Mansurrón, en fuga expeditiva hacia los terrenos de sol, pero el mansurrón que dice a planear y a hacer la avioneta y aquí te quiero ver. ¡Cuántas faenas antológicas en la historia del torero con mansos de estas trazas! A El Cid le presento mis respetos, que suyas son y nadie le ha regalado sus cuatro Puertas del Príncipe en Sevilla, su zurda de platino que enamoró a España, y a mí el primero, y sus antológicos "tour de force"con los victorinos. Pero es que El Cid campea ahora de otra forma. Sobra en El Cid velocidad, sobre todo velocidad, extravío y violencia, y hace falta más aplomo, más cadencia y más apuesta.
Puestos a contar lo que sobra, sobró también la media vuelta al ruedo. Que tuvo mérito que El Cid consiguiera con acierto taparle la salida al buen manso fugitivo, y que persiguiera el oro de la embestida hasta las estribaciones de la solanera. Pero si había carne para mejor puchero, el primero que debe darse cuenta de eso es una figura del toreo. Con esto, y diciendo que Luque y Saldívar pasaron con más pena que gloria, en paz. Feriando, que es gerundio.
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