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Ginés Marín y El Potito, mano a mano en la Fundación Cajasol

Juventud y flamenco se dieron la mano en el quincuagésimo primer encuentro organizado por la fundación

El matador de toros Ginés Marín y el cantaor El Potito protagonizaron la edición número 51 de estos encuentros.
El matador de toros Ginés Marín y el cantaor El Potito protagonizaron la edición número 51 de estos encuentros.larazon

Esta cita ha abordado la relación entre el toreo y el flamenco como tema central, aunque en ella se ahondó también en las trayectorias de Ginés Marín y El Potito, comprobándose que existen muchos y fuertes lazos entre ambas disciplinas.
El toro y el flamenco ya han servido de habitual hilo conductor de estos encuentros que, en su última edición, salvaron el frío meteorológico con su contrastado poder de convocatoria, llenando el Teatro Cajasol. La admiración de Ginés Marín por la trayectoria de El Potito, de alguna manera, fue el germen de este nuevo encuentro que suponía la octava ocasión en la que se fusionaban ambas artes sobre el escenario de la Fundación Cajasol.
Ginés Marín fue el encargado de abrir fuego evocando sus primeros compases en la profesión. Sólo han pasado seis años entre su debut sin picadores y su irrupción en la primera fila del toreo, apuntó el moderador. “Cuando te metes en la vorágine de la profesión no lo ves tan rápido; te da la sensación de todo podría ir más aprisa”, reveló el joven matador nacido en Jerez.
“Es que el toreo y el flamenco siempre han ido de la mano”, replicó El Potito, aludiendo a algunos nexos comunes. “Camarón quiso torear pero vio mejor camino a través del cante”. Un cante que es el hilo sonoro de la trayectoria del joven matador. “El flamenco me gusta, lo disfruto y en los momentos malos me sirve de consuelo y en los buenos de disfrute”, señaló Marín, reconociendo que las horas de viaje de plaza en plaza son acompañadas de esa banda sonora. “También lo oigo toreando de salón; sin darnos cuenta, la música está presente en nuestra vida y ver las cosas sin sonido y sin compás es verlas desde otra perspectiva distinta”, apuntó.
“Cuando el toro entra en la muleta es como un cante por bulerías”, apuntó El Potito. En ese punto saltó un concepto común al toreo y el flamenco: el compás y el ritmo. “Se pueden hacer las cosas muy bonitas pero si no tienes ritmo es como una casa sin cimientos”, prosiguió el cantaor añadiendo que “es como un toro al que tienes que saber dónde lo citas y dónde lo paras”. Marín entró al quite: “El compás tiene que estar presente en cada muletazo. No sólo la faena necesita ese ritmo; cada toro te pide uno distinto y uno debe saber acoplarse a lo que te pide en cada momento”.
“El primer contrato lo firmé en una servilleta de papel”, recordó El Potito poniendo nombre a otras figuras del cante... “Le debo mucho a Camarón; fue el que me presentó a Pepe de Lucía y a partir de ahí se encaminó mi carrera”. “Cuando empiezas en el toro siempre estás rodeado de gente más mayor”, añadió Ginés, un torero de Jerez recriado y formado taurinamente en Extremadura. “La escuela de Badajoz me aportó mucho, cada uno saca su propia personalidad pero es importante que los maestros sepan enseñarte las bases”, recordó el torero, poniendo en valor el papel de estos centros formativos en los que, a su juicio, “se da una educación taurina que va más allá de ser matador de toros y te permite ir por la vida de una manera distinta”.
“Camarón tuvo la varita mágica para absorber todo lo que se había hecho, poniendo la guinda del pastel de todo lo que se había hecho durante cien años; ha aportado muchas cosas al flamenco y por eso se canta hoy de esa manera”, señaló El Potito. Pero en el toreo también ha habido otros revolucionarios. Marín apuntó dos, y los dos de Córdoba: Manolete y El Cordobés. Pero la noche iba a dar para más, volviendo a sumar lo mejor del toro y el flamenco sobre el escenario de la Fundación Cajasol.