Literatura

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"Hay que recuperar la esencia, ese romanticismo perdido, en la Tauromaquia"

La fotógrafa francesa Josephine Douet presenta mañana en Madrid el libro "Silencios", su trabajo más íntimo

José Tomás, absorto, con la mirada perdida, en el callejón de una plaza de toros
José Tomás, absorto, con la mirada perdida, en el callejón de una plaza de toroslarazon

"He tratado de recuperar ese romanticismo un poco perdido en el mundo del toro". Habla Josephine Douet. La fotógrafa francesa está de estreno. Mañana, con un padrino de lujo como el matador de toros Antonio Ferrera, presenta su último libro "Silencios", un ensayo fotográfico de 176 páginas en el que busca "sacar a los toros del contexto actual y devolverle esa magia, ese rito, ese misterio... que le convierten en uno de los últimos reductos íntegros del ser humano", confiesa la autora antes de situarnos "en la página 51 del libro, el ejemplo perfecto de este ideal romántico, un joven toreando a solas en el campo, casi de noche, sin más testigos que la luna y el silencio".

"Estamos ahora mismo en la era de la comunicación y del marketing, que están muy bien, pero a mí no me interesan tanto, apuesto más por volver a la esencia, a la base de todo... La gente enseguida crea su blog, sus redes sociales o su propia página web y nos cuentan todo, no es necesario, dejad de hablar tanto... El toreo habla por sí solo, así lo he querido reflejar, no pretendo vender el mundo taurino, busco presentarlo y que el lector decida cuando lo vea", analiza Douet sobre la razón de ser un libro tejido sólo con imágenes en blanco y negro.

El título "Silencios"responde a varias cuestiones. En primer lugar, se trata de "una obra más personal, más íntima, que ha llevado tras de sí un montaje individual a oscuras". "Un trabajo silencioso como el que acostumbro a realizar más a menudo para el mundo de la moda, me he limitado a captar lo que veo, sin intervenir en nada ni molestar al entorno que sale capturado en la fotografía... Es como cuando te paras delante de un árbol, lo observas y coges su fruto ya madurado en su momento preciso", reflexiona en voz alta la fotógrafa gala. Por este motivo, estamos ante una obra "sin grandes discursos".

"Ante todo he querido que sea práctico, por eso insisto en que no es un libro de toros propiamente dicho, no tan técnico como otros trabajos que he hecho, aunque sí considero que es un libro completo, en el que no me he dejado nada fuera, porque hay campo, hay plaza de toros, obviamente está el ritual silencioso del torero en el hotel antes de hacer cada paseíllo... Tiene un poco de todo", explica sobre un libro prologado por el también francés Antoine Beauchamp.

En este sentido, Douet ha impregnado a la obra de coherencia "cronológica". "Hay una estructura circular evidente que comienza en las dehesas, con el toro en todo su esplendor en el campo y finaliza de nuevo en una finca, en la ganadería del maestro Joselito concretamente, con una fotografía del cuerno de un toro que yace muerto sobre la arena".

Y es que precisamente ese realismo sin edulcorar ni suavizar es otra de las prioridades que la autora ha tratado de salpicar de lleno a las páginas de su obra. "Aunque también hay cabida para la ternura y la belleza, en las fotografías hay crudeza. Últimamente, contaminados quizás por el ataque de los antitaurinos, por temor a sus reproches, estamos tratando de vender una Fiesta más light, rebajada, y no tiene sentido, porque todo el mundo sabe ya que es una barbarie, es incuestionable, pero hay mucho más detrás de una corrida de toros que la sangre o la violencia a la que se quiere reducir todo", explica Josephine Douet que aún recuerda como si fuera ayer a ese amigo al que invitó hace tres primaveras a la Feria de Abril, a presenciar en directo su primera corrida de toros, y que terminó llorando a lágrima viva en el tendido de La Maestranza mientras contemplaba el histórico indulto de "Arrojado", toro de Núñez del Cuvillo, a manos de José María Manzanares.

Por este motivo, la fotógrafa entiende que la Tauromaquia se debe "sofisticar y adecuar de nuevo a nuestros tiempos, pero siempre desde dentro de las Bellas Artes". No en vano, no duda en hacer patria y alabar "un modelo galo del que España, donde cada vez parece dar más miedo apoyar los toros, debe adueñarse cuanto antes".

"En Francia existe una gran organización alrededor de las corridas de toros y, sobre todo, prima bastante el respeto de esa parte de la población que no es taurina, no hay más que ver el ejemplo de una feria como la de Nimes cada temporada, con sus tertulias, sus exposiciones, su gastronomía... De sol a sol se respira toros y es delirante el creciente impulso que arrastra cada año a esa marea humana hasta el Coliseo romano", recuerda antes de permanecer en silencio, como su nuevo libro. "Silencios", porque a menudo la callada contundencia de una imagen, o incluso de decenas de ellas juntas, vale más que mil palabras.