Sevilla

Javier y Borja, hermanados hasta en el triunfo

Novillero y torero salen por la Puerta Grande de la plaza de Espartinas

Borja Jiménez, en una imagen de archivo
Borja Jiménez, en una imagen de archivolarazon

Los hermanos Jiménez se presentaron en la plaza de toros de su tierra, Espartinas, uno como matador de toros y otros como novillero. A esta efeméride le sumaron ambos hermanos buena dosis de disposición y momentos lucidos, para complacer las apetencias taurinas de sus paisanos. Tanto que hubo triunfo para el matador y el novillero y para algunos de los ganaderos, no faltando siquiera el indulto en el primero de los novillos lidiados.

Javier Jiménez abrió plaza con un toro de escasa fuerza, que no se empleó en el capote y que, sin embargo, casi derribó al picador. Estuvo dispuesto el mayor de los toreros en una faena templada ante un astado que apenas embistió en el ruedo. El segundo de su lote tuvo más presencia y mayor colaboración. Este fue un animal con nobleza, repetidor en las embestidas, yendo largo, aunque a veces le faltó humillar. Lo entendió el espada, que sacó una faena de menos a más, algo fría al principio hasta que cogió el ritmo del burel. Buenas tandas sobre ambas manos, labor de cercanía en el tramo final y manoletinas para cerrar. No faltó variedad en su faena el quinto, un toro de Murube que tuvo nobleza y ,ayudado por el espada, embistió con buen son. Muy centrado el hermano matador en una lidia más que aceptable en la que hubo momentos de temple y buen gusto, para rematar su exitosa tarde ante los paisanos y cerrar con brillantez esta primera temporada como matador de toros.

Borja Jiménez no pudo tener mejor presentación ante sus paisanos. Le cayó en suerte un utrero, justo de presentación, pero bravo y encastado, sobre todo ante la muleta. Lo entendió perfectamente el novillero que estuvo tan participativo que lo lanceó de recibo, salió al quite y hasta puso banderillas. Con la muleta, faena más que aceptable llevada con temple, reposo y gusto, ante un animal que no paró de embestir. Se le pidió el indulto hasta que le fue concedido. El cuarto burel también ofreció buen juego y de nuevo lo aprovechó el joven Jiménez, que en esta ocasión dio una faena larga, bien compuesta en contenido, en la que hubo de nuevo variedad y en la que a falta de banderillas por su parte, sorprendió con un quite al alimón compartido con su hermano Javier. La faena tuvo momentos de indudable lucidez, sobre todo en las tandas sobre la izquierda y el refresco siempre bien recibido de la variedad. El sexto animal, un utrero de Gerardo Ortega, no quiso sumarse a la fiesta y resultó el más deslucido. Le faltó humillar y suavidad en las embestidas por lo que el menor de los Jiménez sólo pudo estar animoso y dispuesto, intentando sacar faena, pero no pudo ser.

Al final el público se divirtió. Y los hermanos toreros, a pesar de la responsabilidad, también. Uno puede estar temeroso del que viene por detrás y éste orgulloso del que está por delante. Ambas cosas son buenas y los dos pueden animar la próxima temporada.

En la plaza de toros de Espartinas (Sevilla), se lidiaron toros de Albarreal, Buenavista y Murube, premiado con la vuelta al ruedo, y novillos de Gerardo Ortega, dos, el primero de ellos indultado, y Murube, aceptables de presentación y de juego. Javier Jiménez, de blanco y oro, media y estocada (silencio); pinchazo y casi entera (dos orejas); y estocada (dos orejas y rabo). Borja Jiménez, de lila y oro, dos oreja y rabo simbólicos; estocada (dos orejas); tres pinchazos (palmas). Media plaza de entrada.