Sevilla

La calma posterior a la tempestad

Tarde de ovaciones en La Maestranza tras la histórica doble Puerta del Príncipe de hace 15 días

Natural de Mario Diéguez, ayer, en La Maestranza
Natural de Mario Diéguez, ayer, en La Maestranzalarazon

En La Maestranza (Sevilla), se lidiaron novillos de Javier Molina, bien presentados. Tuvieron buen fondo de nobleza, pero les faltó mayor transmisión. Deslucidos, en general. Un tercio de entrada.

Mario Diéguez, de blanco y azabache, media (saludos); estocada (saludos); Tomás Campos, de azul marino y oro, estocada, aviso, tres descabellos (silencio); estocada (saludos); y Juan Pablo Llaguno, de catafalco y plata, estocada casi entera, cinco descabellos, aviso, otro descabello más (silencio); estocada (saludos).

Suele suceder. Tras una tarde de apoteósis, a la siguiente, con el público entusiasmado, llegue la decepción. Así pasó ayer en Sevilla. Después de la triunfal doble Puerta del Príncipe del 1 de junio con Borja Jiménez y José Garrido, llegó ayer el desánimo a los arcos de La Maestranza con una novillada bien presentada y con nobleza, pero muy parada y deslucida, para tres novilleros que lo intentaron sin poder alcanzar los niveles deseados.

El local Mario Diéguez compuso una faena aceptable ante el novillo que rompió plaza. Un animal que tuvo nobleza, pero que transmitió muy poco en sus acometidas. El novillero de Coria del Río mostró que tiene buen corte, sobre todo, cuando torea al natural. Sin embargo, ayer algunas de sus tandas por la derecha también tuvieron buen son. Sólo varios enganchones mermaron el balance de su labor. Saludó desde el tercio. Menos opciones aún le deparó el cuarto de la tarde, pues se paró muy pronto y cuando embestía iba siempre a la defensiva. Cabeceó y sin apenas rematar las embestidas. Insistió mucho el novillero que, al menos, puso disposición y una estocada de bella ejecución para cerrar su actuación.

Tomás Campos, próximo ya a su esperada alternativa, se encontró con un utrero de Javier Molina corretón de salida y que no tuvo apenas fijeza. No le permitió lucirse en el manejo del capote. Faena de poca trascendencia ante la poca colaboración de este astad, que es cierto que no tuvo maldad ninguna, pero tampoco puso emoción en sus arrancadas. Trasteo con mayor oficio que brillo del aspirante extremeño. Mayor lustre tuvo una notable tanda en redondo al quinto de Javier Molina. Ahí tiró muy lento del animal y sintiéndose. Caló con fuerza en los tendidos, pero no tuvo continuidad su labor entre otras cosas porque el novillo mostró muy pronto que no le iba nada en este festejo y optó por pararse.

Juan Pablo Llaguno gustó en el manejo del capote en los de recibo al tercero, especialmente en los lances sobre el pitón derecho. Estuvo solvente con la muleta y porfiando con un oponente al que le costó demasiado embestir. Cuando lo hacía, además, era apenas sin celo. En sexto lugar, se encontró el mexicano con el peor utrero del encierro, ya que negó en redondo a tomar la muleta que le ofreció el azteca. Sin embestir. El recurso fue colocarse muy cerca de los pitones jugándose una posible voltereta y mostrar al menos sus deseos de agradar. El percance no llegó porque el animal tuvo la suficiente nobleza como para no incordiar al novillero con algún feo derrote. Fácil con la espada.