Toros

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La plaza recuperó su espíritu

El Niño de las Monjas y Fernando Plaza salen a hombros tras lidiar un gran encierro de Victoriano del Río.

Fernando Plaza
Fernando Plazalarazon

El Niño de las Monjas y Fernando Plaza salen a hombros tras lidiar un gran encierro de Victoriano del Río.

Algemesí, 26 de septiembre. Sexta d feria. Lleno.

Cuatro novillos de Victorino del Río, bien presentados y de gran juego.

Fernando Plaza (de burdeos y oro), casi entera, oreja; pinchazo y estocada, oreja.

Niño de las Monjas (de blanco y oro), media, oreja; entera, dos orejas con petición de rabo.

De las cuadrillas destacaron Raúl Martí y El Sirio, que resultó herido al banderillear al segundo.

A la sexta Algemesí recuperó su esencia. Casi una semana después de que arrancase el serial más importante para novilleros, y que siempre se ha caracterizado por la generosidad de su público y la entrega de los de coleta, la plaza rugió, la gente se volcó con los actuantes y estos acabaron a hombros por la puerta grande.

Para que la fiesta fuese completa, y se hubiese hecho justicia con todos los componentes del espectáculo faltó sensibilidad en el palco y un pañuelo azul que premiase con la vuelta al ruedo a, por ejemplo, el cuarto novillo de la tarde. O al tercero. O a cualquiera de ellos, porque la verdad es que el encierro de Victoriano del Río fue excelente. El mejor, con diferencia, de los lidiados hasta ahora.

Bien presentados y sin tanto aparato ni kilos como los hasta ahora corridos, todos fueron incansables y quisieron comerse la muleta; nobles y repetidores, sin un mal gesto y que, además, vendieron cara su vida, aferrándose ala misma con un tesón que, sin duda, mereció más atención por parte de quien hizo de juez de plaza.

El otro argumento a destacar es la feliz presentación con picadores de un alumno de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, Jordi Pérez Presencia “El Niño de las Monjas”, que enloqueció a la concurrencia con la media docena de largas cambiadas de rodillas con que recibió a su segundo oponente. Luego su trasteo bajó algo de nivel para recuperar sensaciones en el tramo final, poniendo todo de su parte y echando de nuevo las rodillas al suelo para apurar un trasteo si bien intermitente, sincero y entregado. Con su primero acusó los nervios y la responsabilidad, toreando algo envarado y sin acabar de aclararse con el novillo. Pero hay que tener en cuenta que es su primera novillada.

Le acompañó en su triunfo Fernando Plaza, que ante su primero, que se arrancó de muy lejos, humillado, noble, consintió enganchones y hasta algún desarme. El tercero fue otro animal incansable y el madrileño no acabó ni de someter ni de mandar, toreando en línea recta y hacia afuera. Pero fue breve con el acero.