Sanfermines

La vida en blanco y rojo: Bar Fitero

Los de Victoriano del Río dejaron nueve contusionados pero ningún corneado, en un atropellado encierro de 2.17 minutos.
Los de Victoriano del Río dejaron nueve contusionados pero ningún corneado, en un atropellado encierro de 2.17 minutos.larazon

Andar por Pamplona los días sanfermineros requiere una hoja de ruta gastronómica. Todos sabemos que beber desatadamente sin mojar es un principio de insensatez. De ahí que desde el almuerzo después del encierro hasta la recena, cada momento de los brillantes días de julio en la capital navarra, sea una excusa para visitar una cocina bizarra, bastante tradicional y que nos calienta el estómago para permitirnos alargar la fiesta. Son muchas las casas de postín que llenan los manteles estos días de fiesta, caso de los estrellados Michelín, Europa o Rodero, sin olvidar al lugar predilecto de la burguesía, como es Alhambra. Potxas, ajoarriero, estofado y txuleta, son el menú clásico sanferminero.

Pero de todos los fogones y tabernas, elegimos por entrañable, auténtico y genial, la barra del Fitero. En plena milla de oro de Estafeta, despacha un frito delicioso, tal vez el mejor del mundo, y un gracejo de servicio que no tiene parangón en Pamplona. Javier Vinacua, hermano por derecho, nos masajea el espíritu cada aperitivo de mediodía con almeja, ostra, percebe y otras profundidades de la mar, tortillas y un majestuoso pincho, los que riega con sus interpretaciones del vermú, espumosos y una cerveza bien tirada, cosa rara en Pamplona.

La libertad es un acto que nos realiza, sea para beber, comer en la calle, como en Fitero, o para correr el encierro. Esa embarazada que deseaba poner en riesgo a su futuro hijo y a su propia vida nos invita a reflexión. Más allá de normas, la libertad es un precio insobornable. Tanto como elegir este bar navarro como lugar de destino vacacional. Las Maldivas son una horterada comparado con el Fitero. Es nuestra casa y la de todos los joteros, caminantes y esa inagotable cuadrilla de amigos de aquí y de fuera, de la patrona Ester y de la bellísima Carriquiri Arantxa, el futuro está garantizado con Dani y con la promesa de amistad y bonhomía de Javier y de su gente. Sentarse en el callejón del Fitero cada mañana sanferminera, es una pasaporte a la alegría de vivir.