La Rioja

Leonardo conquista Logroño

El rejoneador corta tres orejas y sale a hombros

Leonardo Hernández logró dos trofeos y abandonó La Ribera por la Puerta Grande
Leonardo Hernández logró dos trofeos y abandonó La Ribera por la Puerta Grandelarazon

Logroño (La Rioja). Tercera de la Feria de San Mateo. Se lidiaron toros, reglamentariamente despuntados para rejones, de Luis Terrón, desiguales de juego. Tres cuartos de entrada.

Hermoso de Mendoza, pinchazo, pinchazo hondo, descabello (silencio); pinchazo, rejón (silencio).

Sergio Domínguez, dos pinchazos, rejón, dos descabellos (silencio); medio rejón, descabello (saludos).

Leonardo Hernández, rejón (oreja); rejón (dos orejas).

Leonardo lo salvó. Y lo salvó todo. Desde el principio. Su principio. El tercero de la tarde. Y lo hizo con ese compendio de sobriedad, clasicismo y temple. Si gustó con el galope a dos pistas al tercero logró captar la atención al ajustarse en el embroque y templarse con el toro, que se dejó hacer. Había más fondo de toreo en su puesta en escena. Se notaba. Fue efectivo con el rejón de muerte y paseó el primer trofeo de la tarde. Cuando salió el sexto, multiplicó por dos la intensidad de su labor. La tarde había pasado un bajón, ya contaremos, que Leonardo logró borrar, disipar al menos. El noble sexto colaboró con el jinete, pura entrega, que llegó al público en su máxima expresión cuando le recetó tres banderillas cortas al violín en un palmo de terreno. Mató pronto, efectivo, se bajó del caballo y genuflexo esperó la cuenta atrás del toro. Imagen que desencadenó más fuerza para la doble petición de trofeo del público. Y el rejoneador abrió la Puerta Grande.

Para él solo. Buen final para una tarde con muchos altibajos, pero que Leonardo Hernández supo reconducir.

Con dos silencios saldó el veterano Hermoso de Mendoza su actuación. Tuvo la suerte de espalda. Si el primero resultó toro parado y de no demasiadas opciones, el cuarto se lastimó de una mano y nada hubo que hacer. Monumental fue el enfado del personal por no devolverlo. Se enrareció el ambiente.

Sergio Domínguez tuvo en la mano mejores logros pero el rejón de muerte truncó el final con el manejable quinto tras una labor entusiasta, como explosiva fue la del segundo, buscando la complicidad con el tendido.

La tarde fue de Leonardo y a hombros abandonó la plaza. Merecido premio.