Málaga
Leonardo quiere guerra
El rejoneador extremeño sale a hombros tras una gran actuación en el cierre de feria
Málaga. Última de feria. Se lidiaron toros de Luis Terrón, bien presentados y de juego desigual. En general fue una corrida con sus complicaciones, pero que mantuvo el interés en todo momento. Tres cuartos de entrada.
Andy Cartagena, rejón desprendido (saludos tras petición); dos pinchazos, descabello (saludos).
Leonardo Hernández, dos pinchazos, rejón (palmas); rejón sin puntilla (dos orejas). Andrés Romero, dos pinchazos, rejón (palmas), cuatro pinchazos, dos descabellos (saludos).
Pocos días después de haber retado públicamente a Pablo Hermoso de Mendoza (sin respuesta de este último, como era de esperar), Leonardo compareció en Málaga pidiendo guerra, y no de boquilla, precisamente. Recién salido de una operación en su pie derecho, fracturado mientras entrenaba en el campo, la lesión no le impidió armar el taco frente al quinto toro en una actuación fantástica. Aunó el joven extremeño garra y verdad, valor y pureza, colocando palos en todo lo alto, ejecutando quiebros limpios y arriesgados, galopando de costado a milímetros de los pitones y epilogando a lo grande su obra con tres cortas al violín ante un público ya entregado de todas todas al jinete. Había sido una faena redonda, templada de salida con "Despacio", casi perfecta a lomos del gran "Verdi"e intensa con un caballo de carácter llamado "Venenoso". Pero había que culminar la obra. Entonces, ya con su tordo de último tercio "Xarope"atacó por derecho con el rejón de muerte para hundirlo hasta la mano mientras su enemigo, de un violento derrote, lo sacaba de la montura y se ensañaba con él junto a las tablas. Liberado por sus hombres de la muerte, y sin poder apoyar el pie en el suelo, contempló cómo el toro caía fulminado y la plaza entera bramaba de emoción.
Cortó Leonardo dos orejas incuestionables dentro de una tarde intesante, de toros variados y muy respetables. Me resulta admirable la actitud de Andy Cartagena, que comparece siempre con la ilusión y ardor de un principiante. Obsequió al público con todo tipo de alardes ecuestres y completó sendas faenas notables, una a un toro más noble, y la segunda, a un manso poderoso que apretaba hacia tablas. Mereció alguna oreja después de una tarde de mucha entrega en la que resultó herido su caballo "Cubano".
También la mereció Andrés Romero en el sexto, especialmente como premio a sus arriesgadísimas acciones a lomos de "Conquistador"y de un castaño llamado "Guajiro". Tres piruetas asfixiantes, en la mismísima cara del toro, y un quiebro en corto impecable, no tuvieron rúbrica con el rejón de muerte. Leonardo salió por la Puerta Grande. Y quiere guerra...
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