Feria de San Isidro

Mansedumbre para dar y regalar

La terna se estrella con la falta de raza de los toros de Pereda en el inicio de San Isidro

Derechazo de Morenito de Aranda al tercer toro de Pereda en la primera de San Isidro
Derechazo de Morenito de Aranda al tercer toro de Pereda en la primera de San Isidrolarazon

Las Ventas (Madrid). Primera de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de José Luis Pereda, desiguales de presentación. Muy mansos. Desarrolló cierta nobleza en la muleta, el 2º; el 5º, manejable por el derecho. El 6º, complicado. Más de tres cuartos de entrada.

Diego Urdiales, de marino e hilo blanco, estocada perpendicular, aviso, descabello (silencio); pinchazo, estocada, aviso, descabello (silencio).

Leandro, de marino y oro, dos pinchazos, aviso, media estocada caída (silencio); bajonazo, descabello (silencio).

Morenito de Aranda, de tabaco y oro, pinchazo hondo, bajonazo (silencio); cinco pinchazos, descabello (silencio).

Y por fin, puntual a su cita, ayer se abrió el portón. El de cuadrillas. El de Madrid en San Isidro. El de esta bendita feria que, mayo tras mayo, despierta miedos y alimenta sueños. Noches en vela. Mascullando. Cavilando. Barruntando cómo será la gran tarde. El paseíllo que compensa tantos sacrificios de invierno. Las horas de trabajo y las de carretera. Todo por una gloria que sólo unos pocos elegidos saborearán cuando el 9 de junio baje el telón. Un mes entero por delante que vivió ayer su primer episodio con Diego Urdiales, Leandro y Morenito de Aranda lidiando una corrida cinqueña de José Luis Pereda, sangre Núñez, a la que faltó raza y sobró mansedumbre.

Diego Urdiales, que se fue de vacío el pasado Domingo de Ramos, nos inauguró este San Isidro con «Triplicado». Toro castaño, estrecho de sienes y engatillado, que se dejó en los primeros tercios, para llegar a la muleta con movilidad, pero sin demasiada transmisión. Tras unos sobrios doblones, se lo sacó a los medios y allí, pese a la molesta intermitencia del vendaval, le planteó una correcta faena en redondo que nunca tomó vuelo. En gran medida, por la sosería del animal, que no se empleó lo más mínimo. Siempre, con media arrancada. Varios enganchones en la única tanda al natural terminaron de sepultar las escasas opciones. En el cuarto, que pasó de un caballo a otro en cuestión de segundos saliendo de ambos con la misma mansedumbre, se encontró con idéntico problema. Una alarmante falta de casta que impedía cualquier atisbo de brillo en el arnedano. Sin emoción, se aburrió pronto el animal y buscó nuevamente la huida. Urdiales tampoco quiso alargar el tormento y fue presto por la espada. Silencio en su lote.

Leandro, inédito el Domingo de Resurrección por el traicionero diluvio que obligó a la suspensión, sorteó primero un animal bajo y de cuerna acucharada que derribó en el primer paso por el peto de Agustín Sanz. Luego, permitió el lucimiento de Miguel Martín, que clavó dos buenos pares. Mejor, el que cerró el tercio. Pero, coger la muleta Leandro y huir despavorido el de Pereda fue todo uno. Hasta el «4» se fue a buscarlo y allí cerquita de las tablas le buscó las vueltas. Un pase de pecho despertó al tendido y la siguiente tanda al natural, como casi todo su quehacer, tuvo dos muy buenos, que metieron aún más al público. Esa intermitencia fue la tónica preponderante. Y es que faltó continuidad en la clásica faena del manso. Con muletazos sueltos de muy buen trazo –destacaron también algunos trincherazos–, pero sin esa ligazón tan necesaria en Madrid. Al quinto, castaño chorreado algo atigrado y acapachado de cuerna, lo agarró bien con la vara Diego Ochoa en el primer puyazo. Empujó con más clase que sus hermanos de camada y mostró también mayor fijeza. Nos esperanzó la primera tanda de derechazos, directa y sin preámbulos. Con ligazón. Fue Alfa y Omega. No hubo más. Muy incómodo, el pucelano lo probó por ambos pitones sin darse mucha más coba.

Morenito de Aranda completó la terna. Exactamente una semana después de cortar, Goyesca mediante, la primera oreja de la temporada en Las Ventas. Pechó en tercer lugar con un colorado alto y serio, que enseñaba los pitones y tapaba por delante lo que faltaba por detrás. Distraído desde que apareció por toriles, esperó un mundo en banderillas y algo parecido sucedió en la muleta de Morenito. Había que estar vivo con él, porque el burel se lo pensaba una décima de segundo, que podía traer la cornada. Dos coladas así lo corroboraron. Pese a ello, el burgalés logró robarle una estimable serie en redondo, más ligada, dejándole la muleta muy puesta. Fue lo mejor de su faena con permiso de algún remate por bajo marca de la casa. En el sexto, precioso ensabanado y el de mejor hechuras del encierro, Morenito buscó invertir la inercia a golpe de capote. Un buen ramillete de verónicas y la media ganando terreno al toro para calentar un tendido con hambre de toreo. Vibrante fue la pelea del animal con Héctor Piñas en el caballo y sensacionales los pares de banderillas de Luis Carlos Aranda. El segundo, de premio. Áspero, «Agotado» sacó genio en la franela y se paró demasiado, pese a los intentos del arandino. Mientras, desde la preciosa Ronda llegan voces de encerrona. Morante, con seis en la Goyesca. La cosa promete.