Literatura
Poesía y toros en «La geometría y el ensueño»
El ensayista Carlos Marzal edita una antología de poesía taurina
La poesía y los toros. Dos artes ligadas que comparten la técnica y la emoción. El oficio y la estética. Dos aspectos que componen el verso y la tauromaquia. Y ambas nutren las páginas del libro editado por Carlos Marzal y perteneciente a la colección Vandalia, que presenta la Fundación José Manuel Lara: «La geometría y el ensueño». El poeta, narrador y ensayista valenciano presenta «una antología de lector», formada por poemas de su agrado que prescinden de recopilaciones clásicas de lírica que «hacen los historiadores o profesores de literatura», señala Marzal. «La poesía taurina debe ser más poética que taurina», sostiene el editor. Así, José Hierro, Claudio Rodríguez, Ángel González, Julio Mariscal o José Alameda presentan versos con pinceladas del mundo del toro, «un universo rico y simbólico por el que muchos escritores se sienten tentados», asegura el valenciano.
«La muerte y la tragedia están muy presentes en la poesía; y sus autores, sean más o menos aficionados, sienten curiosidad por lo taurino», sostiene. Y la llamada del verso taurino la sintió Carlos Marzal hablando de poesía y de toros: «Me interesan los toros desde el punto de vista estético». Y la poesía taurina como «forma de profundizar» en su principal interés: «El arte y la vida, que son, a fin de cuentas, una y la misma cosa». Marzal tiene muy claro que la intención de las estrofas recopiladas es ofrecer una correcta visión de la fiesta para evitar «aquella mirada errónea, deportiva, que es la que poseen aquellos que no entienden la ceremonia de los toros», recalca.
La figura que más autores dibujan y que Marzal recopila es la de Juan Belmonte, «el símbolo más literario en el universo del toro». «El sevillano es el protagonista de una historia picaresca basada en un niño de Triana que, con un trapo, se convirtió en figura del toreo; además, es el artista suicida que decide acabar con su vida», narra Marzal. El valenciano, conocedor de la estética y buen aficionado, sabe que «en los toros hay una abundancia sensorial, muchos sentimientos a flor de piel que, cuando se conjuntan, llega la emoción de la estética». Y una labor a base de oficio, técnica y estética es la que ha realizado Carlos Marzal, una muestra que sale por chiqueros para ser lidiada por aquellos que sientan interés por el verso y curiosidad o inclinación por el mundo de los toros.
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