Robleño, única oreja en Ceret

Fernando Robleño cuajó una gran actuación ante el noble y encastado quinto al que condujo con mucho temple con la mano diestra, pasaportándolo de una estocada entera en todo lo alto. Ante su primero, Robleño se había lucido a la verónica, pero la embestida reservona y sin recorrido del toro le obligó pronto a desistir, matándolo de media estocada desprendida.

Encabezaba la terna Diego Urdiales, que recogió muy bien de capa al que abrió plaza saliéndose con él hasta los medios. El animal recibió mucho castigo en varas y llegó parado y defendiéndose a la muleta, arrancando uno a uno los muletazos el torero, que anduvo valiente y dispuesto. Falló a la hora de matar. El cuarto fue protestado por su falta de fuerza. Ya en la muleta fue tardo aunque se dejó, sacándole Urdiales todo cuanto tenía en una faena en la que sobresalieron algunos buenos naturales. Mal de nuevo con la espada.

Por su parte el francés Camille Juan, que acusó cierta falta de rodaje a lo largo de toda la tarde, se las vio con el complicado tercero, que tuvo peligro especialmente por el pitón derecho. Sin embargo el torero logró robarle algunas series en redondo. El sexto se partió un pitón por la cepa al rematar en un burladero, fue sustituido por un sobrero del mismo hierro, que fue encastado y con mucha clase. Anduvo voluntarioso Camille Juan que en ocasiones se vio desbordado por la res. Ante sus dos adversarios, el francés falló a la hora de matar.

En la plaza de toros de Céret, se lidiaron toros de Adolfo Martín, muy bien presentados y de juego variado. Diego Urdiales, silencio tras aviso en ambos; Fernando Robleño, silencio y oreja; y Camile Juan, saludos tras aviso y silencio tras aviso. Lleno en las gradas.

El festejo comenzó con diez minutos de retraso porque un grupo de antitaurinos había retenido a las cuadrillas de Diego Urdiales y Fernando Robleño.