Toros

Sevilla

Seguimos para bingo

Álvaro Lorenzo da la única vuelta al ruedo de una tarde decepcionante en la Maestranza de Sevilla

Álvaro Lorenzo, con la izquierda, durante la faena de muleta Fotos: Ké Imagen
Álvaro Lorenzo, con la izquierda, durante la faena de muleta Fotos: Ké Imagenlarazon

Sevilla palpita. Se huele el ambiente. El pre y el post. El “Taquilla” es sin duda un buen termómetro de cómo va la cosa. Lo deben saber en caja. Pero sólo por el volumen de gente que hay alrededor ya te haces una idea de si estamos ante un día grande o de perfil medio. Ayer se notaba la cosa más baja, menos caras, los feriantes allá en el albero de martes de farolillos, las casetas a reventar, Sevilla da para mucho, y para todos. Se lidiaba la corrida de El Pilar, que también fue una escalera, como viene siendo habitual, como está el campo, y así los tiempos. Tres toreros en el cartel de los que tienen que ganarse el hoy y el mañana. De los que se espera, de los que igual no conoce la masa, pero sí la afición. Fue justo a Álvaro Lorenzo a quien negaron una oreja. Y qué cosas, porque fue la única vez en toda la tarde que estuvimos cerca de ella. No volvió a ocurrir. Ni remoto. En esta ocasión era el segundo toro de la tarde. Un pinchazo precedía a un estocada de las que no te ha dado tiempo a contar a tres y el toro ha rodado como una pelota. Hubo en la labor una parte de tanteo y superada esta vino lo mejor, el toreo que con los vuelos sometió al toro por abajo. Lo tenía el animal, que fue noble, humillador y con calidad. Y sí, que cuando la faena estaba liquidada, decidió rajarse. Y entonces, cuando Álvaro Lorenzo se había encontrado por ambos pitones con él rompiendo al toro por abajo y cantó querer irse resolvió bien con un circular y un par de adornos. Pero el presidente negó, igual que el otro día otro se la dio a El Juli con menos petición. Esas cosas. Nobleza, entrega y sosería tuvo el quinto. De menos a más la faena, en la que fue ganando acople con el toro, pero sin que aquello llegara a macerarse.

Ovación de gala se llevó Juan Antonio Carbonell desde que acabó su tercio de varas (dos por cierto) al cuarto hasta que desapareció de escena. Variado había toreado Pepe Moral con el capote, tan desgarbado, grande y bamboleante, no sé muy raro. Era un toreo a la defensiva que pretendía el lucimiento. De “Mirador” esperábamos cosas buenas. De toro encastado que era. Y vinieron. Lo tenía dentro, pero venía la apuesta implícita en la entrega. Como la puesta en escena de Pepe Moral estuvo presidida de principio a fin por la ligereza ni el toro rompió con lo que llevaba dentro ni por supuesto la faena. El intento fallido al natural cerraba el círculo. Ya con su primero manso anduvo raso de ideas.

Pepe Moral dando un derechazo

Noble y soso, quizá a partes iguales, no sabría especificar cómo quedaba el reparto, fue el tercero. Su matador Ginés Marín afinó la faena en los mismo términos: largo el trasteo, correcto y toreo periférico. El sexto tuvo movilidad y complicaciones. Incierto, sobre todo en los primeros compases. De milagro se libró en los estatuarios del comienzo, con alguna arrancada por dentro. Fiereza en las series diestras. Se reposó el toro después y quiso viajar largo y fue ahí cuando la faena de Ginés, que había aguantado los primeros envites, quedó liviana, sin dar el paso adelante que le aleje del pelotón. Seis toros después, en la novena de feria, después del huracán Roca, seguimos para bingo. Todavía queda mucha Feria de Abril por mayo y la segunda vuelta de las figuras, a la espera de que otros tantos de la segunda fila arrebaten, de veras, el cetro. Aguantamos el tirón. Seguimos para bingo, que no se diga.

La Maestranza (Sevilla). Novena de abono. Se lidiaron toros El Pilar, desiguales de presentación. El 1º, mansito; el 2º, mansito pero noble y con calidad; el 3º, tan noble como soso; el 4º, encastado y bueno; el 5º, noble; el 6º, movilidad, incierto, más claro por el izquierdo. Menos de tres cuartos.

Pepe Moral, de azul y oro, pinchazo, estocada caída (silencio); estocada (silencio).

Álvaro Lorenzo, de canela y oro, pinchazo, estocada fulminante (vuelta al ruedo); estocada trasera, aviso (silencio).

Ginés Marín, de azul marino y oro, estocada (silencio); pinchazo, estocada (silencio).